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Cuatro clásicos "raros" para redescubrir en Mubi

No todas las películas siguen la lógica cartesiana de las tres unidades, ni se concentran exclusivamente en narrar una historia. Aquí hay cuatro ejemplos de cuando el cine hace "otra cosa" y es excelente. Autores, climas, y ritmo para limpiarse un poco los ojos.

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El camino de los sueños

Quizás la mejor película de Davd Lynch, narra -¿narra?- la historia de una actriz que desea triunfar en Hollywood, se enamora y se pierde cayendo en la autodestrucción. Pero es Lynch: este es un hilo posible y las imágenes juegan constantemente con nuestras expectativas, con historias que quedan truncas, turistas que se convierten en cucarachas, la mirada satírica sobre el negocio del cine y, esto es indudable, una emotiva historia de amor y sexo entre dos mujeres. Lo de Naomi Watts -esta película lanzó definitivamente su carrera- es monumental y, algo que se dice poco, es una obra bella.

El sacrificio

Ya enfermo, Andrei Tarkovsky, prohibido en su Rusia natal, rodó este filme en Suecia, con el director de fotografía habitual de Bergman, Sven Nykvist. Narra, lo dice el título, un sacrificio: el de un hombre capaz de desprenderse de todo para evitar una guerra nuclear que destruya el mundo. Por cierto, es bastante más que eso y el estilo del realizador (que homenajea a Bergman y también, no es tan curioso, a John Ford) crea movimientos casi hipnóticos, formas nuevas de mostras aquello que imagina. Con el tiempo, esta película se volvió un clásico absoluto. La verdad, lo merece.

Días perfectos

Este filme de Wim Wenders -otra oportunidad en la que el alemán estuvo cerquísima del Oscar, dicho sea de paso- es casi un ejercicio de meditación. Hay un hombre que limpia baños y es a él a quien seguimos. Pero la película va mucho más allá: se interroga por la idea de felicidad en sí misma, qué es, cómo se la representa, cómo se la consigue. Plácida pero no morosa, Días... es una meditación, sí, pero realizada alrededor de personajes que queremos mirar y a quienes queremos seguir. Probablemente sea de lo mejor de Wenders.

La chica de la fábrica de fósforos

Aki Kaurismäki es de esos realizadores difíciles de clasificar. No porque sus películas sean incomprensibles sino todo lo contrario: son bien directas y uno nunca sabe hasta qué punto ejerce el melodrama social o la sátira, dado que ambas aparecen mezcladas. La chica... es un melodrama, por cierto, con una joven que busca el amor y queda aleatoriamente embarazada. Y a partir de alli es... bueno, otra cosa que puede hacer reír a carcajadas o temer. Una forma de hacer cine que sólo conoce Kaurismäki.

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