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Novedades en el cine: pelea de fondo entre Tom Cruise y Stitch

Cuatro películas nada más en las carteleras, dos de ellas (híper) tanques: la versión “con actores” de Lilo & Stitch y la última (veremos…) Misión: Imposible. Más dos novedades nacionales para nada despreciables. Le contamos si valen la pena (o no) y lo dejamos decidir. 

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Es raro que se estrenen al mismo tiempo dos grandes tanques de Hollywood en el cine global, por eso aquel “Barbenheimer” de 2023 fue un evento cultural. Aquí se da algo muy parecido: una película “para chicos” y una “para grandes”, de públicos complementarios, acaparan pantallas en casi todo territorio occidental durante el fin de semana. Una es la versión con actores de Lilo & Stitch, enorme clásico de la factoría Disney (y, para quien escribe, una verdadera obra maestra). La otra es la entrega final -eso dicen- de la saga Misión: Imposible, donde a Tom Cruise, después de quedar colgado de techos, edificios, trenes, aviones y barcos, le toca colgar los guantes.

 

Lilo & Stitch no es ni por lejos la peor de las traslaciones a “acción real” (más o menos, hay muchísima animación fotorrealista) de un clásico de Disney. No es, tampoco y ni por lejos, la mejor (ese lugar lo ocupa la bellísima El libro de la selva). Sigue con pocas modificaciones el guión original, tiene algunos buenos chistes y el bichito sigue simpático. Pero lo que antes era “parejo” y por lo tanto creíble (porque todo era dibujo) aquí se nota como un injerto que no termina de cuajar del todo. Por supuesto que es entretenida y por supuesto que no es Blanca Nieves (gran fallido de la firma). Si tiene chicos, seguro van a pedir ir. Pero quizás no sea de esas que recomendamos más allá de la edad.

Misión: Imposible-Sentencia final es una fiesta. Es cierto que se toma su tiempo para exponer en el primer tercio, pero cuando pone tercera resulta una película de aventuras absolutamente emocionante con personajes a los que queremos como a los amigos del barrio. Y Tom Cruise hace todo lo posible con sus acrobacias impecables y suicidas, de esas que ya nadie se anima a hacer sin entornos digitales. Esa sensación de urgencia verdadera, de peso, de la física dando todo de sí para vencer a los héroes es la que le otorga a esta serie un lugar que otras no tienen ni, a esta altura, difícilmente vayan a tener. Festejemos, es cine purísimo.

La argentina Gala & Kiwi es una buena aproximación casi cassavetiana a la relación entre el cine y el teatro a cargo de Axel Cheb Terrab. Dos amigas muy jóvenes que no se ven desde seis años atrás se reencuentran, toman, conversan y recrean una relación que esconde otras miserias y otros deseos. La tensión se siente desde el primer momento y también la incomodidad, que en lugar de expulsar al espectador lo mantiene al vilo. Un verdadero ejercicio (lateral, disfrazado) de suspenso.

 

Y por último, el documental Donde los árboles dan carne, de Alexis Franco, es mucho más que una serie de viñetas sobre gauchos y quehaceres del campo: es una reflexión sobre el lugar del hombre en la Naturaleza y el insoslayable paso del tiempo. La mirada sobre dos familias que intentan sobrevivir a pesar de los problemas en medio de la pampa argentina es excusa para ir más allá de la belleza de los paisajes, para hablar de las relaciones entre quienes se acercan al final de la vida y quienes recién comienzan, y de nosotros mismos en la marea del tiempo. Más que interesante.

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