PANORAMA SEMANAL

El Fondo no tiene quien le escriba (un plan)

abercovich

El Zoom del miércoles por la noche entre Sergio Massa y Kristalina Georgieva no fue precisamente "picante", como definió Malena Galmarini casi en simultáneo en una entrevista televisiva. El ministro candidato se conectó desde su casa, pasadas las 22, con el traductor oficial a su lado. La jefa del Fondo Monetario recién se despertaba en Abu Dhabi, donde ya despuntaba el sol del jueves, y también hizo madrugar a su intérprete para que ninguna cifra naufragara en malentendidos idiomáticos. En un marco amable, lo convenido fue una breve tregua hasta después de las PASO cuyos detalles terminarán de definir hasta el viernes próximo los enviados del Palacio de Hacienda a Washington. Ese día empiezan las vacaciones de verano de una burocracia que no las negocia por nada del mundo.

 

Como el Fondo se mantuvo firme en su negativa a adelantar los desembolsos previstos hasta fin de año, Massa desistió de viajar. Si bien un mes atrás soñaba con cerrar la campaña con los U$S 10.000 millones en el bolsillo y el panorama financiero despejado hasta la segunda vuelta de noviembre, el lunes le anticipó a Cristina Kirchner que no había logrado avances. Por eso la vicepresidenta advirtió que las discusiones seguirían tras las primarias del 13 de agosto, la única noticia que se coló en los encendidos discursos proselitistas que se pronunciaron frente al nuevo simulador de vuelo de Aerolíneas.

En el Zoom con Georgieva, Massa estaba con Guillermo Michel. El jefe de la Aduana lo ayudó a presentar ante la jefa del Fondo los detalles del acuerdo "puente" por un mes. Son los anuncios que debió postergar hasta este viernes porque requerían la firma del todavía Presidente, en pleno vuelo de regreso desde la cumbre entre la Unión Europea y la CELAC. A saber: encarecer las importaciones de bienes "suntuarios" mediante la aplicación del impuesto PAIS, reducir al mínimo las demás, estimular la liquidación de exportaciones con otro dólar preferencial (parecido pero no idéntico al "dólar soja") y reforzar el recorte presupuestario que en los últimos 11 meses promedió un 10% interanual, como ratificó esta semana la Oficina de Presupuesto del Congreso (OPC).

Cobrarles el impuesto PAIS a los importadores que no traigan bienes de primera necesidad es una forma elíptica de devaluar un poco más de lo que reclamó el staff del FMI en el Reporte del Sector Externo difundido esta semana, que cayó como un balde de agua fría en el equipo económico y que sugería abiertamente que el dólar debía subir entre un 15 y un 25%. La ventaja para Massa es que encima la diferencia la embolsa el fisco. El riesgo, que se traslade a los precios domésticos en los días previos a la votación.

A cambio de esas prendas de amor criollas, según las fuentes que logró consultar BAE Negocios en Buenos Aires y Washington, el staff publicará antes del viernes próximo un reporte donde avalará un desembolso que cubra el vencimiento del lunes siguiente, por U$S 2.600 millones. También extenderá un waiver (perdón) al Gobierno por no haber cumplido en tiempo y forma con las metas de déficit fiscal establecidas en el pacto del año pasado. Se justificará en la sequía que arruinó la mitad de la cosecha pero le exigirá a Massa que las cumpla igual, con más recortes en los meses que quedan de 2023. A esa contabilidad creativa se abocará los próximos días en Washington el melómano Raúl Rigo, conocedor de los rincones más recónditos del Presupuesto, que se sumó el jueves a la delegación que encabezaba desde el martes el viceministro Gabriel Rubinstein.

In Mao we trust

El martes, en un intento agónico por inclinar la cancha desde el Tesoro norteamericano, Massa conversó con Mike Pyle, asesor económico del Consejo Nacional de Seguridad. No pudo dar con su jefe, Jake Sullivan. También intentó ablandar a Jörg Kukies, secretario de Estado de la Cancillería Federal alemana. No hubo caso. Lo que advierten los menos reticentes a flexibilizar las condiciones del programa con Argentina es que detrás vendrían a exigirlo también Turquía y Egipto, otros dos países medianos con alta inflación y reservas en niveles críticos.

La tradicional ortodoxia alemana, de todos modos, no llegará a perjudicar a Massa en el Directorio por la sencilla razón de que la máxima instancia decisoria del FMI no llegará siquiera a reunirse antes del receso estival. Sin ese aval, el problema es cómo concretar el desembolso. Y ahí es donde Georgieva se comprometió con el ministro candidato a desplegar la creatividad de los suyos.

¿Por qué lo hizo? Por dos razones. Por un lado, la interna del propio Fondo. La llegada del chileno Rodrigo Valdés al departamento para el Hemisferio Occidental, encargado de supervisar a Argentina, no hizo más que profundizar el aislamiento de Georgieva. Como la mayoría del staff, el chileno está alineado políticamente con su número dos, Gita Gopinath, quien aspira a reemplazarla. Y si Argentina explota, Georgieva vuela como todos los responsables del préstamo récord a Mauricio Macri en su momento.

Por otro lado, el pago parcial con yuanes de los vencimientos de junio abrió un escenario nuevo y le dio una (mínima) cuota de poder a Massa en la negociación. Un segundo pago con yuanes sería otro mal precedente para Estados Unidos en medio de las tensiones geopolíticas con Beijing. Degradaría al Fondo, su ariete financiero desde la posguerra, de un prestamista de última instancia a uno de anteúltima. Y afianzaría al yuan como divisa global, algo que China busca acelerar ahora que ya logró que más de la mitad de su comercio exterior no pase por el dólar.

El swap con China podría cubrir parte de los vencimientos del resto del año con el Fondo pero no alcanza también para las importaciones. Por eso a Massa tampoco le conviene usarlo todo. Sobre el costo de uno y otro endeudamiento hubo mucho debate interesado pero quien aportó datos más precisos fue el exdirector argentino en el Banco Mundial, Daniel Koszter. La tasa base para cualquier crédito del FMI ya aumentó al 5.01% anual por lo que treparon las tasas de los países ricos. A eso se suman dos puntos de sobrecargo por el monto que tomó Macri, que excede el 187,5% de la cuota argentina. También un punto más por el plazo mayor a 3 años y medio punto más por cargos de servicio. Un 8,5% anual que, según las fuentes que consultó este diario, es más de lo que cobra China. El contrato del swap, lamentablemente, es confidencial.

85 mil despidos y ninguna flor

El problema de la negociación post-PASO es qué país alumbrará el 13 de agosto. Como definió esta semana el financista Javier Timerman, a quien Buenos Aires recibió con un asalto en el que le robaron el celular, el establishment se muestra cómodo con los tres candidatos con chances pero lo que no imagina nadie es la transición. Tampoco la puesta en marcha del nuevo plan.

El sector del empresariado que promociona a Carlos Melconian como ministro de Patricia Bullrich o de Horacio Rodríguez Larreta leyó apenas por arriba la hoja de ruta que propone el expresidente del Banco Nación con Macri. En el asado en Jesús María donde presentó su plan hubo dos detalles especialmente conflictivos sobre los que nadie preguntó. El primero, las jubilaciones. Melconian dijo que "la pauta de movilidad tiene que ser la tasas de inflación esperada más eventual ajuste ex post por inflación observada". La pregunta es obvia: ¿Esperada por quién?

El segundo es su versión del "plan motosierra" de Javier Milei, de quien buscó tomar distancia pero a quien se terminó arrimando. La Mediterránea propone un nuevo organigrama estatal con menos ministerios, secretarías y direcciones, pero donde el mayor ahorro viene dado por "reducción de dotaciones en el primer año de gestión". El objetivo es "alcanzar una merma del orden del 25% en el primer año", según precisó ahí el propio racinguista.

El 25% de 330.000 estatales son unos 82.000 trabajadores que quedarían en la calle. ¿Es viable políticamente tamaño tijeretazo? ¿Es deseable? Es lo que se preguntan en la intimidad tanto Bullrich como Larreta, a quienes los mecenas de la Mediterránea presionan para que designen a Melconian no solo como ministro sino como superministro plenipotenciario. Ni el Fondo exige tanto.

Esta nota habla de: