CINE

Palma de Oro honorífica para Robert De Niro, quien dio un crítico discurso por la política en Estados Unidos

Dijo que la democracia estaba en peligro en su país, donde se atacaba a la cultura y la diversidad y llamó a la resistencia. 

Fernando E. Juan Lima

La apertura del Festival Internacional de Cannes siempre viene precedida por las corridas de último momento, los anuncios de las ultimísimas películas anunciadas (hasta el 9 de mayo se incorporaron algunas), los temores por los escándalos o faltazos, las cada vez más estrictas medidas de seguridad y admisión (el atentado en la vecina Niza en 2016, cuando con un camión se embistió a una multitud, causando 86 muertos e incontables heridos, importó un antes y un después en toda la dinámica del festival). 

Así y todo, lo único que puede provocar una pequeña demora es una estancia un poquito más extendida de lo debido en la alfombra roja por parte de las estrellas antes de entrar en la enorme sala del Grand Théatre Lumière. Sala a la que ahora se denomina Grand Auditorium Lumière y que este año estrena nuevo sistema de sonido Dolby Atmos, con tecnología inmersiva. Con sus 2309 localidades, este cambio la lleva a ser la mayor sala de Europa equipada de ese modo. 

Se han colocado 128 parlantes permanentes, 20 de techo, se han utilizado cinco kilómetros de cables y se desplegaron 29 amplificadores (el costo estimado de la obras es de un millón de euros). Todo ello, sin modificar la estructura original de la sala. Es por ello que, según se informó, se habría requerido de la ayuda de un “equipo de acróbatas” para la instalación de los parlantes suspendidos.

Todas las ceremonias de todos los festivales del cine en el mundo suelen retrasarse, incumpliendo el horario anunciado. En el caso de Cannes, sin embargo, la demora siempre es pequeña y en ello sin dudas influye la necesidad de cumplir con el horario pautado para la transmisión televisiva (France Télévisions es un importante socio y sponsor del festival), por más que cada año el seguimiento del evento se transporta más a la página web del festival y a las redes sociales. Además, la ceremonia se transmite en directo en 382 salas de cine de todo el país: una verdadera declaración de principios.

Todo cronometrado y calculado (o casi), incluidas la presentación, los anuncios, el ingreso al escenario del jurado principal (en último lugar su presidente/a, este año la hermosa e increíble actriz Juliette Binoche) y algún número especial (uno solo este año, en homenaje a David Lynch). 

En un año particularmente político, el Maestro de ceremonias, el actor Laurent Laffite, tras señalar que cuando dijera “actores” se refería a “actores ya actrices” defendió a los que tomaban partido, se arriesgaban, hablaban aun a sabiendas que, según él, para los actores ello siempre era un riesgo. 

 

El inicio del Festival repleto de estrellas  

Juliette Binoche, por su parte, destacó la importancia y la responsabilidad de los intérpretes de dar testimonio, hizo referencia a los que continúan secuestrados desde el fatídico 7 de octubre de 2023 en Israel, pero también los rehenes en todo el mundo y a la fotografa Fatma Hassona, muerta el 16 de abril pasado por el fuego israelí al día siguiente de enterarse que la película de la que participaba había sido elegida por el Festival de Cannes.

De Niro por Di Caprio 

 

La presentación de Robert De Niro estuvo a cargo de Leonardo di Caprio, que, elegante, cortó rápidamente la ovación de pié que lo recibió. El protagonista era otro: ese maestro de actores, ese ícono que marcó a su generación, el que le abrió la puerta al estrellato eligiéndolo para su primer papel en el cine y el que elude estar en el centro cuando no está en escena. Ese que, si cuando terminara sus palabras le dedicaba una media sonrisa, él lo sentiría como una ovación de pie.

Y la ovación de pié vino para recibir a Robert De Niro, visiblemente emocionado, pero sin quebrarse nunca. Reconoció a Cannes como su lugar de pertenencia y el ejemplo en el que pensó cuando fundó el festival de TriBeCa, en 2002, con la idea de que la gente volviera al barrio tras el atentado a las torres gemelas. Y fue muy explícito y duro contra la política de los autócratas y fascistas. Dijo que la democracia estaba en peligro en su país, donde se atacaba a la cultura y la diversidad y llamó a la resistencia. 

Sin violencia, en paz, pero haciendo uso de la palabra. Alzando la voz. Después de tanto compromiso en unos pocos minutos cabe esperar qué sucederá mañana, cuando a las 15:15 (hora de Francia), De Niro dé una charla pública (dará una MasterClass, podría decirse, visto el protagonista) para los periodistas, acreditados y público que tenga la suerte de conseguir una de las 1068 entradas de la nada pequeña Sala Debussy.

La apertura formal de la 78° edición del Festival Internacional del Cine de Cannes no estuvo esta vez, como de costumbre, a cargo del homenajeado y la presidenta del jurado. A ese fin se invitó al escenario a quién había sido más histriónico en la alfombra roja.

 Este fue Quentin Tarantino, que a los gritos recitó la habitual cantinela y terminó arrojando el micrófono al piso, ante las risas y los aplausos de los presentes.

Tras tantas emociones, la película de apertura, Partir un jour, de Amélie Bonnin resultó solo correcta y amable. Crisis del crecimiento de una exitosa chef que, ante la noticia de su embarazo, vuelve a la casa familiar para acompañar a su padre que sufrió un infarto. Simpática, puntuada por momentos en que los protagonistas cantan, se sintió un poco insulsa tras la potente ceremonia de apertura.  

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