La escena sexual

El cine de Australia y el erotismo femenino

Cuando el cine australiano encontró un gran impulso gracias al sexo y la violencia en los setenta, también tuvieron su oportunidad grandes cineastas y se pudieron hacer películas antes impensadas. Felicity, sobre el despertar sexual de una joven, es un ejemplo clásico

ldesposito

No es frecuente encontrar películas eróticas donde el tema sea el sexo. Sí, parece paradójico pero no lo es. En general, las secuencias eróticas de un filme no lo transforman en "erótico", sino que es otra cosa, como las secuencias de efectos especiales en una película de acción. Los estdounidenses tienen un término para definir esta clase de secuencias puestas exclusivamente para llamar la atención: "eye candy", caramelo para los ojos. Suele suceder, desgraciadamente, que ese caramelo nos empasta la vista y también la comprensión de la trama. Es bastante claro cuando vemos un blockbuster de gran presupuesto: ahí están los monstruos-superhéroes-extraterrestres-orcos o lo que sea agarrándose a trompada, rayo y espadazo limpios y la excitación del barullo nos deja afuera del drama de los personajes. Suele pasar que nos olvidamos de que se están jugando la vida, que es lo que realmente nos causa una emoción. 

Exactamente lo mismo sucede en el cine erótico y en el pornográfico: nos olvidamos de que esas personas en intercurso genital son, justamente, personas. Que llegaron al momento del uno-dos por una serie de razones y que ese movimiento debería modificar, a su vez, lo que suceda con ellos. De allí que sea tan difícil, tan extremadamente complicado encontrar una película con escenas sexuales que sea decididamente erótica, donde el sexo y lo que implica sea realmente el tema de lo que estamos viendo, donde sea posible no solo excitarse con el "eye candy" de la desnudez en acto sino identificarnos con los personajes. 

En Erogarga.com (sitio que sustituyó al excelente banco de filmes sexuales, eróticos y clase B/Z eroticage y que recomendamos porque no solo hay desnudeces sino rarezas y hasta obras maestras de grandes autores) apareció una película de 1978 llamada Felicity, dirigida por John D. Lamond. Alguna vez hablamos en estas páginas de lo que sucedió en Australia cuando, en los años setenta, se decidió acabar con ciertas censuras ejercidas sobre la violencia y el sexo. Surgió un cine al que llamaron "Ozplotation", algo así como "de explotación australiano". Había cosas salvajes, desaforadas, violentas y audaces. Tanto, que de ese cine surgieron directorcitos como George Miller con la catedral del Ozplotation Mad Max, o el gigantesco Peter Weir con Los autos que se comieron París y Picnic en las rocas colgantes. O, si quieren, otro gran clásico teen del "Oz" llamado Los bicivoladores, donde debutó una tal Nicole Kidman

Pues bien, además de esos clásicos había mucho, muchísimo cine erótico y cuasi pornográfico. Dos cosas lo destacan: en primer lugar, estaba bien -y hasta muy bien- filmado. En segundo, se tomaban el trabajo de exprimir presupuestos exiguos con una cuota impresionante de imaginación y escritura. Felicity pertenece a esa tradición y es un clásico dentro de ese movimiento. De hecho, tuvo estreno en la Argentina post-dictadura, aunque en una versión un poco más lavada que los propios australianos enviaban fuera del país. De todos modos, no hacía falta.

La película narra el despertar sexual de una adolescente. No es nada original: es alumna de un colegio católico normalmente represivo lleno de chicas con ideas lógicas a los dieciséis años respecto del cuerpo y su uso. A escondidas, espía parejas y se deja espiar por hombres. Tiene algunos tiernos escarceos lésbicos con compañeras, pero siempre dominada por algo que va entre la timidez y la culpa. Es interesante porque lo que prima en la primera mitad de la película es el suspenso, la tensión erótica entre lo que el personaje desea y lo que la realidad le ofrece.

Por supuesto que, en cierto momento, tendrá una iniciación sexual por parte de un hombre mayor que -como suele ser en la realidad y esto es un mérito del filme- no resulta placentera. Pero de allí en más, gracias a una amiga, se embarca en una serie de aventuras sexuales que van de lo lésbico a lo secreto. Finalmente, llegará el amor y una plenitud que excede el solo ejercicio del cuerpo.

Visualmente, la película es muy delicada, tersa. Tiene una molestia: muchas secuencias tomadas con filtro que dan un aura de publicidad de shampoo de los setenta a las imágenes, pero es algo menor. También un extraordinario uso de la cámara moviéndose en travellings elegantes incluso en las secuencias que transcurren en un cuarto o en una cama. Todo está dispuesto para que "entremos" en ese mundo, y nos guía la voz en off de la protagonista que nunca es redundante respecto de las imágenes.

Pero hay algo más: uno conoce muchos relatos de iniciación sexual, "coming of age" digamos, desde el punto de vista masculino. En los 80, esto era un tema de comedia (como el clásico Porky's, que es mucho más interesante de lo que el lugar común le ha asignado con el paso del tiempo). En este caso, existe una enorme sinceridad, una constante ambigüedad entre los sentimientos físicos y los morales de la protagonista que, poco a poco, van llevando a una resolución al mismo tiempo lógica y satisfactoria. En general, dentro y fuera del cine de explotación (aunque aquí hay mucho sexo y mucha desnudez, no cabe dentro de la categoría "pornográfica", incluso si el sexo está perfectamente fingido) es difícil encontrar una película que asuma las contradicciones de una mujer joven ante el despertar del impulso sexual. Que capture la ambivalencia entre una educación represiva y un deseo tormentoso por lo inicial.

Así, Felicity resulta una película totalmente recomendable por representar un momento clave en una filmografía que terminó influyendo en todo el mundo, por su delicadeza para mostrar incluso cosas complejas y duras, y, sobre todo, por asumir con absoluta honestidad el sexo como un punto de inflexión en la madurez de una mujer sin caer en la desconexión del entretenimiento erótico y la trama. Puede probar, incluso, si es de quienes rechazan la pornografía.

Esta nota habla de: