Afasia: la pérdida del lenguaje

Cómo se desarrolla la capacidad de los humanos para asignar ideas a las palabras

Ignacio Brusco

"El lenguaje es el gran instrumento de la ambición humana."

Adam Smith

El lenguaje oral es un proceso intersubjetivo, estructurado y creativo. Intersubjetivo porque sirve para comunicarse con los otros, estructurado porque debe mantener una gramaticalidad y creativo porque debe servir como instrumento de expresión de las ideas, para poder transmitirla a los otros. Existen varios tipos de lenguaje, entre ellos el oral, el escrito, el leído, el gestual y el musical. Muchas veces puede perderse uno pero no el otro, explicando que hay nodos cerebrales diferentes de producción de los mismos. En este artículo se hablará en particular de la pérdida del lenguaje oral.

Durante este proceso debe mantenerse una línea de pensamiento y puede que se generen nuevas ideas que se van hilvanando en un proceso consecuente llamado "hilo del pensamiento". Este rápido proceso se conoce como "bucle fonológico", que es el momento en el cual vamos recordando nuestras propias ideas. El fenomenólogo Alfred Schütz planteó que al hablar, los demás nos comprenden al unísono, pero nosotros nos pensamos después. Es decir, que probablemente en ese proceso de pensarse luego puedan generarse nuevas ideas.

Existen controversias, pero muchos científicos aceptamos, especialmente a partir neuroimágenes funcionales, que el lenguaje oral constituye un instrumento de las ideas. Perder a este, como sucede en las afasias, no afecta la ideación, sino al instrumento que permite comunicarlas, que es el lenguaje. Así se prenden, en resonancia magnética funcional, grandes áreas de asociación del cerebro, si se piensa el significado de una palabra. No así si se menciona o se escucha una palabra sin pensar lo que significa.

Las afasias son un trastorno del lenguaje oral, se pierde esta función sin afectarse, por ejemplo, la escritura. Es decir que la persona no puede pronunciar muchas palabras o las dice cambiadas, no las encuentra en sus ideas.

Se constituyen dos grandes tipos de afasias: la de expresión que es no fluente, con gran limitación de las palabras (que se genera por alteraciones en el área frontal de Broca por Paul Broca); y la otra gran afasia en la que se pierde la capacidad de entender al lenguaje, en particular perdiendo la grabación mnésica, constituyéndose la afasia de comprensión. En este caso se afecta una zona del lóbulo temporal cercana al área de la audición primaria, descrita por Carl Wernicke. Llamada consecuentemente "área de Wernicke" o de comprensión. Esta cercanía al área auditiva permite economizar energía neurológica.

En la afasia de expresión, sin embargo, la persona entiende lo que le dicen y puede además expresarse a través de la escritura o los gestos. Clara demostración de que esos otros instrumentos lingüísticos no se perdieron. El lóbulo de Broca sería especialmente un sector de praxis motora del lenguaje. En ese lugar se generan las prácticas de las palabras y oraciones, no solo de la articulación de cada una de ellas, sino de la constitución gramatical del mismo, que no es más que un proceso procedural consciente aprendido en la infancia (antes de ir al colegio).

La palabra afasia proviene etimológicamente del griego Aphasia (pérdida de la palabra); término creado por Eurípides para poder expresar la ausencia de palabras ante las ideas. Como generalmente sucede con estos autores de la antigüedad, estaban muy cerca de la realidad.

Estos trastornos del lenguaje pueden ser consecuencia de lesiones, como un ataque cerebrovascular repentino, o en forma lenta crónica, como sucede en las patologías neurodegenerativas (donde las neuronas mueren más rápidamente de lo que deberían por el paso del tiempo). Localizan esta muerte neuronal en zonas específicas, en este caso del lenguaje (pueden existir otras causas menos frecuentes, como por ejemplo traumatismos o tumores).

El proceso de la palabra oral es muy complejo y fue clave para la socialización y la cooperación del ser humano, y probablemente para la supervivencia del mismo. Requiere en principio de una significación (red semántica) de lo que se va a decir y luego la posterior búsqueda, correcta articulación y organización de cada frase y vocablo. Contiene entonces una estructura gramatical (significante) y los significados semánticos (lo que queremos decir), además de musicalidad que le agrega otra metáfora.

En este sentido es interesante señalar cómo un autor de otra disciplina, como lo fue el padre de la semiología estructural Ferdinand Saussure, señaló esta funcionalidad lingüística en sus clases; expresadas en su obra póstuma "Curso de lingüística general", con una gran precisión a lo que hoy se conoce desde la neurociencia cognitiva. Plantea como significante a la palabra material, como un instrumento lingüístico a la que llama "imagen acústica" y a la idea o "significado" más cercano a la función semántica, instancia más próxima al pensamiento.

Cada lenguaje además tiene su musicalidad aplicada. Se diferencian musicalmente entonces interrogaciones de exclamaciones o el afecto de las agresiones. Estas metáforas musicales se generan en diferentes sitios del cerebro y todas pueden encontrarse afectadas específicamente. La música se encuentra en el hemisferio derecho (contrario al del lenguaje oral) en zonas similares y parangonables a la de expresión y comprensión del lenguaje hablado (del lado izquierdo).

El lenguaje oral también puede observarse en animales, a su manera. Se ha descrito un gen posiblemente relacionado con el manejo del lenguaje en el humano. El gen FoxP2 que también se observa en otros animales, como por ejemplo los pájaros, que utilizan su canto como sistema de comunicación. Se observa también en chimpancés, pero con dos bases del ADN cambiadas. Esto muestra mínimos cambios en este gen que genera un lenguaje desarrollado, como el homo sapiens. Pero si muta en el humano, este pierde el lenguaje.

Existen problemáticas llamadas afasias primarias progresivas, que sólo afectan el lenguaje. Estas son demencias mucho menos frecuentes que el Alzheimer. De hecho, esta afasia consiste en otro problema desde la fisiopatología. Sin embargo, actualmente se describe un Alzheimer atípico que también comienza por la alteración del lenguaje.

Las áreas del lenguaje son centros muy específicos, localizados y complejos de las palabras. Necesitan de la función motora, de las neuronas en espejo que permiten aprender, de la memoria que las recupera, de la audición que las percibe y de las cortezas de asociación que permiten darle racionalidad al discurso. La función semántica que le otorga ideas a las palabras nace muy básica en el humano, con menor capacidad que el chimpancé. Pero existe un momento, a los 28 meses del niño, que en el desarrollo del individuo explota la capacidad de asignación de ideas y de clasificación de ellas.

En las afasias más complejas y graves (demencias) se pierden las redes neuronales, además de los centros específicos de comprensión y expresión; puede observarse así la pérdida de ideas y pensamientos. Es decir, podría decirse que en la pérdida del lenguaje que afecta muchas áreas corticales (por procesos más difusos) se altera el pensamiento semántico. Este pensamiento ya es de conceptos, no de palabras concretas. En estos casos sí se puede hablar de afectación de las ideas, a diferencia de las afasias puras.

*Neurólogo Cognitivo. Doctor en Filosofía.
Prof titular UBA. Investigador del Conicet.
@brusco_N

Esta nota habla de: