Puts: el canje de bonos a los bancos tuvo bajo éxito
El Tesoro le ofreció un canje de bonos a las entidades financieras que aceptaron rescindir los puts. La nueva oferta estiraba los vencimientos de los bonos y por ende no permitía alivianar los riesgos de descalce que les generó resignar los seguros de liquidez. Solo el 26% ingresó a la propuesta oficial
El Ministerio de Economía realizó el canje de deuda en pesos exclusivo para bancos que habían aceptado rescindir los puts. El resultado fue magro, lo que resultaba dentro de lo previsible: en lugar de ofrecer una baja en las duration, acorde con el mayor riesgo que implicaba perder los seguros de liquidez, la oferta estiraba los vencimientos. Sin una mejora sustanciosa por el lado de los precios, la principal atracción residía en que los v nuevos bonos prometían una mayor liquidez vía mercado secundario. La operación mostró bajo interés por parte de las entidades financieras involucradas, ya que de la conversión sólo participó el 26%.
Aun así, desde la Secretaría de Finanzas celebraron: “Como resultado de esta conversión, el 26% de la cartera de los bancos asociada a la venta de los contratos por opciones de liquidez participó en la operatoria de conversión de títulos y permitió una extensión de la vida promedio de la deuda del Tesoro en 0,86 años, con una reducción de los títulos con cupones de 1,06% a 0%”.
El canje había generado sorpresas. Los puts surgieron bajo la necesidad del Gobierno anterior (aunque también fueron muy utilizados por el actual) de estirar plazos en las licitaciones de deuda en pesos. Como la incertidumbre macroeconómica no permitía que los vencimientos se alargaran mucho en el tiempo, generando incluso muros de fuertes vencimientos en las previas a las épocas electorales, con cierta imposibilidad de conseguir que los bancos tomaran papelas más allá de los comicios, los seguros de liquidez plantearon la garantía de que el BCRA los compraría si los bancos los ejecutaban. Una vez implementado el recurso del put, y con la liquidez garantizada frente a un imprevisto, los bancos empezaron a aceptar tomar deuda a plazos más largos.
A principios de julio, el Banco Macro ejecutó puts y el BCRA tuvo que emitir $1,9 billones. Para evitar esa amenaza constante sobre los agregados monetarios, y sobre las cotizaciones del dólar, el Central propuso a los bancos rescindir los puts. En su momento, el 78% de las entidades aceptaron deshacerse de los seguros pese a que la oferta solo cubría el gasto en el que habían incurrido por las primas, pero le había permitido al BCRA hacer una emisión mínima (por esas primas) de $90.000 millones y logró sacar de circulación una emisión monetaria de hasta $13,17 billones (equivalente al 78% que aceptó ingresar, el resto, uno $3,7 billones, sigue con puts en su poder).
La decisión de los bancos encontró inicialmente pocas explicaciones desde la razón económica. Los depósitos bancarios pasaron a tener un mayor riesgo de descalce, ya que las ante una salida intempestiva las entidades financieras ya no podrán ejecutar los puts en forma inmediata. Por eso sorprendió la oferta del Tesoro, que les puso sobre la mesa, en el nuevo canje, bonos a más largo plazo. La nueva oferta no evitaba los mayores riesgos de descalce, aunque sí la rotación de bonos viejos por bonos nuevos prometía facilitar algo de mayor liquidez en el mercado secundario, ya que algunos llevaban meses sin operación. Finalmente, el éxito fue moderado.