Festejo de Fin de Año casero: copas de vidrio y papel metalizado casi agotados en algunas zonas de la Costa Atlántica
Muchos ajustaron los presupuestos y en vez de salir a comer a restaurantes pidieron algo o cocinaron en los departamentos o hoteles que cada vez más permiten que se coma en el área del comedor
Arrancaron las vacaciones y muchos eligieron como destino la Costa Atlántica. Si bien los más pudientes se fueron a Brasil, muchos argentinos decidieron quedarse. Las estadías no son tan largas como en otras épocas y tampoco hay mucho presupuesto para salir a comer afuera. Los festejos de Fin de Año no se hicieron en grandes restaurantes, varios prefirieron algo más casero, en departamento alquilados o en las áreas de comedor de algunos hoteles. El furor fue tal que se agotaron el papel metalizado y las copas de vidrio en varias zonas de la costa argentina.
A diferencia de otros años, los principales restaurantes tenían hasta último momento lugares disponibles para pasar el 31. Para compensar gastos, ofrecían combos para llevar. Había propuestas para todos los presupuestos, algunos ofrecían un pollo chico con papas a $18.000. Mientras otros ofrecían un pollo más grande con papas y gaseosa a $ 30.000.
Una reconocida casa de comidas de Villa Gesell ubicada en la 18 y la principal no dio abasto para recibir pedidos. Puso como límite tres días antes, como todos los años, para retirar pedidos el 31 a la noche. Y como muchos turistas pedían más menúes , abrió las puertas el mismo 31 a las 19 para los que quisieran ir en persona a buscar comida, aunque ya no quedaba mucho por elegir.
Un matambre tiernizado a la pizza costaba $16.000, un vitel toné $6.500, empanadas $1.700 cada una o la docena por $19.000, pastas. Canelones o ravioles costaban $9.800 y las salsas de $2.000 a $3.000. Las porciones de tartas $6.000, la porción de asado o vacío $14.500 y las costillitas de cerdo con fritas $12.000. Una pizza grande de muzzarella costaba $13.000.
Los precios eran tentadores, tratándose de una familia. Los valores de los cubiertos para pasar fin de año en un restaurante equivalían a 4 buenos menúes en una rotisería y algunos sin bebidas. Los turistas no tuvieron mucho para pensar, la mayoría se las ingenió para cocinar en casa o pedir comida en alguna rotisería, pizzería o restaurante.
Otra famosa casa de comidas fue superada por la cantidad de pedidos: “hace mucho tiempo que no recibíamos tantos pedidos, en general la gente pidió platos que se podían compartir. Miro mucho los precios y eligió algo rico, para poder compartirlo con sus seres queridos y abaratar costos”, comentaron.Pablo se fue con sus tres hijos a casa de su madre en Mar del Plata y lo sintetizó en pocas palabras. “Salir a comer afuera es un presupuesto y más si se elige el 31 a la noche. Este año resolvimos hacer una carne al horno con papas, comer en casa y luego fuimos a la playa”, comentó.
La playa fue uno de los lugares más elegidos, varios fueron con sus sillas y heladeritas se llevaron algo simple y comieron cerca del mar, sin el pago de cubiertos. Luego disfrutaron de los fuegos artificiales y hasta llevaron música para bailar. Una ceremonia que si bien se repite desde siempre, esta vez incluyó la heladerita no sólo con bebidas, sino también con comida.
Dos datos de color sintetizaron lo que pasó en la Costa Atlántica. En Villa Gesell se agotaron dos productos, uno fue el papel metalizado y antiadherente ese que se usa para cocinar en el horno. Al cocinar con papel de aluminio se obtiene una cocción más pareja de carnes, pescado y aves.
En varios supermercados, los propietarios locales se asombraban porque si bien había papel manteca, no quedaban rollos de papel aluminio, algo que nunca les había pasado. Un indicador que muchas familias parece que eligieron comer en casa, antes que salir a cenar afuera el 31 a la noche.
Para sumar más info a datos que marcan un termómetro de la realidad, conseguir copas de vidrio fue una tarea casi imposible. Las únicas que quedaban eran copones que en oferta que se ofrecían a 2 por $30.000. Las copas para champagne estaban agotadas en los bazares y supermercados del centro, sólo quedaban los cartelitos que mostraban su precio $2.400. Recién en algún bazar de zonas muy alejadas se las podía conseguir a $3.000, pero quedaban no más de dos.
El comentario de los comerciantes era que como nunca habían vendido copas este año. “No sabemos que pasó, pero este año arrasaron con las copas de vidrios en fin de año”, dijo Miguel propietario de un bazar céntrico.Muchas familias si bien decidieron no dejar de salir de vacaciones, ajustaron los gastos lo máximo posible para disfrutar de la playa sin tener que salir a comer afuera todo el tiempo.