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Bruce Willis: lo mejor de un grande de la pantalla

Sí, se retira Bruce Willis. El chanta simpático de la magistral Moonlighting y el enorme John McClane, de esa otra obra maestra que es Duro de Matar. O el boxeador con problemas de Pulp Fiction. O el superhéroe atormentado de El protegido. ¿Qué ver para agradecer? Aquí.

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Se retira Bruce Willis: tiene afasia, una condición que dificulta y hasta impide la comunicación, y eso implica adiós a la actuación. Los que fuimos jóvenes en los años 80 lo vamos a extrañar mucho. No por la miríada de películas clase B o Z que realizó en los últimos años (se dice que para juntar plata para el retiro, e hizo bien) sino porque con un puñado de títulos se convirtió en un icono del cine grande de cualquier época. Esos títulos, por suerte, están en plataformas, así que aquí van las recomendaciones. Eso sí: no está una de sus obras cumbres, lo que lo lanzó a la fama: la serie Moonlighting, que sí, si quieren pueden ver por ahí y es genial. 

Duro de Matar

Bruce Willis era conocido como comediante, pero no había tenido demasiada suerte en el cine, aunque tuvo un éxito con Kim Basinger (Cita a ciegas, de Blake Edwards) y una película decorosa también con Edwards, Sunset. Entonces sucedió que tanto Arnold Schwarzenegger como Sylvester Stallone dijeron "no" para hacer de John McClane, un policía de Nueva York envuelto a su pesar en una complicada toma de rehenes a cargo de terroristas en un edificio de 40 pisos. El realizador John McTiernan, que venía de hacer Depredador, decidió darle un giro al asunto: en vez de forzudos, un tipo más normal con problemas de pareja y con algo de humor. A Bruce Willis le pagarono cinco millones de dólares de 1987 (multipliquen por 10 hoy) y ahí está: se convirtió en un icono. Al mismo tiempo, es el debut de Alan Rickman en el cine (el mejor villano del cine de acción, lejos). La película fue mucho más que tiros y trompadas, conquistó a los críticos de inmediato y se volvió primero un éxito y después un clásico. (Star+)

Duro de matar- La venganza

Primera vez que Bruce Willis se junta con Samuel L. Jackson. Aquí McTiernan hace una continuación de la primera película (olviden la segunda, a cargo de Renny Harlin, buena pero sin mucho alma) y pone de villano a Jeremy Irons. Lo genial es que McTiernan -lo cuenta en el backstage de la película- hizo de McClane un sucedáneo del Coyote de la Warner. Es decir, que el "de mal en peor" que se ve en la película, ese recorrido vertiginoso por Nueva York para resolver un robo maestro, requería alguien que fuera al mismo tiempo un héroe de acción y un actor cómico. Willis hizo las dos cosas (verlo saltar por los aires de una alcantarilla por un chorro de agua) y además se saca chispas con Jackson a puro diálogo. Opacada por la primera, esta película esta a la altura (y la cuarta, también, dicho sea de paso). (Star+)

Pulp Fiction

Sí, Pulp Fiction es John Travolta bailando con Uma Thurman. Pero es también la historia de Butch, un boxeador que vende una derrota a un mafioso, lo engaña y tiene que escapar de la ciudad para que no lo maten. Aunque no solo las cosas no van a ser tan fáciles, sino que además van a se más bien surrealistas. Esa "película en la película" es uno de los puntos más altos del Willis comediante con aire melancólico, donde más que duro parodia al duro. Quentin Tarantino decía que necesitaba un actor como Aldo Ray, un intérprete clásico que parecía de roca. Y Willis es perfecto para eso. Pulp Fiction no sería Pulp Fiction sin ciertos gestos, miradas y movimientos juguetones de ese niño grande. (HBO Max y cines, reestrenada esta semana misma)

La muerte le sienta bien

Una de las mayores comedias negras de la historia y Willis haciendo todo lo contrario de lo que hace en las películas de acción. Aquí es el ingenuo cirujano plástico casado con una estrella de Hollywood en decadencia (Meryl Streep demostrando que además es capaz de ser la persona más cómica del mundo) y en lucha contra su esposa obsesionada por la edad y una ex que ha hecho algo así como un pacto con el diablo (Goldie Hawn). Hoy infilmable por múltiples razones, el personaje "flácido" de Bruce Willis es una demostración de timing cómico, caracterización y sutileza. La dirigió Robert Zemeckis y, por momentos, es un gran dibujo animado clásico. (HBO Max)

Sexto sentido

Decíamos que Bruce Willis tiene algo de melancólico (siempre). Sexto sentido aprovecha al máximo esa característica. Es la historia de un niño que ve fantasmas (Haley Joel Osment), literalmente, y de un psicólogo que trata de ayudarlo. Parece una película de terror y tiene escalofríos varios. Pero en realidad es la historia de un hombre que ha perdido algo, que se siente con una tristeza gigantesca, y cuya única esperanza es (parece ser) ayudar a ese chico. Es cierto, hay una tremenda vuelta de tuerca al final que resignifica el relato (quizás ya la sabe todo el mundo, pero mejor no contarla). Pero es un cuento sobre el amor, la pérdida y la solidaridad narrado con una precisión notable por M. Night Shyamalan. Willis está absolutamente perfecto y merecía su nominación al Oscar por esto. (Star+)

El Protegido

La segunda película con Shyamalan es, probablemente, el mejor relato sobre superhéroes que se hayan filmado. La relación con Samuel L. Jackson (otra vez juntos, la química de ambos es espectacular) y la que sostiene con una perfecta Robin Wright permite que ese hombre abrumado por una pena infinita ecuentre un destino inesperado y fantástico. Solo la primera secuencia, la del tren, con pocos movimientos de cámara y Willis diciendo muy poco demuestra que el hombre conoce al dedillo cómo se actúa para el cine. La secuela (Glass) es mucho menos convincente, pero Willis retoma con autoridad el personaje.(Star+)

La hoguera de las vanidades

Denostada por cierta crítica, esta adaptación de la célebre novela de Tom Wolfe sobre un broker de Wall Street metido en un accidente que deriva en causa nacional y un periodista en la mala que busca la verdad y se encuentra con la celebridad, es de lo mejor de dos actores. Por un lado, Willis, que hace de su Peter Fallow una sátira del personaje cómico y bonachón de Moonlighting. Por el otro, de Tom Hanks, que pasa de ser un tipo con todas las de ganar a un tramposo que no desea perder. En el elenco hay dos trabajos femeninos descomunales: el de Melanie Griffith como la amante de Hanks, chillona y cursi, y el de la gigantesca Kim Catrall como la esposa que perdona todo "menos la televisión". La dirigió (de pie) Brian De Palma como lo que es, una auténtica sátira social que socava los cimientos de la corrección política antes de que se llamara así. (HBO Max)

El último boy-scout

Una de las mejores películas de Tony Scott, aquí Willis lleva al extremo a su "duro con problemas, vicios y un crimen tremendo por resolver". Con guión de Shane Black, creador de Arma Mortal y director de las geniales Iron Man 3 y Dos tipos duros, Willis tiene que resolver un enorme problema mafioso en el seno del foot-ball americano, acompañado de un ex jugador adicto a ciertas drogas (Damon Wayans) y a su propia hija de diez años, mientras vuelan las trompadas, las balas, las bombas y hasta los autos. Desaforada pero al mismo tiempo muy precisa, Willis pasa del desconcierto inicial a una agudeza producto tanto del sentido común como de la necesidad de proteger y protegerse. Sigue siendo de lo mejor del cine de acción de las últimas décadas. (HBO Max)

Looper

Esta es otra de esas películas en las que la melancolía tallada en el rostro de Bruce Willis permite darle una profundidad psicológica a la trama que supera el planteo inicial. Hay tipos que se dedican a viajar por el tiempo y matar por encargo, una suerte de cofradía o mafia. Uno de ellos (Willis) escapa del sistema y él mismo, pero más joven (Joseph Gordon-Levitt) tiene el encargo de matarlo. Los asesinos no conocen a sus víctimas, pero algo sucede aquí y las cosas se complican y hasta se transforman en una especie de western donde el amor se convierte en sacrificio. Quizás la mejor película de Rian Johnson, con un gran uso de las escenas de acción (muy originales) y una trama que no desdeña ni el toque Hitchcock ni el romanticismo desaforado. Hay muy pocas películas así.

 

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