Es bueno tener pensamiento crítico
Debemos hacer todo lo posible para librarnos de los sesgos cognitivos.
A lo largo de la vida nos encontramos constantemente bombardeados por todo tipo de información, desde lo que nos dicen nuestros padres, las maestras y los amigos hasta lo que nos llega a través de la radio, la televisión e Internet. Tenemos en nuestra cabeza tantas noticias, de distinta procedencia, que para poder discernir cuál es real apelamos, con frecuencia y erróneamente, al carácter de autoridad; es decir, normalmente nos creemos lo que nos dicen no por el contenido sino por el interlocutor.
Todos, científicos incluidos, tendemos a otorgarle una mayor credibilidad a la información y a la evidencia que se ajusta a nuestra visión del mundo. Pensar con claridad no es fácil y podemos ser bastante irracionales.
Con el paso de la historia y el avance de la ciencia llegó el método científico que nos lleva a ser más racionales al momento de explicar el porqué de las cosas. En cambio, las supersticiones y otras creencias son más "sencillas", ya que se trata de argumentos superficiales que nos permiten sentir que controlamos "algo" de lo que nos rodea. Así, a modo ilustrativo, es más fácil pensar que hemos tenido una mala jornada porque "nos levantamos con el pie izquierdo" (literalmente) que empezar a analizar todos los detalles que explicarían por qué hemos tenido un mal día y entenderlo.
En lugar de realizar un análisis crítico para luego tomar decisiones preferimos ir por el lado de las opiniones de aquellos que dicen saber. Es urgente volver a ejercer el pensamiento crítico como una parte fundamental del progreso. A través de la historia, los individuos que han realizado aportes al progreso de la sociedad son aquellos que no siguieron los pasos establecidos, que no se movieron junto con las masas, sino que pensaron por sí mismos y, especialmente, validaron y respaldaron sus ideas.
Las personas que siguen al rebaño son fácilmente manejables, ya que se les puede hacer adoptar ideas que no son propias para que las defiendan como si lo fueran. Así nace el fanatismo: desde aquel concebido en un estadio de fútbol hasta el generado en ámbitos religiosos o espacios políticos. Se transforma en una manera cómoda de vivir, con poco esfuerzo para razonar y dejando que otros "piensen" para posteriormente adoptar sus ideas.
Un sesgo cognitivo es un efecto psicológico que lleva a una distorsión de lo percibido, a un juicio inexacto y a una interpretación ilógica. Los sesgos cognitivos están muy presentes tanto en las supersticiones como en los prejuicios y es muy difícil librarse de ellos aunque estemos prevenidos. Muchas personas en el mundo son supersticiosas y eligen no pensar críticamente. Aceptan que un hecho puede estar causado por otro sin buscar una explicación racional que justifique esa causalidad.
Evitar pasar la sal de mano en mano, atribuirle cierta influencia a la posición de los astros en el momento de nuestro nacimiento o sostener que ciertos objetos o costumbres tienen la capacidad de traernos suerte son algunas versiones, menos dramáticas, de las supersticiones que abundan a nuestro alrededor.
No obstante, detrás de esta apariencia inofensiva se esconde un problema mayor: aceptar como válida y segura cualquier cosa sin ejercer un pensamiento crítico, sin hacerse preguntas o buscar un mecanismo razonable que lo explique.
La habilidad de pensar críticamente y evitar el pensamiento mágico no se adquiere sola. Requiere ser enseñada y debería ser una de las prioridades en la formación de nuestros chicos; mejorar el espíritu crítico frente a las redes sociales, las películas, las fiestas, etcétera, etcétera.
Desde todos los ámbitos deberíamos cuidar a las personas vulnerables, tanto económica como emocionalmente, que diariamente son embaucadas por embusteros profesionales que se disfrazan de seres luminosos. Si nuestros programas de espectáculos siguen defendiendo las supersticiones, si los de deporte alimentan las cábalas, si algunos "famosos" se respaldan en "brujas personales" y si el horóscopo tiene más lectores que un buen libro, el círculo vicioso jamás será destruido.
"Había una vez una madre que no lograba que su hijo regresara temprano a casa, antes del anochecer. En su afán de conseguirlo decidió asustar al joven diciéndole que unos espíritus malignos salían al camino tan pronto se ocultaba el sol. Nunca más volvió a retrasarse.
Cuando creció, el joven le tenía tanto miedo a la oscuridad y a los espíritus que no quería salir de noche. Entonces su madre le dio una medalla, convenciéndolo de que, mientras la llevara consigo, los espíritus no se atreverían a atacarlo. Y así, la madre consiguió que al miedo a la oscuridad y a los espíritus se le sumara el miedo a perder la preciada medalla".