Del 28D al 3J, ya nada será igual
En general, hace falta ver las cosas para terminar de confirmar las creencias, incluso las certezas. La gestión de Macri se desintegró el 28 de diciembre de 2017. Aquella tarde, Marcos Peña confiaba en que su poder de persuasión alcanzaría para transmitir armonía entre Adolfo Sturzzeneger y Nicolás Dujovne. Los propios aludidos, a su diestra y siniestra, daban cuenta de la lejanía de sus intereses, en gestos y palabras. Al gran simulador del macrismo se le había descubierto el truco, y la intención de mostrar unidad solo a base de carisma marcó, en realidad, el principio del fin. La confiabilidad desapareció para siempre.
De aquel verano a este frío otoño. Protagonistas distintos, conflictos distintos, pero la misma sensación del rey desnudo pavoneándose en público para pasar del respeto reverencial a la risa. Alberto Fernández y Cristina Kirchner no se veían desde el inicio de las sesiones ordinarias, una cita a la que no están a tiro de excusas para evitarse.
El coro de subordinados que repite día a día que son positivas las discusiones dentro de una alianza de gobierno estaba cuidadosamente ubicado para cumplir con su rol ante las palabras de uno y otro. No hacía falta que fingieran afinidad, el gesto era lo que contaba. Volvían a mostrase juntos y eso era suficiente para justificar la continuidad.
Pero las palabras los traicionaron. Desde las PASO del año pasado, las diferencias fueron presentadas de muchas formas. Entre los más allegados al jefe de Estado se habló por ejemplo de diferencias en el ritmo de ejecución de las políticas sobre la base de un idéntico objetivo. Menos correctos, desde los sectores más cercanos a la ex jefa de Estado se cuestionaban políticas concretas. "Los caminos encarados nos llevan a destinos no deseables", podría resumirse.
Un 3 de junio, en una cuasi cadena nacional, Alberto y Cristina vinieron a revelar que, en definitiva, peleaban por negocios. Lo aludió ella en reiteradas oportunidades. El Presidente se vio obligado a contestar y no pudo evitar mencionar a Techint, inmerso en un juego de reproches impresentable.
Ya no se habla de cómo distribuir mejor o cuál es la receta más efectiva para bajar la inflación. La caída de uno de los imprescindibles del Gabinete tuvo como detonante una licitación. Ya nada será igual.