Acá vamos con algo que nos preocupa en el ámbito laboral: la culpa. ¿Es porque hiciste algo? ¿O porque nosotros hicimos algo? íNo! Es porque es una tendencia que crece cada vez más. Y la culpa es de la Inteligencia Artificial (IA). 

Un estudio de Adecco Argentina en el que 2000 personas de la Generación Z fueron encuestadas reveló que el 36% de ellas se sentía culpable por utilizar la IA como ayuda en sus tareas laborales, y que 1 de cada 3 de se sentía preocupado por depender demasiado del ChatGPT.

En inglés a eso se le llama "AI Guilt", que traducido al español es la "culpa por la IA". Mientras muchos aprovechan sus bondades para acelerar procesos, acortar tiempos y refinar tareas, otros sufren por sentirse dependientes.

Algunos de los elementos de culpa son: Miedo a hacer trampa o a tomar atajos: como la escritura siempre fue considerada un proceso creativo e intelectual que requiere reflexión, esfuerzo y originalidad, cuando una IA genera contenido en cuestión de segundos, puede parecer que se pasó por alto esa parte esencial del proceso. Perder creatividad y originalidad: como la IA imita patrones, no es 100% original. Si la usamos para todo, ¿no estamos dejando de lado nuestra creatividad personal? Muchos piensan que su crecimiento creativo disminuirá por usarla. Preocupaciones por ser atrapado o juzgado: las personas sienten que admitir que usaron IA podría tener consecuencias negativas. Deshonestidad académica, trabajo sin valor o incompetencia son algunas de las consecuencias que sienten que pueden sufrir. Consideraciones éticas y cuestiones de autenticidad: También existen cuestiones éticas en torno al uso de la IA en el trabajo creativo. Si una IA escribe la mayor parte de su contenido, ¿quién es su propietario? ¿Es necesario revelar su participación? ¿Siempre se debe ser transparente sobre cuándo se utilizan herramientas de IA?

Todas estas preocupaciones son reales, especialmente en sectores como el periodismo, el mundo académico y el marketing, donde la originalidad y la confianza son esenciales.

La Generación Z es la que más sufre la culpa por la IA.

Todo esto corresponde a personas de la Generación Z, porque son más conscientes de las posibles consecuencias de su uso que las generaciones anteriores. Han crecido en una era de rápidos cambios tecnológicos y es más probable que estén familiarizados con las implicaciones éticas y sociales de la IA.

Esto puede explicar por qué sienten un sentido de responsabilidad y culpa cuando dependen demasiado de la IA en sus tareas laborales.

De todas formas, la usamos

A pesar de los desafíos que representa la IA para algunos, el estudio también mostró que el 49% de los encuestados estuvo de acuerdo en que la herramienta los hacía más creativos, y 1 de cada 7 informó un aumento en sus ganancias. Entre los principales usos que le dan a esta herramienta, según la investigación, se encuentran:

Investigación Inspiración y generación de ideas Redacción y elaboración de contenidos Mejorar sus currículums y solicitudes para destacarse en el proceso de contratación

¡Hay que enfrentar la culpa!

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El avance de la IA es inevitable. Antes que preocuparnos, mejor es saber usarla correcta y éticamente, y aprender a lidiar con ella en todos los ámbitos. Sabemos que puede costar, así que te traemos un par de recomendaciones para afrontar esa "culpa de la IA":

Desarrollá una mentalidad colaborativa: pensá a la IA como una asistente, no como una competencia. Que te ayude en aquello cansino, para que vos puedas hacer la parte creativa sin nada que moleste.

Desarrollá tus habilidades: en línea con lo anterior, fijate qué capacidades tuyas se complementan con la IA, y priorizá tu trabajo en ellas para trabajar en conjunto.

No pierdas de vista la ética: sé responsable con tu uso. Utilizá una IA que respete la privacidad de los datos, mantenga la imparcialidad y evite los sesgos

Mantené un aprendizaje continuo: mantenerse actualizado es esencial. Esto significa no solo comprender las últimas tecnologías de IA, sino también adaptarse a sus implicaciones para su función y su industria.

En el centro siempre está la persona: no priorices lo que hace la IA, sino lo que parte de tu propia creatividad. La IA no es un sustituto.

daptate: es más simple decirlo que hacerlo, pero lo importante es tener una actitud flexible y adaptable, estar abierto a nuevas formas de trabajar y estar preparado para ajustar sus flujos de trabajo a medida que evolucionen las tecnologías de IA.