El oro se encuentra en una trayectoria ascendente, amenazando con alcanzar un nuevo máximo histórico de 3.650 dólares.

Este incremento se debe en gran medida a la resaca del mal dato de empleo en Estados Unidos, que mostró la creación de solo 22.000 empleos en agosto y un aumento en la tasa de paro al 4,3%.

Estos datos han generado expectativas de que la Reserva Federal podría recortar las tasas de interés en su próxima reunión del 17 de septiembre, lo que ha impulsado aún más el valor del metal precioso.

 

 

En lo que va del año, el oro ha experimentado una revalorización superior al 41%, destacándose como un refugio seguro en tiempos de incertidumbre económica. La reciente revisión a la baja de los datos de empleo de junio, que pasó de mostrar creación de empleo a registrar la destrucción de 13.000 puestos, ha intensificado las preocupaciones sobre la salud del mercado laboral estadounidense.

Además, las tensiones en torno a la independencia de la Fed, exacerbadas por el despido de la gobernadora Lisa Cook por parte del presidente Donald Trump, han añadido presión al alza sobre el precio del oro.

Christopher Waller, gobernador de la Fed y posible sucesor de Jerome Powell, ha insistido en la necesidad de recortar los tipos de interés, sugiriendo una reducción de hasta 150 puntos básicos en los próximos meses.

Esta postura refuerza la correlación inversa clásica entre el oro y el dólar, donde una política monetaria más flexible tiende a elevar el precio del metal. En este contexto, el oro sigue siendo una opción atractiva para los inversores que buscan protegerse contra la volatilidad económica.