Adiós al Manhattan porteño: demolerán un bar ícono de los 90 y revive la nostalgia de otros lugares famosos

Se despide la réplica de la torre Chrysler de Nueva York.

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El barrio de Belgrano le dice adiós al Manhattan Club Grand Café, ubicado sobre la avenida Cabildo esquina La Pampa.

Inaugurado en diciembre de 1995, fue considerado un símbolo de los ’90, época en la que reinaba el menemismo. Su cúpula es una réplica en miniatura de la torre Chrysler de Nueva York. La autorización para demolerla deja al barrio sin un ícono que hizo historia.

La esquina ya era famosa, porque desde la década de 1970 hasta 1993 funcionó la confitería Salamanca, recordada por sus exquisiteces. Un grupo de 30 gastronómicos se unió para crear un lugar único, que no pasara desapercibido. 

Contrataron al estudio de arquitectura Kicherer & Bardach y le pidieron un lugar que expresara lo que se vivía en Buenos Aires en los 90. Un país y una ciudad en ebullición, donde reinaba el 1 a 1 y la Convertibilidad permitía que muchos porteños se sintieran como en Nueva York.  

El arquitecto Leandro Bardach cumplió al pie de la letra la consigna y creó un lugar que se convirtió en referencia en Belgrano.

Sobre la cúpula señaló que fue algo que imaginó  "cuando todavía estaba ahí la anterior confitería, Salamanca, que ya estaba cerrada y la iban a demoler".

"Cuando me contactan los inversores para hacer esto, yo vi esa esquina como un punto muy especial de Belgrano, porque ahí hace como un quiebre la calle, cambia suavemente unos grados de dirección. En esa época Cabildo ya tenía una polución visual importante de carteles. Entonces había que hacer un gesto que realmente resaltara. Y yo pensé que, al ser una esquina, la mismísima esquina tenía que tener una voluntad vertical, algo vertical que fuera más allá del techo”, explicó

 

Manhattan Club Grand Café de Belgrano creado en pleno "1 a 1"  

En Instagram, el arquitecto Bardach posteó imágenes del bar. No se le escapó ni un detalle y describió: “Esta barra bajo la cascada y el techo vidriado, forma un verdadero escenario para el servicio. Como continuidad de la cocina, es activadora y dinámica en la mejor tradición de la gastronomía. El acero inoxidable performa un art deco sobrio y eficaz. El piso de geometrías diagonales y la madera de vetas encontradas en los paneles verticales, movilizan el espacio de abundante luz natural”.

En otro posteo mostró el bar en el que se podia desayunar, almorzar, merendar, tomar un aperitivo, cenar y trasnochar todo rememoraba a Nueva York. “Manhattan Club, Night and Day. Así como el tema de Cole Porter. Porque es todo homenaje a la isla y sus resonancias. La planta alta como gran balcón. La luz natural lleva el día a este espacio central de la barra y la cascada. La noche brilla cálida en apliques de opalina y gargantas difusoras”, dijo

En noviembre de 2023, el arquitecto comenzó a detallarlo todo desde su cuenta de Instagram: “Más imágenes para entender la propuesta de este espacio. El ingreso en la misma esquina/ochava de la avenida Cabildo y La Pampa, un enclave comercial de gran actividad. La doble altura bañada de luz que corresponde a la barra, la cascada y la gran claraboya, es como un nuevo exterior dentro del salón. Casi todo el perímetro que limita con la vía pública está aventanado y las pilastras intermedias revestidas en madera lustrada hasta los 2,00 metros y enteladas en su parte superior para recibir los apliques diseñados de opalina y acero inoxidable. Los cielorrasos muy elaborados con iluminación indirecta y difusores de aire acondicionado”. 

Sobre la planta alta “el gesto curvo de la planta alta está suspendido por tensores para eliminar toda interrupción visual y funcional que varias columnas hubieran ocasionado. La escalera gravita escultórica y con un arranque muy ancho para subrayar la accesibilidad vincular entre ambas plantas. El recurso del descanso para acceder a los sanitarios a 3/4 del recorrido es una forma eficaz de acortar la perspectiva de ascenso. Todo el grand café honra no sólo al New York de los 30s y 40s, sino que expresa el signo social y político que Buenos Aires vivía en los dolarizados años 90”.

La inauguración fue muy esperada por los vecinos y hasta que cerró por la pandemia, todos iban a este clásico. Cuando cerró toda la gastronomía tras el aislamiento por el Covid-19, este espacio que tenía una gran cantidad de personal y todos con muchos años no resistió. 

Los empleados formaron una cooperativa y lo reabrieron para poder sostener su fuente de trabajo. Ya no fue lo mismo, faltaban inversiones para poder sostener semejante estructura.  En abril de este año, no aguantaron más y cerraron las puertas.

Todo el barrio quería saber que pasaría con ese frente y hace unos días se conoció la noticia de que la cúpula será derribada. Los que saben dicen que es posible conservarla, pero tendría un costo importante el poder resguardarla. 

Locales gastronómicos históricos que cerraron sus puertas  
Hermann, el bodegón alemán que hizo historia en Palermo 

Poco a poco se van perdiendo lugares que marcaron época. En el barrio de Palermo muchos recuerdan todavía al Hermann, un bodegón alemán ubicado en Santa Fe y Armenia que en 2017 cerró sus puertas porque al dueño, Manolo Barral no le renovaron el contrato. El dueño del local recibió una propuesta imperdible para demolerlo y construir un edificio. Fundado en la década del 40, se remató todo para poder pagarles a los empleados y así terminó otro clásico porteño.

En la Costanera también cerraron clásicos como Clo Clo, cerró en el 2018, luego de haber estado abierto más de tres décadas. Su dueño era Víctor Losada, lo hizo brillar. Fue el elegido de músicos como Luis Miguel, el preferido por los Reyes de España, entre otros. Con la muerte de don Víctor, se hizo cargo de todo su hija Karina Losada junto a Anselmo Rota. El coqueto restaurante tenía 80 empleados y los números no daban. Un día de repente los trabajadores se presentaron y lo encontraron cerrado. La dueña los citó en un lugar de comida rápida para ofrecerles una suma que no alcanzaba ni el 10% de lo que debían cobrar de indemnización. Los empleados hicieron lo imposible por cobrar, pero no llegó ninguna propuesta. Hoy no queda nada y el lugar se convirtió en un salón de fiestas.

 

Clo Clo el famoso restaurante de la Costanera que cerró y no pagó la indemnización de sus 80 trabajadores 

 

 

 

  A pocos metros de Clo Clo, estaba Los Años Locos un ícono de la gastronomía los 70, 80 y hasta los 90. Un lugar con 500 cubiertos y un promedio de 34.000 servicios mensuales. Creado por la familia Mattei, era el lugar elegido por todos los famosos de todo el mundo. Estaba abierto hasta las 6 de la mañana y era común encontrar a toda clase de personajes famosos: desde Diego Maradona, Pelé, Freddie Mercury hasta Julio Iglesias que hasta se hacía llevar de ahí la comida a su hotel. En 1996, los dueños vendieron el local y en 2001 pasó a llamarse Aquellos Años hasta su cierre.

 

Los Años Locos fue el restaurante favorito de los famosos, luego se llamo Aquellos Años 

 

Otro de los bares porteños más recordados fue el bar La Paz, ubicado en la esquina de Montevideo y Corrientes. Fundado en 1944, este Bar Notable, fue el lugar elegido por intelectuales y bohemios. Apenas llegó la pandemia cerró sus puertas, pero con la promesa de reabrir. Nunca reabrió y la misma esquina que vio pasar a Rodolfo Walsh y David Viñas, entre muchos otros, se convirtió en un restaurante de sushi, nada más lejano a aquellas épocas. 

 

 

El bar La Paz, un Bar Notable de la calle Corrientes con mucha historia

En las mesas del bar La Paz se arreglaba el mundo, o por lo menos se intentaba. Todas las noches, se daban grandes debates y eternas charlas. En 1967, la periodista Lilia Ferreyra vio, por primera vez en La Paz, al escritor Rodolfo Walsh. Cuenta Juan Francisco Vilches en Agenda 365 que ese día, Walsh le autografió el libro Un kilo de oro. Lilia volvió muchos veces a ver si lo veía y nunca más se lo cruzó en La Paz. Recién separado de su tercera mujer, Piri Lugones, habían hecho un trato. “Para no cruzarse, Rodolfo tenía prohibido ir a los bares de mano izquierda de Corrientes, bajando al Obelisco, y Piri tenía prohibido ir a los bares de mano derecha. Rodolfo solo incumplió la promesa aquella tarde cuando conoció a Lilia”, contó Vilches. Años más tarde, se reencontraron el Chiquilín y se convirtieron en compañeros inseparables.  

David Viñas iba siempre, elegía la mesa de la ventana. Cuando se abrió el área para fumadores siempre quería ir al “fumadero”.  Cuentan que La Paz fue testigo del primer encuentro con su nieta, hija de uno de sus dos hijos desaparecidose. Cuando volvió del exilio durante la dictadura, enseguida quiso ir a La Paz, tenía la esperanza de volver a reencontrarse con todos sus compañeros de aventuras. El golpe militar obligó a exiliarse a muchos de sus habitués.

Así, poco a poco, Buenos Aires va perdiendo sus bares y restaurantes que marcaron época. 

 

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