El núcleo de la Tierra está cambiando de forma, según un estudio publicado en la revista científica Nature. Este descubrimiento, basado en la comparación de ondas sísmicas generadas por terremotos durante las últimas tres décadas, podría marcar un antes y un después en la comprensión del funcionamiento interno del planeta.

Los investigadores observaron que las ondas sísmicas que atravesaron el núcleo interno mostraban patrones diferentes a lo largo del tiempo, mientras que las que no lo hicieron mantenían una forma constante. Esto sugiere que el corazón sólido de la Tierra no solo rota, sino que también cambia de forma, un fenómeno hasta ahora inexplorado.

¿Qué es el núcleo de la Tierra?

El núcleo terrestre se divide en dos capas principales:

Núcleo externo: líquido, compuesto mayormente por hierro fundido. Núcleo interno: sólido, también de hierro, pero sometido a presiones tan altas que permanece rígido.

Este núcleo interno, del tamaño aproximado de la Luna, ha sido históricamente considerado estático, aunque se sabía que rotaba lentamente respecto al resto del planeta. Sin embargo, el nuevo estudio indica que su estructura física podría ser más dinámica de lo que se creía.

Cómo descubrieron el cambio de forma del núcleo

Un equipo de científicos analizó 128 terremotos ocurridos entre 1991 y 2023 frente a las costas de América del Sur. En total, identificaron 168 pares de ondas sísmicas que pasaron por el núcleo interno en momentos diferentes.

Las ondas que no atravesaron el núcleo mostraban un patrón idéntico en cada par, lo que confirmaba que no hubo cambios en esas zonas.

Pero en las que sí atravesaron el núcleo interno, las diferencias eran claras, lo que indicaba que su estructura interna había cambiado.

Este análisis sugiere no solo una variación en la velocidad de rotación del núcleo, sino también una modificación en su forma, lo que representa un hallazgo inédito.

¿Por qué cambia de forma el núcleo de la Tierra?

Los investigadores plantean dos hipótesis principales:

Convección en el núcleo externo: el ascenso de material más caliente genera una atracción magnética sobre el núcleo interno, deformando su borde menos viscoso. Interacción con el manto inferior: las estructuras profundas del manto terrestre podrían influir directamente sobre la forma del núcleo sólido.

Ambos procesos están vinculados al dinamismo térmico y magnético del interior terrestre, lo que refuerza la idea de que el planeta está en constante evolución.

Implicancias para el campo magnético y los días terrestres

El núcleo interno de la Tierra juega un papel crucial en la generación del campo magnético terrestre, ya que su movimiento afecta la dinámica del núcleo externo líquido. Por eso, un cambio en su forma o rotación podría influir directamente en el comportamiento del campo magnético, con posibles consecuencias en la protección natural del planeta frente a la radiación solar.

Además, este movimiento interno puede estar relacionado con variaciones minúsculas en la duración del día, fenómeno que los científicos también están investigando.

Un nuevo capítulo en la geofísica

El descubrimiento plantea una nueva era en el estudio de la Tierra profunda. Hasta ahora, se consideraba que el núcleo interno era estable y predecible, pero este hallazgo sugiere lo contrario. Los autores del estudio advierten que se necesitan más datos sísmicos y mediciones para confirmar estos cambios y comprender su frecuencia, origen y consecuencias.

Los expertos ya están ampliando el análisis a otras regiones del planeta y a terremotos de gran magnitud ocurridos en otras décadas. Cada nueva observación podría aportar pistas clave sobre cómo evoluciona el núcleo y qué señales deja en la superficie terrestre.

¿Qué puede pasar en el futuro?

Aunque los cambios observados son imperceptibles a simple vista, podrían tener un impacto profundo en la geodinámica terrestre. Desde variaciones en la actividad volcánica, hasta alteraciones en el campo magnético, los efectos potenciales de un núcleo en transformación merecen ser investigados con mayor profundidad.

El estudio, publicado en Nature, marca un avance fundamental para la geofísica moderna, abriendo la puerta a una comprensión más completa de los procesos ocultos que moldean nuestro planeta desde su interior.