Los detalles hacen al arte

Los pequeños detalles edifican vidas enteras

No podemos seguir esperando el "gran milagro" para disfrutar

Lic. Aldo Godino

Dijo Benjamin Franklin: "La felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días".

La mayoría de la gente no tendrá, a lo largo de su vida, la posibilidad de hacer grandes cosas. Si además no hace bien lo pequeño de cada día, cabe preguntarse a qué se dedica en su vida. Y es allí, en los pequeños detalles cotidianos donde uno termina conociendo a los demás; esos detalles que parecen carecer de importancia pero que, en su conjunto, marcan a las personas.

Todos recordamos detalles mínimos que han quedado grabados en nuestra memoria. Las menudencias son el sabor de las cosas. La felicidad y el acierto en el vivir dependen en gran medida de cómo vivimos esas particularidades. La felicidad hay que rastrearla en esas pequeñas luces que se encuentran y se desperdigan en los detalles. Es la pequeña llave que abre más corazones de lo que imaginamos. Las cosas que nos hacen sentir bien están sembradas en lo cotidiano.

Hemos de poner creatividad e ingenio para transitar por un cono de sombra. La vida tiene una dinámica acumulativa y muchas veces escondida: los cambios conducen a otros cambios, la mejora estimula a otras mejoras. Un suceso minúsculo, visto retrospectivamente tiempo después, ha dado lugar a crecimientos importantes. Un pequeño cambio de dirección en el largo viaje de la vida -en medio de temores e incertidumbres- puede marcar una diferencia cada vez más positiva y mayor con el paso del tiempo.

El futuro del mundo no se forja solo en las grandes decisiones internacionales, por cruciales que puedan ser; se decide sobre todo en esa contienda cotidiana, en el «amor paciente" que es la labor discreta de mucha gente. Realmente lo importante y lo que a largo plazo hace que seamos felices son esas pequeñas cosas que todos tenemos a nuestro alrededor aunque a veces nos pasen desapercibidas.

Hay mucho en nuestro entorno de lo que podemos disfrutar. La belleza de la naturaleza, el cariño de los que nos quieren, escuchar música, mirar un cuadro, bailar, saborear una buena comida. Por lo general tendemos a no valorar lo que se nos presenta a diario. Quizás por cotidiano y por costumbre, jamás celebramos la salida del sol.

No podemos seguir esperando el "gran milagro" para disfrutar. Hay que gozar a diario de los "pequeños milagros" que, día a día, se abren a nuestro paso. El valor de las cosas pequeñas proporciona alcances extraordinarios. "La mayoría de la gente tendría éxito en las pequeñas cosas si no estuviera tan preocupada por las grandes ambiciones", decía el general Wadsworth.

A veces lo anecdótico puede ser más trascendente de lo que pensamos. También los eventos más aislados y singulares, esconden tras de sí realidades lo bastante serias como para tenerlas en cuenta. "Los detalles hacen la perfección y la perfección no es un detalle" afirmó Leonardo da Vinci-.

Las pequeñas cosas tienen muchas formas y llegan de muchas maneras. Hay victorias, grandes sacrificios y actos de noble heroísmo que no tienen crónica ni público, pero que se realizan todos los días en los más apartados rincones, en las pequeñas familias y en los corazones de hombres y mujeres. Cualquiera de estos podría reconciliar con el mundo al hombre más exigente y llenarlo de esperanza. Así también se construye la historia.

Los pequeños detalles edifican vidas enteras. Hay quien no lo percibe, hay quien no es capaz de ver el esfuerzo por parte de otras personas por hacerles la existencia más fácil, por aportar luz en esos días oscuros y por desenredar nudos donde solo hay madejas. Hay para quien las buenas personas pasan desapercibidas. Las buenas personas no llevan pancartas ni acostumbran a hablar demasiado de sí mismas, porque en ocasiones, cometen el error de descuidarse un poco y mirar más por las necesidades ajenas. Pero no se dan cuenta. Es su esencia, su forma de ver el mundo: dándolo todo por los demás.

La virtud de no despreciar nunca las cosas pequeñas debería ser muy estimada. Hay una estrategia de las decisiones cotidianas. Hasta en política, lo más insignificante puede convertirse en un problema de Estado: la calefacción de una escuela, la provisión de insumos en un hospital, el funcionamiento de un semáforo, el abastecimiento de energía, la buena conservación del pavimento, la elaboración confiable de estadísticas públicas. Ya lo decía el Maestro: "Si eres fiel en lo poco, también lo serás en lo mucho".

"Un estudiante de pintura, había terminado su primer cuadro. Llamó a su maestro para que lo evaluara. Se acercó el maestro y observó la obra con detenimiento y concentración durante unos minutos. Entonces, le pidió al alumno la paleta y los pinceles, con gran destreza dio unos cuantos trazos y cuando el maestro devolvió la pintura al alumno, éste notó que el cuadro había cambiado notablemente.

El alumno quedó asombrado; ante sus propios ojos la obra había pasado de mediocre a sublime. Casi con reverencia le dijo al maestro: ¿Cómo es posible que con unos cuantos toques, simples detalles, haya cambiado tanto el cuadro? Es que en esos pequeños detalles está el arte, contestó el maestro".

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