Kaos, la serie imperdible de Netflix que "destroza" a los dioses mitológicos
Una comedia irreverente que, en tono de sátira, describe la crueldad de los dioses griegos y la rebelión de los mortales. Con un elenco de lujo, es de lo mejor de la plataforma este mes.
“¿Qué es este delirio?” surge la pregunta apenas uno le da "play" a Kaos, serie británica estrenada hace unos días en Netflix y que se posiciona entre lo más visto, con buenas razones.
Al saber que fue creada por Charlie Covell -guionista de la particular The End of the F***ing World- las cosas empiezan a tener sentido.
Nadie podría haberse imaginado a Jeff Goldblum como Zeus, y sin embargo, al rato de verlo, es imposible visualizar de otro modo a este poderoso dios resentido, perverso y abusivo con la pobre Humanidad.
Kaos cuenta cómo se pergeñó el derrocamiento del dios supremo de la religión y mitología griega, padre de los dioses y los seres humanos, rey del Olimpo, desde donde arrojaba desastres naturales y violencia solo para divertirse.
Esa es la clave de humor ácido con que nos encontramos a lo largo de 8 episodios en los que tendremos que ajustar lo que recordamos de mitología a la “locura” modernizada que propone una serie en que los dioses no solo son muy imperfectos, sino también -en su mayoría- detestables.
Aquí la acción transcurre entre el Olimpo y la atribulada Creta en una época que bien podría ser la actual, donde dioses, semidioses, titanes y otros seres juegan -en varios sentidos- con las miserables criaturas sin poderes que somos nosotros.
Es Prometeo -Stephen Dillane, conocido por interpretar a Stannis Baratheon en Game of Thrones- quien nos guía a través del relato. Desde su condena encadenado a una montaña, sufriendo a diario que un águila devore su hígado, nos explica que “no es por haber robado el fuego y habérselo entregado a los humanos, como ustedes creen”.
El personaje de Prometeo rompe “la cuarta pared” y cuenta “la verdad”: “Fui condenado por desafiar a Zeus”. En cierta manera, es casi lo mismo, y su afrenta le salió carísima, aunque este titán no pierde el optimismo.
Es que el rey de dioses lleva mucho tiempo aprovechando su estatus; hasta que una mañana descubre que tiene una arruga en la frente. "Una línea aparece, el orden perece, la familia cae y el caos prevalece" recita como profecía Zeus, alegoría de la crisis de la mediana edad de la que casi ningún mortal escapa.
Al fin y al cabo, Zeus destronó a su propio padre, se casó con su hermana Hera (una perfecta (Janet McTeer – Ozark) que lejos de ser una sufrida esposa padeciente de las indifelidades de su marido, cultiva su propia lujuria y usa sus poderes para pasarla bien. Zeus tiene muchas razones para ser paranoico.
Así comienza el desfile de personajes que conocemos mitológicamente, aquí terrenales, plagados de defectos, pero sin dejar de reflejar su esencia. Hades (David Thewlis), está a punto de perder el control del inframundo y su esposa Perséfone no le ayuda demasiado en reafirmar su autoestima.
Hay muchos muertos esperando ser procesados... y están inquietos. Dionisio (Nabhaan Rizwan), el hijo rebelde de Zeus y amigable con los humanos, está harto del ninguneo de su horrible familia y no tardará en enfrentar de manera épica a su padre.
En la Tierra, los mortales, hartos de los abusos, exigen un cambio, pero Poseidón (Cliff Curtis) está más preocupado por su superyate y las delicias de ser un dios. El caldo de cultivo para el Caos se cocina en el Olimpo, en la Tierra y en el Inframundo.
Es muy gratificante redescubrir los famosos mitos griegos desde de la descarnada e irónica mirada de la autora. Orfeo es una estrella de la música pop, pero su amada Eurídice se cansó de él.
En esta versión alocada del mito, Orfeo es un amante tóxico, tan egoísta que condena a su pareja, tras su muerte, robándole la clásica moneda que le permitiría el paso exitoso por el Inframundo. Así es que su descenso a los infiernos en su búsqueda tiene aquí poco de romántico o heroico.
Rodada mayormente en España y parte en Italia, Kaos es una grata experiencia, una serie diferente y precisamente, caótica, que nos sumerge en un mundo reconocible de vanidades, abuso de poder y tantas otras feas cualidades.
Sin embargo, debajo de tanta mugre, está latente esa idea de un potencial heroísmo humano: aún hay esperanza para los mortales. Y también hay esperanzas de una segunda temporada, si los dioses lo permiten.