Entrevista a Javier Moro: “Los españoles son muy olvidadizos con sus héroes y sus personajes”
El autor de "A Prueba de Fuego", de editorial Espasa, repasa el argumento de su libro, que versa sobre la arquitectura como campo de batalla entre un padre y su hijo. Además, recuerda su investigación sobre Guastavino y reflexiona sobre la pandemia
"A veces descubro personajes interesantes y desconocidos en mis investigaciones y los guardo para un futuro libro. Otras veces me lo sugiere un amigo. Este me lo sugirió mi editora", dice a BAE Negocios desde Madrid el escritor Javier Moro sobre su nueva novela protagonizada por dos arquitectos españoles. "Estoy deseando que se pueda viajar de nuevo para ir a presentar mi libro a Buenos Aires, me gustaría presentarlo en el Ateneo. E irme unos días a la Patagonia. ¡Ojalá podamos pronto!", se esperanza.
— ¿Lo conocías? — Poco. Pero sabía de su existencia porque he vivido en Nueva York. Iba a comer ostras al famoso Oyster Bar, en la estación Grand Central, el mejor lugar de Nueva York para comer ostras, y así supe que lo había construido un arquitecto español.
— ¿En España sabían de esta historia? — Nadie conoce aquí la historia de Guastavino. Ni siquiera en Valencia, donde nació. Los españoles son muy olvidadizos con sus héroes y sus personajes.
— ¿Qué fue lo que más te impactó de esta historia? — Todo es impactante. Que fuera tan desconocido en su propio país fue ciertamente un aliciente, pero lo que me sedujo fue, aparte de sus logros como arquitecto, su historia personal. Es una historia de amor paterno-filial, y eso me apetecía mucho escribirlo. No se puede entender la obra de Guastavino si no se entiende la relación que tuvo con su hijo, que se llamaba igual que él y que llegó a ser mejor arquitecto que su padre, si cabe. Competían y rivalizaban.
— ¿Te llevó mucha investigación? — Si, mucha, porque no quería inventarme los personajes ni su historia. De hecho, abandoné el proyecto en 2017 porque no encontraba suficiente documentación. Quería contar esa historia lo más fielmente posible, sin fabulación. Al final, solo retomé el trabajo cuando conseguí unas cartas de la familia. Esas cartas eran ventanas abiertas a las almas de los personajes. Revelaban unos Guastavino más sofisticados y unas relaciones familiares mas complicadas de lo que en principio pensé.
— ¿Viajaste a conocer las construcciones a Estados Unidos? — Los Guastavino no solo levantaron edificios icónicos sino que marcaron un estilo de construcción. Gran parte de la obra pública de finales del siglo XIX en Estados Unidos. está influenciada por Guastavino. Sus cúpulas son extraordinarias. El padre se llevó la belleza de las cúpulas de Valencia (en el XIX era la ciudad de España con mas cúpulas) a Estados Unidos. Allí las adaptó y las innovó. El resultado es espectacular.
— Para la época emigró grande, tenía 39 años y no sabía ingles. ¿De qué forma consiguió hacerse un lugar? — Emigró porque protagonizó un escándalo en Barcelona, donde vivía y donde ya tenía cierta fama. Tuvo que irse de la noche a la mañana. Pensaba, como todos los que emigran, que el éxito le vendría rápidamente. Pero le tomó mucho más tiempo, y en le medio se arruinó varias veces. Tuvo una vida muy azarosa. Pero creía en su visión. Era infatigable.
— ¿Qué es lo que más rescatás del hijo y qué del padre? — Su relación. Se querían mucho, pero había conflicto. Los dos se llamaban igual, hacían lo mismo, compartían vivienda y empresa. Al llegar a Nueva York, el padre trata a su hijo como si fuese un adulto. Años mas tarde, cuando el hijo roza la treintena y quiere volar por su cuenta, lo trata como un niño.
— ¿Cómo fue la experiencia de publicar en pandemia? — Aburrido. No he podido hacer lo que me gusta, que es presentar el libro a un público de carne y hueso y firmarles luego un ejemplar. He hecho muchos encuentros por Zoom, pero no es lo mismo. Me gusta viajar y encontrarme con mis lectores cara a cara. Esa experiencia es insustituible. Como cuando hice A flor de piel, el libro que cuenta la expedición de la vacuna y que ha resucitado con la pandemia. En él, cuento la primera campaña de vacunación masiva que se organizó.
— Cómo escritor, ¿cómo viviste el confinamiento? ¿Escribiste más o escribiste menos? — Al principio me costaba mucho concentrarme porque me dejaba llevar por la cascada continua de noticias. Tuve que esforzarme para centrarme en lo mío.
— ¿Te parece que de esta situación salimos mejores o peores? — Saldremos igual. Siempre se ha dicho, durante antiguas pandemias, que la vida nunca sería igual, que la epidemia marcaba un antes y un después en la historia del hombre y ahora también se ha dicho lo mismo. Pero históricamente todo ha vuelto a su cauce. Es cierto que las pandemias aceleran ciertos procesos sociales, pero no cambia lo fundamental.