Stallone trae de regreso al guerrero torturado que no puede dejar de combatir
Crítica: Rambo: Last Blood
Rambo es, a esta altura, más un arquetipo que un personaje. Y Sylvester Stallone, más un autor de sus propias películas que un actor en ellas. Así que podemos asignarle la responsabilidad de esta quinta y última -digamos- aparición de su veterano de Vietnam. Ha recorrido un largo camino plagado de violencia, ha sido satirizado y denostado (la perspectiva de los años nos permite ver que había cine en esas películas), y aquí está con un último acto de venganza. Rambo no es un personaje "fácil", más allá de lo que puedan parecer sus tramas (un acto violentísimo, una venganza aún más violenta), y Stallone sabe que el tipo padece una tortura interior. Que, en esta secuela, se mimetiza con otra tortura: la del paso del tiempo que sufre el propio intérprete. Cuando tiene que divertir, la película lo hace. Cuando tiene que conmover, se queda un poco corta, pero lo intenta. Stallone sabe lo que hace.
Título original: Ídem, EE.UU., 2019
Duración: 99’
Dirección: Adrian Grunberg
Intérpretes: Sylvester Stallone, Paz Vega, Yvette Monreal
Calificación: Apta para mayores de 16 años