De Perón al tentempié, una crónica sobre la corrosión del Salario Mínimo
Mientras el ingreso mínimo oficial está por debajo de la línea de pobreza, estimaciones gremiales lo ubican en más de $2 millones. Historia, encuadre legal y el reclamo por un piso que debe garantizar derechos
Bajo las condiciones que establece la Constitución Nacional, el Salario Mínimo, Vital y Móvil (SMVM) debería ser en estos días de $2.258.324, según la estimación de un sector de la cátedra económica, social y gremial. Fundamentos históricos —y por ende políticos— se conjugan desde hace décadas para que ese haber base sea, en cambio, desde el primer día del corriente mes, de apenas $317.800.
Ya se sabe, el “había una vez” de las secuencias económicas y salariales remite al pasado; la recorrida por una línea de tiempo y el arribo al presente con paritarias pisadas, salarios a la baja e inflación, según describen las centrales obreras. Desde ese repaso, algunos investigadores trazan un hito: el 20 de diciembre se cumplirán 80 años de la promulgación del decreto 33.302. Fue impulsado por Juan Perón desde la Secretaría de Trabajo y Previsión, para establecer el aguinaldo, crear el SMVM y el Instituto Nacional de Remuneraciones, entre otros derechos. La firma del decreto fue del entonces presidente Edelmiro Farrell.
Antes de detallar el deterioro no casual del haber mínimo, en datos duros, el economista Sergio Arelovich —coordinador del Mirador de la Actualidad del Trabajo y la Economía (MATE)— remarca que aquel decreto habilita una línea de continuidad normativa: desde la reforma constitucional que consagró el artículo 14 bis, hasta la Ley de Contrato de Trabajo de 1974.
Esta última norma, recordó, “fue la primera que avasalló la dictadura cívico-militar, bombardeada a punto tal de quitarle un tercio de lo que establecía, con el agravante de que la democracia que supimos conseguir en 1983 nunca restauró ese contenido seccionado”.
Arelovich destaca que el decreto de Perón, “que muchos aseguran ya estaba escrito antes del 17 de octubre de 1945”, planteaba debates que hoy siguen vigentes. Enfatizó incluso que ese decreto no dan lugar a dudas sobre: “si el salario debe estar determinado por el mercado o en base a las necesidades de los trabajadores”.
Consultado por BAE Negocios y el programa El Social Argentino (Radio Gráfica), el analista sostuvo que solo tomando estadísticas oficiales, nacionales y provinciales, sobre ingresos, pobreza, canastas y poder adquisitivo, puede concluirse que hoy los salarios deben definirse en función de quienes trabajan, y no del mercado.
Que el debate actual atraviese esos ejes, y que recupere el valor agregado de aquel decreto fundacional, “hace a una instancia que debería ser tomada en real valor por la CGT y las dos CTA, cosa que no sucede”, lamentó Arelovich. Con ejemplos concretos, el economista subraya que tomando el decreto de Perón, la Ley de Contrato de Trabajo y el artículo 14 bis, se disponen herramientas claras para reclamar sueldos dignos. Algunas organizaciones sindicales ya lo hacen. Una de ellas, es la Federación de Aceiteros, la cual estimó —con datos de un trabajo de Arelovich y el equipo del MATE— que el ingreso necesario en junio de 2025 para cubrir una canasta básica plena fue de $2.258.324 brutos, lo que equivale a un ingreso neto de $1.829.242.
La Constitución Nacional, en su artículo 14 bis, consagra el derecho de todo trabajador a percibir un SMVM que garantice condiciones de vida dignas. Este principio fue recogido por la Ley de Contrato de Trabajo (20.744), que establece que el salario mínimo debe permitir cubrir alimentación adecuada, vivienda, educación, vestimenta, salud, transporte, esparcimiento, vacaciones y previsión.
A partir de ese marco normativo, la Federación de Aceiteros elabora desde hace años una estimación alternativa del SMVM, basada en el costo actualizado de una canasta de consumo familiar.
El informe a junio de 2025 señala que para cubrir esa canasta, el ingreso bruto necesario alcanzó los $2.258.324. El cálculo toma como referencia la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares (ENGHo) 2017-2018 del INDEC, considerando hogares con jefe asalariado formal, jornada completa y secundario completo.
La actualización se realiza según la variación mensual del IPC. El valor resultante, claramente superior al SMVM oficial vigente, apunta a expresar el verdadero piso salarial para garantizar derechos sociales básicos.
Otro indicador relevante es el que publica la Dirección General de Estadísticas y Censos (DGEyC) de la Ciudad de Buenos Aires, que mide la “Canasta Total”. La cual fija el umbral para una vida socialmente aceptable, aunque excluye gastos como turismo, tabaco, servicio doméstico y vehículos particulares.
En mayo de 2025, ese umbral fue de $1.494.546 netos para una familia tipo propietaria. En caso de no tener vivienda, el ingreso requerido se eleva a $2.206.253 netos. Con aportes incluidos, el salario bruto necesario asciende a $1.845.119 para propietarios y $2.723.769 para inquilinos.
La vida es una monedaAdemás de expresar un umbral de dignidad laboral consagrado en la Constitución, el SMVM tiene efectos concretos en la vida cotidiana y en las políticas públicas. De manera directa, incide en programas sociales como lo fue el Potenciar Trabajo, la asistencia social vinculada a dicha tónica continúa bajo un nuevo formato y con un pago mensual de $78000, en becas de formación, subsidios y en las prestaciones por desempleo. Es referencia también en topes para embargos salariales y en la actualización de ciertas reparaciones judiciales. Aunque su monto oficial, lejos del que “debería ser”, está muy por debajo de las estimaciones necesarias para sostener una vida digna, por definición formal sigue operando como un valor ancla en el sistema laboral argentino.
“La ruta del tentempié”El INDEC, por su parte, publica mensualmente la Canasta Básica Total (CBT), que define la línea de pobreza en el Gran Buenos Aires. Para mayo de 2025, esa línea fue de $1.110.624 netos para un hogar de cuatro integrantes, lo que implica un salario bruto de $1.371.141. El contraste entre ese nivel de ingreso mínimo para no ser considerado pobre y el SMVM calculado por la Federación Aceitera, que lo triplica, revela con nitidez la distancia entre los ingresos reales y los derechos constitucionales.
Apelar, como condimento cultural, a una creación de Charly García —La ruta del tentempié— permite graficar la noción de alimentos que se consumen entre comidas para “mantenerse en pie”. Léase: no alcanzan a satisfacer el hambre físico ni simbólico. Lo dicen los expertos; es como el SMVM una potente deuda interna.