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Cine diferente para limpiar el paladar en MUBI

Para salir un poco de lo que nos presenta cada semana, puntualmente y sin falta, el gran multiplex, existen alternativas con ideas diferentes y formas nuevas. Lo que no implica aburrirse sino todo lo contrario. En Mubi hay mucho para revisar. Por ejemplo, estos filmes.

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Sabemos que el cine que nos rodea parece diseñado exclusivamente por el marketing. Siempre fue un poco así, pero en los últimos años, las urgencias económicas del campo audiovisual (y no poca desorientación, digamos todo) hacen que se haya hipertrofiado el gran espectáculo. Lo que nos lleva a pensar si hubo y hay otra cosa. Por suert todavía es posible encontrar en el presente y el pasado un cine diferente con ideas distintas, que nos llevan por otros lados. En Mubi, la plataforma dedicada a "cine de festivales" (para darle una característica, porque en realidad, ¿qué es eso?), tenemos unos cuantos ejemplos.

 

En 1982 se estrenó aquí Yo, Christiane F., 13 años, drogada y prostituida, del israelí radicado en Alemania Uli Edel (que también tuvo una carrera importante en Hollywood). La película fue destrozada por nuestra crítica de entonces, no menos que por la censura que la hizo prácticamente incomprensible. Era lo que contaba el título: la historia de una nena de trece años que termina metida en una pandilla de pibes dedicada al reviente. Pero era, es, un gran retrato de la desesperación moral de cierto momento. Hoy, además de ser una película infilmable (un poco, como dice la plataforma, antecedente de Kids, de Larry Clark), resulta un drama muy potente y original. Que, dicho sea de paso, se entiende porque no tiene los cortes criminales que le hicieron acá.

Veinte años más tarde, hubo un éxito global francés que, literalmente, no esperaba nadie. Se llamó Delicatessen y es probable que el lector la recuerde: la vida en un edificio retrofuturista rodada como si se tratara de una especie de historieta loca por Jean-Pierre Jeunet y Marc Caro (el primero, mucho antes de Amélie, y el segundo, responsable de la cuarta entrega de la saga Alien). Habían hecho antes un corto desaforado llamado Pas de repois pour Billy Brakko, pura historieta también, pero en Delicatessen rompieron todas las reglas y crearon un universo grotesco y cómico totalmente alejado no sólo del cine francés sino también de cualquier cosa que se hubiera hecho hasta entonces. Antecedente de la gran El milagro de P. Tinto (probablemente, y ya que estamos, el filme español más cómico jamás rodado), es la mezcla de los trucos publicitarios con el puro juego. Funciona todavía.

Uno de los mayores cineastas de la historia (top five, probablemente) es Buster Keaton. No sólo inventó un tipo cómico, sino que además logró cambiar las reglas del uso del universo físico en pos de la narración y la absoluta puesta en escena para mostrar el absurdo humano a pura risa. The Great Buster es un documental que narra su vida y fue realizado por Peter Bogdanovich, no sólo un enorme estudioso del cine clásico de Hollywood sino también uno de sus mejores realizadores. Para analizar y celebrar el cine de Buster Keaton (más moderno que Barbie y Oppenheimer por muchísimo, sin exagerar un ápice), aparecen desde Werner Herzog hasta Quentin Tarantino. Y los testimonios son absolutamente pertinentes. Puro cine de cine con cine.

Aunque "cine de cine con cine" puede ser la maravillosa Un cuento de cine, del maestro coreano Hong Sangsoo, y sí, sabemos que si uno escribe "maestro", el lector piensa "aburrido". Para nada: Hong es entretenido, hace comedias y dramas (siempre románticos) y aquí, como en la mayoría de sus películas, la ficción es doble: se habla de un rodaje y luego se muestra una película que es un reflejo de la primera historia. Lo que sucede en realidad es que la reflexión sobre el cine se va transformando en una sobre el amor, las relaciones, y la humanidad de sus personajes, siempre puntualmente equilibrados entre la neurosis y lo querible. No siempre es posible acceder a películas de este señor que está entre los mejores cineastas actuales, así que aproveche.

Si prefiere algo fantástico y grandote, está El cuento de los cuentos, del italiano Matteo Garrone. Son tres cuentos entrelazados que transcurren en el universo del cuento de hadas, con monstruos, hechizos y violencias varias, pero el realizador les da más de una vuelta (de tuerca y de estilo) para mostrar lo que funciona detrás de los relatos tradicionales. Y también, digamos todo, para divertirse con la pura invención de personajes y situaciones. El elenco es internacional y por ahí andan desde Salma Hayek a Vincent Cassel, desde John C. Reilly a Toby Jones. Pero incluso con este internacionalismo, se trata de un filme profundamente italiano en su búsqueda de estilo, en sus estallidos salvajes, en su recuerdo de ciertas tradiciones. Y además es al mismo tiempo oscuro y bello de ver. O sea, cuento de hadas para adultos, con todo el sexo y la violencia que escondían los mitos detrás de estos relatos.

Y para terminar este paseo por rarezas que son puro cine, vamos a una de las primeras películas de David Cronenberg. Sí, como dice John Carpenter, después se volvió intelectual, pero cuando era un loco lindo hizo películas desaforadas donde la ciencia, el horror y el sexo se combinaban de un modo único. Vinieron de dentro de... es la historia de un parásito que genera violencia y lujuria. Alguien lo quiere detener, pero Cronenberg prefiere el parásito. Divertida y salvaje, es de esas películas a las que la crítica tuerta no supo prestarle atención. Y ahí tienen, un autor de fuste.

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