No dejes apagar el entusiasmo
Una emoción que contagio y es una chispa en la oscuridad.
El entusiasmo es un estado de ánimo o emoción que se considera como de "exaltación" o fervor ante un hecho o una situación determinada. El entusiasmo no es solo una emoción sino una actitud que podemos desarrollar. Se caracteriza por la fe en uno mismo, por la capacidad de superar obstáculos y por la persistencia en la búsqueda de metas. Los entusiastas suelen expresar una actitud positiva hacia el presente y creen en su potencial. El entusiasmo es lo que realmente mueve montañas y ya que tiene que ver con la felicidad, el equilibrio y la energía positiva que se proyectan más a largo plazo.
Los entusiastas no esperan a un futuro mejor, tienen fe en el presente y lo disfrutan, creyendo en su capacidad para lograr los objetivos ahora mismo. Asimismo, no se rinden ante los desafíos y se esfuerzan por aprender de las experiencias para poder seguir adelante. Ven oportunidades y soluciones donde otros ven problemas y obstáculos, así como también conocen sus fortalezas y sus debilidades. Buscan la mejora constante en lugar de esperar a que las circunstancias sean perfectas. "Este objetivo me motiva y voy a hacer todo lo posible por alcanzarlo". "¿Por qué estoy haciendo esto? Bueno, porque me entusiasma, me da energía, me hace feliz". Dos palabras que muchas veces utilizamos indistintamente.
Básicamente, la motivación es más que nada la persecución de objetivos y de metas. Cuando logramos alcanzar ese lugar es como que se da un final, hay un cierre. Y a partir de ese cierre nos planteamos nuevos objetivos, nuevas metas. Sin embargo, el entusiasmo es más profundo, ya que tiene que ver con una energía, con algo que tenemos dentro nuestro. Etimológicamente, la palabra viene de "entheos", una voz del griego que significa "que lleva un dios dentro". Poderosa palabra.
El célebre médico Gregorio Marañón decía que el entusiasmo es signo de salud emocional. Es comprometernos con la vida, con darle impulso, pero es también un rasgo que nos permite afrontar las cosas desde el corazón, de manera vivaz y energética. Si esta emoción tiene algo mágico es que se contagia, es como una chispa en la oscuridad que guía e inspira. Tanto es así que las fortalezas de carácter que más se correlacionan con la felicidad son el entusiasmo, la curiosidad y la esperanza. "No dejes apagar el entusiasmo, virtud tan valiosa como necesaria; trabaja, aspira, tiende siempre hacia lo alto", solía afirmar Rubén Darío.
Vivimos en la era en la que los libros de autoayuda siguen siendo los más demandados. El culto al yo, la necesidad de comprendernos, de atendernos, de desarrollarnos y de sanarnos nos obliga a estar siempre focalizados en nosotros. No obstante, es bueno que de vez en cuando crucemos la frontera del yo para descubrir otros mundos.
Al hacerlo podemos tomar conciencia de que hay otras mentes de las que aprender. Fomentar nuevas amistades, descubrir escenarios, lugares o prácticas y ampliar experiencias despiertan la pasión por vivir. Esa es la chispa del entusiasmo. Salir de nosotros mismos y aventurarnos a explorar otros territorios.
Para despertar el entusiasmo hay que dejar de vivir en modo supervivencia. Los estados de estrés y ansiedad son los que nos llevan a pensar en modo de autoconservación: pelear o escapar de las amenazas. La mente solo se focaliza en las preocupaciones, en lo que ha pasado o lo que puede pasar, en lo que debemos hacer. El entusiasmo no se enciende cuando estamos atrapados por la rumiación y la inquietud constante, por eso hay que relajarse, bajar el ritmo y regalarnos instantes de calma.
Clarificar cuáles son nuestras inquietudes personales y nuestros gustos nos permite despertar el entusiasmo. "Sé que puedo hacer esto; me encanta pasar tiempo haciendo esto otro, me siento bien conmigo mismo, el tiempo se me pasa volando...". Si hacemos algo, que esté en sintonía con nuestros valores y con nuestras creencias, ajustémonos siempre a lo que nos dice nuestra intuición y esa voz interna que nos conoce tan bien.
Es ley de vida. A nuestro alrededor siempre habrá una o dos presencias que infravaloren nuestras pasiones, nuestros gustos o nuestras inquietudes. Son personas expertas en arrancarles las alas a los que sueñan, en desanimar a aquellos que encuentran su camino.
¿Qué es la vida sin entusiasmo? Sin entusiasmo nos falta brillo, carisma, ganas y valentía para trabajar en lo que queremos. Sin esta emoción vegetamos y nos limitamos a existir en piloto automático.
"El distraído tropezó con la piedra, el violento la utilizó como proyectil, el emprendedor construyó con ella, el campesino cansado la utilizó como asiento, para los niños es un juguete, algunos la poetizaron, David mató con ella a Goliat y Miguel Ángel le sacó la más bella escultura.
En todos estos casos, la diferencia no estuvo en la piedra sino en el entusiasmo del hombre. Por eso, no existe piedra en tu camino que no puedas aprovechar en tu propio beneficio".