El hombre líquido, el hombre sólido
Ser una persona equilibrada es una tarea artesanal
El mundo está apasionante como nunca y terrible como siempre. Creo que hay mucha gente perdida en lo fundamental. Aquel que no sabe lo que quiere dificilmente pueda ser feliz y la inteligencia es el arte de encontrar respuesta a los temas claves de la existencia.
¿Quién soy? Esa es la base. Yo vivo, habito en mi personalidad. Ser una persona equilibrada, madura y bien armonizada es una tarea artesanal que requiere pulir y retocar todo aquello que no es bueno ni positivo. En el templo de Apolo había una inscripción que decía "conócete a ti mismo". Una peripecia clave, más en los tiempos actuales, plagado de vertiginosas modas pasajeras que hacen que aquello que hoy vale se diluya mañana.
Conocerse a uno mismo es más que una actitud intelectual, es tener presentes las aptitudes y las limitaciones, alcanzar un justo equilibrio entre el corazón y la cabeza, saber darle a las cosas la importancia que realmente tienen, contar con una buena educación de la voluntad, ser positivo y tener la capacidad para identificar lo bueno tanto en nosotros como en nuestro entorno.
¿Qué estoy haciendo? ¿Adónde voy? Un proyecto de vida, un programa personal, con cuatro grandes asuntos hospedándose en su interior: amor, trabajo, cultura y amistad. Amor y trabajo se configuran como las herramientas para ser feliz. Son las dos cosas que más interesan en la vida y que marcan, fijan y redondean la biografía. La cultura nos dará libertad para ponerle alas a nuestra historia y la amistad brindará calidez al encuentro con los demás.
¿Con quién? La elección afectiva es la opción fundamental. No hay otro paso en la existencia que tenga tanta importancia y repercusión. A quién escojo para que me acompañe, para que venga a mi lado y centre mis esfuerzos, aspiraciones e incluso fracasos. Se mezclan con armonía el sentimiento, la voluntad y la inteligencia. En el amor verdadero, en el de más calidad, el otro nos ayuda a crecer como personas, a sacar lo mejor. Después están los amigos. Los seleccionamos, nos retratamos en ellos, dejamos en claro nuestras preferencias. La amistad es la virtud de la memoria. La amistad verdadera es un bálsamo sanador y esperanzador.
Todos estos aspectos se encuentran interrelacionados y necesitan estar en armonía entre ellos para que el hombre realice su potencial. La madurez humana, en su sentido pleno, consiste en la armonía de la persona. A diferencia de los demás valores, que perfeccionan y complementan a la persona, la madurez sintetiza e integra los valores humanos en un todo orgánico. Es la combinación y la integración de cualidades humanas muy diversas en un conjunto orgánico.
Un psiquiatra español, Rojas, asevera que en la década del 90 comenzó a surgir un modelo de persona: el hombre "light". Un hombre indiferente a los valores trascendentales que centra su vida en el dinero, el poder, el éxito, el sexo, el narcicismo y en pasarlo bien. Harto y aburrido de la vida, busca una felicidad "a la carta". Su pensamiento es débil e inconsistente, así como sus convicciones son tambaleantes.
"Creo que la madurez real, que la mayoría de nosotros nunca alcanza, es cuando te das cuenta de que no eres el centro del universo", afirmó Katherine Paterson. Los hombres "light" pueden pasarse horas haciendo ejercicio en el gimnasio, someterse a algún que otro "arreglo" estético y orquestar un tipo de vida que en esencia busca solo ensalzar su imagen.
El hombre "sólido", en cambio, es una persona madura. Su vida tiene dirección y sus acciones encajan perfectamente dentro del significado de toda su existencia. La madurez es solidez. El mundo está cansado de los seductores mentirosos. Todas las posibilidades de reconocimiento que presenta la vida aparecen como impostoras bajo la máscara de logros efímeros y pasajeros.
La "sociedad", en el sentido de entramado relacional, es con claridad el espejo que refleja la madurez de sus componentes o individuos. La permanente queja de "¿qué nos pasa?" debería generar un espacio de análisis profundo de la personalidad actual. Leyendo nuevamente lo anterior podríamos preguntar: ¿qué somos y quiénes somos los argentinos? ¿Hacia dónde estamos yendo y cuál es nuestro proyecto de país más allá de los partidismos? ¿Con quiénes estamos caminando y quiénes se quedaron en el camino? ¿Por dónde pasa nuestra madurez como patria? Nadie está exento de responder, salvo que quiera permanecer en una superficialidad estéril.
Esto es de R. Kipling:
"Si puedes mantener la cabeza cuando todos a tu alrededor la han perdido y te culpan a ti.
Si puedes seguir creyendo en ti mismo cuando todos dudan de ti.
Si puedes esperar y no cansarte de la espera.
Si puedes encontrarte tanto con el triunfo como con el fracaso y tratar a esos dos impostores de la misma manera.
Si ni amigos ni enemigos pueden herirte.
Si puedes llenar el implacable minuto con sesenta segundos de diligente labor.
Tuya es la Tierra y todo lo que hay en ella,
Y lo que es más importante... ¡serás un hombre, hijo mío!"