David Fincher, el mejor retratista del Mal en el mundo de hoy
Uno de los mayores cineastas contemporáneos -y también, de los últimos de estilo clásico- estrena en Venecia este año una película. Gran motivo para revisar parte de su filmografía, presente en HBO Max. Para ver un retrato oscuro del mundo que nos rodea.
Este año se estrena una película de David Fincher, y aunque su última producción (Mank, nominada a varios Oscar, en Netflix) no fue de lo mejor de su filmografía, es un acontecimiento. Fincher es uno de los más importantes realizadores contemporáneos y tiene un mundo propio, uno donde el Mal (así, con mayúsculas) aparece con fuerza y amenaza la estabilidad del universo. Además de ser uno de los últimos creadores adeptos al clasicismo, es decir una forma de filmar que deja de lado la sobreactuación del director y coloca al espectador como testigo de las acciones. Un testigo angustiado e impotente, por cierto.
The Killer, su próximo filme protagonizado por Michael Fassbender, lo lleva de nuevo al campo de la muerte y lo oscuro. En HBO Max puede verse, como sigue, la parte más sustancial de su filmografía.
Su ópera prima fue Alien 3 (puede verse en Star+), que continuaba la historia de Ripley donde la había dejado James Cameron en su monumental Aliens, el regreso. Pero luego pasó a su primer criminal, su primer asesino serial. Seven-Pecados capitales, es la historia de un señor que decide castigar al mundo con el puro espectáculo de la muerte, y enreda en ellos a dos detectives: uno veterano a punto de retirarse (Morgan Freeman) y otro, joven, que aún cree en la bondad humana. El clima opresivo, de lluvia constante, en esa semana donde, cada día, aparece una víctima de un pecado capital contrasta con uno de los finales más apocalípticos filmados por el cine en las últimas décadas. Aunque puede parecer que hay una vuelta de tuerca tramposa, lo que cuenta es la presencia del mal irracional, de la pura destrucción por sí misma del mundo, encarnada en una actuación tremenda de Kevin Spacey. Incluso hoy es una película que inquieta al espectador.
Fincher también hizo lo que podemos describir como "película de culto", El club de la pelea, donde Edward Norton y Brad Pitt interpretan a las dos caras de una moneda totalmente satírica. La película fue acusada de reacionaria: en parte, como el personaje de Spacey, condenaba explícitamente a través de la violencia y de la (i)lógica las perversiones de lo contemporáneo. Casi medieval en ese sentido, en realidad con el paso del tiempo se convirtió en la sátira más contundente acerca de esa maldad, ese hastío por el mundo, que todos llevamos dentro. Por momentos hilarante, también es uno de los filmes más originales de las últimas décadas.
Probablemente su mayor obra maestra sea Zodiac, otro encuentro con el asesino serial aunque esta vez basada en un caso real, la del "asesino del zodíaco", que puso en vilo a la ciudad de San Francisco entre finales de los años sesenta y principios de los setenta. Un dibujante (Jake Gyllenhaal), un detective (Mark Ruffallo) y un periodista (Robert Downey Jr.) se dedican a la cacería, casi sin esperanzas, de este asesino de parejas enamoradas que quiso, además, ser noticia en los diarios. Sin embargo, Fincher logra no sólo crear un auténtico suspenso y un misterio alrededor del caso, sino profundizar en los motivos, no siempre altruistas, de los tres personajes principales. En el fondo, como pasa con las demás películas del autor, el Mal está dentro como una fascinación y una obsesión que también afecta a los que están del "lado correcto" de la moral.
En un principio, La red social parecia apenas un "chivo" de Facebook, cuando apenas comenzaba el auge de las redes sociales. Parece una biografía de Mark Zuckerberg, pero en realidad es absolutamente otra cosa. Como Matrix, pone en juego el tema del actual universo, en el que vivimos con un pie en lo real y otro en lo real. Pero también cuenta la entretela, lo que sucede detrás de los grandes negocios. La película es, en cierto sentido, la crónica de la creación de un universo alternativo, y de algún modo toca temas metafísicos. "Todo mito de la creación requiere un Satán", se dice cerca del final de la película, que transforma, en un giro sorprendente, a ese "creador" en una víctima o un prisionero de su propia invención, como el Diablo en el Infierno. La metáfora mitológico-religiosa no es tirada de los pelos: está en el propio guión del gran Aaron Sorkin.
Un buen ejemplo de adaptación cinematográfica es La chica del dragón tatuado, que lleva la famosa novela (que ya había sido adaptada en Suecia) a un nuevo nivel con la actuación extraordinaria de Daniel Craig y Rooney Mara. Fincher opta por combinar el misterio con la extraña relación entre los dos personajes, otra vez dos caras de la misma moneda (la contenida y racional, la vengativa y violenta) entre las que se establece una extraña clase de ternura. Aquí el Mal es difuso, nuevamente un poco en todas partes, pero tiene, finalmente una encarnación (además, una encarnación política: nada es peor que un nazi) que muestra todo lo oscuro que nos rodea.
Y finalmente Perdida, otra adaptación que es lo más parecido a una comedia satírica que creó Fincher. Una chica (genial trabajo de Rosamund Pike) desaparece, pone a su marido (Ben Affleck) en el centro de la atención y, luego, de las sospechas. Manipula (porque todo el cine de Fincher es sobre la manipulación) hasta su propio cuerpo para crear una ficción perversa en la que puede hacer cualquier cosa que deseee. No está de más, de paso, analizar la relación entre el arte (aquí literario) con la realidad. Perdida es un retrato de lo psicópata que va mucho más allá de los lugares comunes, una película al mismo tiempo transparente y desconcertante.