Cuatro filmes más allá de la ciencia ficción en Star+
Con la excusa de un viaje en el tiempo o un raro tipo de cirugía, grandes autores han creado verdaderos cuentos filosóficos a los que no les falta espectacularidad. Varios de ellos están en Star+ y merecen ser descubiertos.
Ad Astra es un filme que pasó inadvertido a pesar de su gran despliegue visual y el protagónico (perfecto) de Brad Pitt. Realizada por James Gray, uno de los pocos grandes realizadores americanos de hoy, es una versión "en el espacio" de El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad o, si prefiere, de Apocalypse Now. Un astronauta debe encontrar a un científico que, en busca de vida extraterrestre, está "más allá" de todo y pone en peligro la Tierra. El problema -y Gray construye un conflicto notable- es que es su padre y debe convencerlo de entrar en razón o matarlo. De un rigor estético absoluto, es tanto una gran aventura como un drama interior.
Opera prima del prometedor (y ahí quedó...) Josh Trank, combina el género "registro encontrado" (como The Blair Witch Project) con las películas de superhéroes, y en última instancia construye un melodrama sobre el poder que va de lo divertido a lo temible siempre con una mirada al mismo tiempo vertiginosa y al sesgo. Un grupo de adolescentes recibe superpoderes, pero ejercitarlos los lleva demasiado lejos, más allá del bien y del mal. Por momentos, perturbadora en un sentido casi filosófico, sin por eso perder espectacularidad.
Déjà-VuHay un atentado terrorista. Luego, una invención que permite "ver" lo que pudo haber pasado para capturar al criminal. Pero no: resulta que el viaje en el tiempo es una realidad. Con ecos de Vértigo y momentos de una creatividad pocas veces alcanzada en el cine de gran presupuesto (la persecución a un auto que pasó un día antes, por ejemplo), es de lo mejor que realizó Tony Scott. Por otro lado, un filme de un romanticismo poco frecuente en el cine de nuestros tiempos, sin ninguna vergüenza.
ContracaraUn criminal y un policía intercambian rostros y, azar tras azar, terminan viviendo cada uno la vida del otro. La cantidad de secuencias brillantes de este filme de John Woo ya clásico apabulla. Pero lo más notable es cómo se las arregla para contar un melodrama familiar y una especie de investigación social y psicológica sobre sus personajes principales, interpretados de modo desaforado y perfecto por Nicolas Cage y John Travolta. Una máquina narrativa llena de sorpresas que nunca pierde coherencia.