Aunque repitiendo muchas veces la palabra cautela, el vicepresidente del BCRA, Gustavo Cañonero, celebró que el programa monetario, al que calificó como "un andamiaje medieval al que le agregamos algo de argentinidad con las bandas de intervención cambiaria", finalizó el segundo mes en el que la dinámica se dio tal como esperaba el Central. El tipo de cambio se mantuvo volátil pero sin disparadas al alza y las metas de agregados se sobrecumplieron.

"Después de dos corridas, el desafío era presentarle a la sociedad algo que sacara las dudas sobre la estabilidad nominal y fuimos a un sistema simple y austero para controlar lo que el BCRA puede controlar, que son los agregados monetarios. Sin pesos es difícil que tengas problemas nominales", .

Un informe del Observatorio de Coyuntura Económica y Políticas Públicas (OCEPP) planteó dudas: "Además del efecto recesivo de la política de altas tasas de interés, el riesgo de nuevas corridas cambiarias está latente, ya sea a través de un sell-off de activos en manos de no residentes - por u$s133.000 millones- o por retiros de depósitos en dólares, por u$s27.000 millones. Además, si el sector privado comienza a desarmar plazos fijos, por u$s50.000 millones, los bancos se verían forzados a vender sus Leliqs".