Después de los premios

Cannes 2021: hora del balance en la "nueva normalidad"

La muestra más célebre del cine tuvo una edición extraña pero, por raro que parezca, casi "normal", a pesar de rumores y operaciones. Qué queda de Cannes 2021 y cómo encara el futuro. Único medio en la Costa Azul. Videos

Fernando E. Juan Lima (Especial desde Cannes)

Ya finalizado, el Festival de Cannes ofrece una panorámica interesante sobre el cine del presente y del futuro. La apuesta fue muy arriesgada: realizar un evento presencial, sin limitaciones de aforo, algo que generó debate y no pocas críticas. Críticas que, esta vez, fueron recogidas y amplificadas por las publicaciones especializadas Screen y Variety. ¿Interés periodístico o deseo de opacar el encuentro de cine global más relevante con la idea de que -sobre todo respecto del mercado- se opere una mudanza hacia otros territorios? 

El cruce de mensajes, aun sin referencias explícitas de uno a otro contendiente, fue bastante evidente. Mientras por lo bajo corrían rumores en torno a infectados, contagios, amenazas de restricciones o lock down, Thierry Frémaux aprovechaba cada intervención suya, aunque fuera en la presentación de una película, para señalar a las salas de cine como un lugar seguro, a descartar cualquier rumor ominoso. Según el director de la muestra, la positividad de los masivos testeos que gratuitamente se efectuaron fue ínfima, 1 en 5000 deslizó en la trasnoche del viernes en la presentación de Vortex, última realización del argentino Gaspar Noé. Es difícil conocer a ciencia cierta la cantidad de contagios (todos dicen conocer a un director, productor o comprador que se habría tenido que confinar por haber dado positivo) y no puede dejar de advertirse que muchos decidieron hacer "su festival" evitando los lugares que requerían pase sanitario. Lo que puede advertirse es que no existió un "brote" y eso que los controles fueron relativos.

Podrá discutirse si algunos riesgos asumidos fueron innecesarios o excesivos; lo cierto es que el Festival funcionó con una normalidad evidente. A diferencia del mercado (que como aquí comentamos, viró hacia la virtualidad con escasísima presencia en Cannes), Cannes demostró su actualidad y poderío. La afirmación de la idea de ver cine en el cine, de rescatar el encuentro, de que la alianza con los exhibidores en sala continúa fue efectuada con claridad y contundencia; y la presencia de producciones de Amazon, Apple TV y Disney habla de que en la disputa con las plataformas, la posición más virulenta es la de Netflix.

En lo cinematográfico, la muestra ha sido más abarcativa y diversa que de costumbre. Más comedias, más cine de género, más premieres mundiales. Si bien se notó la menor presencia de cine de América y Asia, la voluntad explícita de Frémaux fue la de "abrazar a los amigos". No dejó de destacar en cada ocasión que pudo la "pertenencia" al mundo-Cannes y cómo reconocía y recompensaría a los presentes en un año tan difícil. En todo caso, un festival que otorga un premio a la carrera de Marco Bellochio de manos de Paolo Sorrentino, que muestra al mundo la hermosa animación Belle de Mamoru Hososoda (una de las mayores ovaciones), que tiene a Spike Lee premiando un disparate punk como Titane de Julia Ducornau en una competencia con las últimas películas de Paul Verhoeven, Apichatpong Weerasethakul y Hamaguchi Ryusuke da cuenta de una vitalidad, de un desafío y un riesgo que desmiente a quienes hablan de la muerte del cine. Larga vida, pues, a la más popular de las artes.

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