LA FERIA LATINA

Tour de ofertas por la feria más grande de la ex Villa 31 en Retiro

El actual Barrio Mugica alberga una de las mayores ferias de la Ciudad que funciona de miércoles a domingos de 8 a 18 horas

gmoreno

En el corazón de Retiro y a pocos metros de Palermo Chico, se encuentra el Barrio Mugica (ex Villa 31). Recorrer sus calles invita a encontrarse con mercados, ferias, una variada oferta gastronómica, murales y hasta el ministerio de Cultura porteño. Lo más llamativo es su Feria Latina, que convoca no sólo a vecinos, sino también a turistas de todas partes del mundo.

Todos quieren conocer ese mundo que se ve desde la autopista Arturo Illia cuando se cruza de la avenida 9 de julio a la Costanera. Son 32 hectáreas en las que habitan 40.000 personas de todas las razas. Un barrio obrero que nació en 1932 y se fue transformando, sus casas de chapa, pasaron a ser de material y hoy se ven construcciones de varios pisos. Sumado a un complejo habitacional que forma parte de la urbanización del barrio.

 En 1999, los habitantes de la Villa 31 necesitaban una salida laboral para hacerle frente a la crisis y así surgió una feria del trueque. Se juntaban para intercambiar ropa, cosas en desuso y hasta saberes. El que cortaba el pelo cambiaba el corte por algún alimento, otro vendía algo de ropa por yerba y azúcar. Con el tiempo, el trueque se fue convirtiendo en venta y la feria comenzó a crecer en puestos.

Recién en 2015 consiguieron los permisos y fueron considerados una feria legal de la Ciudad. En la actualidad funciona de miércoles a domingos de 8 a 18 horas. Los días más concurridos son los fines de semana. Se puede visitar la feria sin temores, es muy seguro y hay mucha vigilencia atenta. 

Zapatero, peluquero, cerrajero y bicicletero ofrecen sus saberes en la Feria Latina

Uno de los miembros más históricos de la Feria Latina se llama Juan Domingo “Jala” Romero, sus padres eligieron ese nombre para homenajear al General Juan Domingo Perón, en ese entonces proscripto. Todos lo conocen como “Jala” y ahora es el delegado de la feria. “Me dedico a vender regalería y vendo locro o tortas fritas. Ahora estoy sin plata, estoy trabajando para juntar y poder comprar cosas para vender para el Día de la Madre. Está todo muy difícil, hay gente en la feria pero la venta es poca. Este año tuve que buscar tres trabajos para poderme defender, la plata no alcanza”, dice con tristeza.

En la Feria Latina hay 185 puestos oficiales, pero se suman los manteros que son bastantes, en total habrá 250 vendedores. Hasta hace unos meses había una feria paralela que fue desalojada por el Gobierno porteño. Pero como la gente necesita vender, vuelve a buscarse un rebusque y tira el paño con cosas usadas, ropa, colchones, almohadones, de todo.

La mayoría de los puestos, unos 140 son de venta de ropa nueva y usada para todas las edades. Ofrecen zapatillas y toda clase de calzados, regalería y arreglos de todo un poco. David es la segunda generación de vendedores de condimentos, su madre inició la tradición y él la sigue. Lo más vendido de la feria son los condimentos, porque no sólo se compran por peso o bolsita, las vendedoras y vendedores transmiten sus saberes y dan codiciadas recetas.

Más de 250 puestos ofrecen de todo a precios muy económicos

José es un mantero, que cuando puede entra a la feria y hace unas changas como bicicletero. Parche o cambio de cubiertas para bici, siempre esta listo para solucionarles los problemas. Lo mismo, Luis, un hombre boliviano ya mayor, que arregla zapatos, bolsos y carteras en el acto.

Los puestos venden toda clase de indumentaria, desde pantalones a $25.000 nuevos hasta usados por $4.000. Las remeras arrancan en $3.000 y hay de hombre, mujer y niños. Las zapatillas van de los $25.000 a los $35.000 las nuevas y más baratas aún si son usadas. La ropa para chicos es lo que más se vende cuando comienza la temporada de invierno, es una inversión segura y nadie quiere perderse la oportunidad de vender. Un pantalón y remera rondan los $12.000 ya sea para chicos o grandes.

Todos piden rebaja

Los vendedores coinciden que este año la venta bajó. “La gente camina mucho, pregunta precios, compara y pide mucha rebaja. Todos regatean el precio, yo les bajo entre $1.000 y $2.000, no puedo bajarles más porque ya no me rinde la venta. Todos vendemos muy barato acá”, cuenta María.

Entre los puestos que venden perfumes, bijouterie y gorras están los barberos o peluqueros que hacen cortes unisex a $5000 el corte. Se mezclan vendedores de helado, jugo o tortillas a $1.000 cada una, empanadas a $700 o postres. El locro sólo se vende en mayo y junio.   

Está prohibida la venta de celulares, sólo se venden accesorios y Jala cuenta que están prohibidas las manicuras por una cuestión de limpieza.

Los que buscan almorzar pueden ir a los restaurantes peruanos, bolivianos y argentinos que ofrecen toda clase de exquisiteces a precios muy económicos. La fama de uno de los peruanos es tal, que ya abrió su segunda sucursal en Las Cañitas.

El Barrio Mugica es un mundo, listo para poder recorrerlo. Y si alguien busca adentrarse y conocer más la historia o ver la iglesia de Cristo Obrero donde descansan los restos del padre Carlos Mugica, puede buscar alguna opción de tours que organizan los vecinos para mostrar orgullosos sus barrio, cuestan entre $8.000 y $12.000 depende si son con tres degustaciones de comidas típicas o con una sola. Duran dos horas y no dejan nada por mostrar en el barrio.

Una de las más conocidas vendedoras de especias del barrio

 

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