JUGAR BIEN

La Selección de un país roto, bicampeona de América y campeona del Mundo

A este "grupo de personas que resuelven todo tipo de problemas" sólo les faltaba alcanzar la gloria con su Messias, herido y llorando, al costado de la cancha.  Y vaya si lo lograron

lautalan

Habíamos abandonado todo ejercicio de pensamiento crítico, para considerar que el show del entretiempo a cargo de Shakira quizás brindaría algunos minutos más para que los médicos y kinesiólogos de la Argentina apelaran a la medalla milagrosa y lo curaran a Messi.

Antes y después seguimos repasando cuántas verdades dejó Marcelo Bielsa sobre poderosos y silencios para analizar esta Copa América, la cual estuvo cerca de la tragedia en el ingreso del público al estadio, aglomeraciones mediante.

En ese intervalo de 25 minutos, cuando lo reglamentario es un cuarto de hora, mi hijo me recordó que Shakira es una artista fenomenal, que incluso brilló en la fiesta del Mundial 2006, que tiene 47 años y otros detalles. Tuvo razón, el play back de la cantante en Miami fue sólo un detalle. Peor fue el penal que "erró" Diana Ross en la apertura de la Copa del Mundo 1994, competencia donde "le cortaron las piernas" a Diego Maradona.

Scaloni y sus ayudantes, al ganar la Copa América 2024

Fue en los Estados Unidos, y de aquel certamen a esta Copa América el país del sueño americano demostró que, aún en el paraíso de la tecnología, el paso de los años puede empeorar todo, no solo los campos de juego, porque el fútbol, no es soccer.

Lo relevante una vez más estuvo del lado de un grupo de hombres y pibes que se respetan y quieren. Esos con los que incluso es preferible compartir la derrota, que un triunfo con miserables. Lo dijo Alejandro Dolina y la cita obligada hace a la esencia de jugar bien.

Porque esta Selección de Lionel Scaloni y cuerpo técnico, es la versión futbolera de “Los Simuladores”, por aquello de ser “un grupo de personas que resuelven todo tipo de problemas”. Este equipo juega con la magia y exactitud que pueden deparar una Play Station. Ahora lo que le faltaba era alcanzar la gloria con su “Messias” fuera de la cancha, con un tobillo hecho pedazos, quizás desgarrado y llorando como un pibe en el banco de suplentes.

En ese instante pensamos que íbamos a escribir una crónica sobre “la noche triste de la final contra Colombia”. Equipo dirigido por otro argentino, Néstor Lorenzo, quien en su labor honra a uno de sus mentores, el siempre noble José Néstor Pekerman.

Veteranos al fin, amantes del fútbol desde antes de aprender las vocales, este domingo perdimos la cuenta de los mates que tomamos, mientras encendíamos otra esperanza. Porque fue Angel Di María el que se calzó la cinta de capitán, con todo lo que ello implica en la Argentina. Una tierra donde el costo de vida, la línea de pobreza, el desencanto de las clases populares, la arrogancia de no pocos poderosos y el odio -entre otros condimentos- pisotean cuanto brote de utopía asome.

La nación donde hace pocas horas, y en modo inaudito, el presidente de la Nación ocupó su tiempo en decir que nuestros jugadores, “made in Argentina”, orgullo nacional y más, lo son por las "bondades" de las sociedades anónimas que dominan al más lindo de los deportes.

Yendo a lo importante, el regalo que nos faltaba era que el gol de la victoria fuese otra pincelada romántica de un guionista perfecto. Lo hizo Lautaro Martínez, a quien el devenir del fútbol le debía una noche soñada con su Selección. Y entonces, entre lágrimas no pactadas con mi hijo, de llorar por y con Messi pasamos a saltar con el Dibu Martínez, a cruzar en defensa junto al Cuti Romero y el gran Lisandro Martínez. A gozar la elegancia de Paredes, a recorrer andariveles con Tagliafico, Montiel y Molina, a correr toda la cancha con De Paul hasta el último segundo del juego. Podríamos y deberíamos nombrarlos a todos.

 

"LauToro" tuvo su gol soñado

Pero venga lo que venga, a esta Selección la pinta de cuerpo y alma su alegría por jugar, el hecho de recordar a quienes son parte del equipo y no se ponen la camiseta y firman la planilla, desde los cocineros y cocineras, al utilero que levantaron en andas en el festejo final.

Epílogo, "yo que crecí con Videla"

Habiendo disfrutado las horas más gloriosas de nuestra Selección desde la era de César Luis Menotti a la fecha, lo que nos conmueve es que estos pibes juegan como uno lo soñó y no pudo hacerlo. Que están más allá del bienestar económico que les otorgó destacarse en el fútbol global, que nos regalan sonrisas y nos conmueven porque sienten la camiseta y a los compañeros como un sentimiento inexplicable.

Lo hicieron de nuevo, nos regalaron otra alegría cuando muchos estamos amordazados, amenazados e intimidados por las angustias económicas y sociales. Vale decirles gracias, incluso antes que los fundamentalistas de los focus group, el individualismo atroz y otras barbaries se suban impunemente al carro de otra victoria inolvidable.

 

Los festejos del gol argentino en Bangladesh. Increíble, los amo. pic.twitter.com/NZfcKTRrWS

— Pato Molina (@patomolina) July 15, 2024
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