Quienes estén interesados en tramitar la ciudadanía italiana, tienen parte del éxito asegurado si cumplen con un principio fundamental: el ius sanguinis (derecho de sangre). Este reconoce que la nacionalidad se transmite de padres a hijos de manera indefinida, siempre que ningún integrante de la línea familiar haya renunciado a su ciudadanía antes del nacimiento de su descendiente.

Esto significa que no importa si el antepasado directo es un padre, abuelo, bisabuelo o incluso un tatarabuelo: el derecho se mantiene intacto. Por eso, miles de argentinos con raíces italianas pueden acceder a la doble ciudadanía si logran demostrar la descendencia con la documentación adecuada.

 

Documentación necesaria para el trámite

Para acreditar la transmisión del derecho de sangre, es obligatorio reunir:

Partidas de nacimiento, matrimonio y defunción de toda la línea familiar hasta llegar al antepasado italiano. Certificado de no naturalización del ancestro en Argentina. Todos los documentos apostillados y traducidos al italiano por traductor público matriculado.

Los consulados italianos en Argentina son estrictos con los detalles: errores en fechas, nombres o localidades pueden frenar el expediente.

 

Cómo tramitar la ciudadanía italiana

Existen tres caminos principales para acceder al reconocimiento del ius sanguinis:

1. Trámite en el Consulado

Es la opción más común. Requiere turno previo y la espera puede superar los tres años debido a la gran demanda.

2. Juicio en Italia

Si no se consigue turno o el trámite queda trabado, se puede iniciar una demanda en tribunales italianos. Este proceso suele resolverse en plazos más cortos, aunque implica costos de asesoría legal.

3. Vía administrativa en Italia

Otra alternativa es fijar residencia en Italia y presentar el pedido directamente en la comuna correspondiente. Requiere permanecer en el país durante el trámite, que puede demorar menos de un año.