NEUROCIENCIA

Deporte y cerebro

La concentración atencional se produce trabajando con un solo punto y en el presente

Ignacio Brusco

"El deporte delega en el cuerpo algunas de las virtudes más fuertes del alma: la energía, la audacia y la paciencia"

Jean Giraudoux

El vínculo entre deporte y cerebro ha acaparado cada vez más la atención de científicos y profesionales del ámbito deportivo. Más allá de los beneficios físicos ampliamente conocidos, el impacto del ejercicio en el sistema nervioso abre la puerta para la comprensión integral del rendimiento humano. La neurociencia aplicada al deporte, aunque aún en desarrollo, está mostrando no solo la respuesta del cerebro ante el ejercicio sino también que puede entrenarse para optimizar habilidades motoras y aspectos fundamentales en el ámbito competitivo.

Si bien son muchos los beneficios que el deporte genera en el cuerpo humano, incluyendo al cerebro, está demostrado que aquellas personas que realizan ejercicio incrementan hasta tres años su expectativa de vida, mejorando también la calidad de la misma. Una relación, todavía no muy estudiada, entre la actividad deportiva y el sistema nervioso es la aplicación de la neurociencia en la actividad deportiva, especialmente en el aspecto competitivo. Es así como en muchos deportes no se ha instalado aún este concepto, aunque ya en algunos de corte individual (como los atléticos o el tenis) se está comenzando a difundir.

El practicar un deporte implica activar sistemas motores inconscientes que trabajan en la subcorteza cerebral. Estos son regulados por otros sectores corticales inconscientes (corteza premotora) y conscientes en un permanente ida y vuelta. Lo importante para aumentar el rendimiento es poner el foco en la tarea deportiva que se realiza, con la menor interferencia posible. Es decir, lograr una convergencia atencional. En esto se trabaja con la técnica de conciencia focalizada y en la conciencia plena (mindfulness). La concentración atencional se produce trabajando con un solo punto y en el presente. Los ejercicios sobre esta capacidad son claves para mejorar tanto eficiencia motora como la práctica deportiva.

Que la conciencia no esté presente en los momentos en los que el actor motor necesita velocidad y precisión permite que zonas motoras inconscientes actúen por talento, experiencia y práctica y no por la razón. Cuanta menos interferencia exista, mejor será la acción deportiva realizada. Esta intersección puede abarcar desde una dispersión por factores externos (como el público o el jurado) o por factores internos (como problemas personales o enojos excesivos).

Existen varios sectores del cerebro que intervienen jerárquicamente sobre la actividad motora, desde la motivación para realizar una actividad hasta el pensamiento del acto motor que utiliza nuestra corteza cerebral. Este último es independiente del acto, pues solo pensando el movimiento (sin moverse) se activa parte de la corteza (motora suplementaria). Luego se va ajustando el proceso motriz en zonas que llegan hasta la médula espinal, perfeccionando de esta forma el acto. Es importante también considerar el sistema sensorial en cada movimiento.

Varios estudios demostraron que el cerebro se acostumbra a un instrumento y comienza a procesarlo como parte del cuerpo. Así, elementos como una raqueta se terminan transformando en una extensión corporal.

Un estudio realizado por la Universidad de Milano-Bicocca que fue publicado en Trends in Cognitive Science reveló que neuronas del lóbulo temporal se activan tanto cuando se mueve la mano que toca un instrumento como cuando se mueve solo un utensilio recién empleado. Se producen así movimientos articulados con esa herramienta y se procesa al mismo como parte se sí. Esta capacidad se asocia con otra función, que es la posibilidad de anticipación. Por ejemplo, los tenistas anticipan en forma inconsciente dónde va a destinarse una pelota al recibir un saque. En esto no solo participa el sistema visual, pues en un comienzo la visión sola no sería capaz de responder a una pelota que se aproxima a 180 kilómetros por hora. Es decir, existe una capacidad anticipatoria en la respuesta ejecutada. Son importantes aquí el sistema de movimientos oculares rápidos y la capacidad de realizar múltiples tareas (multitasking) para salir airoso de actividades tan abruptas y rápidas. Diversos trabajos mostraron que esa conjunción entre hombre y objeto también puede ser entre hombre y hombre. En los deportes que se realizan en equipo, y cuando se efectúa una actividad coordinada, se llega a organizar una interacción cerebral al unísono. Se logró demostrar con electroencefalogramas que se sincronizan solo cuando se actúa en equipo.

Existen múltiples posibilidades cerebrales en el trabajo deportivo que dependen del talento. Conocerlas y desarrollarlas conducirá a incremetar significativamente la eficacia del atleta.

El deporte no es solo un desafío físico sino también un campo donde el cerebro demuestra su capacidad de adaptación, coordinación y optimización. Comprender los procesos cerebrales detrás del rendimiento deportivo puede modificar también cómo percibir nuestras propias capacidades. Al desarrollar técnicas que potencien la relación entre el cerebro y el cuerpo se abre un horizonte donde el talento natural, perfeccionado por el conocimiento neurocientífico, puede llevar al atleta a alcanzar niveles de excelencia inesperados.

Esta nota habla de: