William Friedkin, el hombre que filmó al Demonio
El pasado lunes falleció William Friedkin, uno de los grandes autores del cine estadounidense que, en los años setenta, logró dos de los más grandes filmes contemporáneos: Contacto en Francia y El Exorcista. Pero su cine es una reescritura constante de la lucha dispar entre el Bien y el Mal. Aquí, qué ver y dónde.
El lunes murió William Friedkin, uno de los mayores cineastas de las últimas décadas, aunque es probable que no tenga su nombre (menos repetido, en todo caso, que los de Spielberg, Scorsese o Coppola, compañeros de generación) pero sí conoce -cómo no- dos de sus películas más importantes: Contacto en Francia (ganadora del Oscar en 1971) y El Exorcista (nominada en 1973 y para muchísimas personas la mayor película de terror jamás hecha). Seguramente el lector se sorprenda si mencionamos otros de sus títulos, especialmente porque son difíciles de ver. Sin embargo, hay algunas películas que pueden encontrarse en plataformas hoy. El gran tema de Friedkin es la presencia del Mal en el mundo. No el mal como una perversión moral, sino como una sustancia, algo personificado. Un ente preciso que posee y vampiriza (pervierte, digamos) incluso a los héroes de sus películas. Aunque hay películas más políticas en su obra, y algunas comedias, siempre ese Mal, ese ente perverso que posee, aparece en todo su esplendor.
Por otro lado, Friedkin era un artista riguroso en cuanto a qué ponía en la pantalla. Formado en el documental y en la primera televisión, siempre optó por la economía, incluso cuando la película que tenía entre manos era gigantesca. Y siempre hay una dimensión efectivamente documental. En muy pocas apeló al uso del estudio y sí a filmar en las calles, con su textura y sus personajes. El gran ejemplo es, por supuesto, Contacto en Francia, de la que muchos recuerdan su tremenda persecución por las calles de suburbio neoyorquino y luego en el tren elevado. Pero es mucho más interesante el ajedrez entre el jefe narco interpretado por Fernando Rey, un millonario sibarita y muy inteligente, y el detective de calle, nervioso y con recursos escasos que interpreta Gene Hackman. Pero el filme juega la idea de hasta dónde respetar la ley, mientras el demonio corruptor incluso penetra en aquellos que deben defenderla. Clásico de suspenso, extraordinario policial y gran retrato de Nueva York a principios de los setenta. Está en Star+
El Exorcista es quizás la película más clara: Satán, nada menos, se apodera del cuerpo de una chica de doce años (extraordinaria actuación de Linda Blair). Pero además de eso, del demonio buscando un último combate con el exorcista que tantas veces lo ha expulsado (genial caracterización de un treintañero Max Von Sydow, que parece de casi ochenta) y del cura con crisis de fe que realiza el mayor de los sacrificios, es en más de un sentido una película sobre el cine: la madre de la víctima es una estrella de Hollywood "comprometida", y básicamente se muestra la hipocresía de las comunidades artísticas y la duda de la comunidad religiosa. La película todavía causa mucho miedo, pero tiene una cantidad de lecturas posibles que va más allá del género. Está en varias plataformas, especialmente en HBO Max.
Tenemos que pegar un salto, porque en las plataformas legales no hay nada de lo que hizo entre ese filme y -casi- los 2000. Pero no importa porque podemos mencionar dos grandísimas películas. Una se llama La Presa, y es casi la "anti-Rambo": un asesino muy entrenado al que hay que detener en un bosque es buscado por quien lo entrenó. La dupla es Benicio del Toro-Tommy Lee Jones. Pero aquí además de la posesión, se juega el tema del doble -otro clásico del fantástico- y la película se desliza a una sequedad y una violencia que Hollywood ya no producía en 2003. En Prime Video.
La última película realmente grande que hizo fue Killer Joe (en Prime Video está como Ajuste de cuentas). Basada en una obra teatral de Tracy Letts (Agosto-Condado de Ossage), es la historia de un policía que también es sicario, y que cambia a un par de lúmpenes sus servicios por la virginidad de su hermana adolescente. La actuación demoníaca de Matthew McConeaughey es de las mejores de su carrera y el clímax asfixiante -donde se cruza el vicio, la pobreza, la perversión y en última instancia el envilecimiento- es de lo más inquietante que pudo filmarse en las últimas dos décadas (la película es de 2011). O cómo retratar al demonio desde su propio punto de vista.
Y ahora, amigos, tres títulos que marcan a fuego una filmografía y que no van a encontrar en las plataformas (pero ya saben que todo está en alguna parte). Sorcerer es, quizás, una de sus más grandes obras maestras. Adaptación de El Salario del Miedo, novela de suspenso donde un grupo de desesperados tiene que conducir camiones llenos de nitroglicerina, y que ya había filmado en los 50 Clouzot. Friedkin toma la novela original y todo su contexto político y hace una película de aventuras oscura y perturbadora . Más tarde hizo Cruising, otra historia de posesiones: un policía (Al Pacino) se hace pasar por homosexual sadomasoquista para capturar a un asesino serial, pero eso lo enfrenta con una faceta oscura de su personalidad (otra vez, doble y posesión). El final es desolador y la película tuvo mil problemas para estrenarse (en la Argentina de la dictadura tenía media hora menos). Luego tuvo su último gran éxito: Vivir y Morir en L.A., donde un policía rompe las reglas de la moral para capturar a un falsificador (el villano, uno de los primeros grandes personajes de WIllem Dafoe) y que sube la apuesta de Contacto en Francia. Y por último, una poco conocida: The Deal of the Century, una comedia con Chevy Chase, Gregory Hines y Sigourney Weaver sobre vendedores de armas sin escrúpulos.