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Aún Estoy Aquí, la película más noble y necesaria que denuncia al mundo los horrores de la dictadura en Brasil

La película brasilera de Walter Salles retrata en un drama político a una familia que vive los horrores de la dictadura y su lucha por no olvidar

BBorelli

Las dictaduras han dejado una huella imborrable en los pueblos de América Latina, siendo el disparador de una lucha comprometida por la justicia y la búsqueda de la identidad que trasciende generaciones e invita a respetar un límite importante: hay cosas que no se pueden repetir. Distintos realizadores cinematográficos de la región supieron retratar esta convicción: lo hizo Luis Puenzo en 1986 con La historia oficial, que le valió a Argentina su primer premio Oscar; y años más tarde lo hizo Santiago Mitre con el histórico Juicio a las Juntas en 1985. En Brasil, el cineasta Walter Salles sigue estos mismos pasos y denuncia al mundo entero la dictadura que ocurrió en su país con Aún Estoy Aquí.

Si bien es el primer Oscar que gana Brasil en la categoría Mejor Película Extranjera, no es la primera vez que se escucha hablar de Salles. El director de 68 años es hijo de una de las familias más adineradas de su país, y desde los inicios de su carrera, a fines de los '80, que sus trabajos han estado marcados por la memoria y la justicia social. 

Después de una trayectoria que incluye el film Estación Central de Brasil (1998) que dio vuelta el mundo entero y obtuvo una nominación al premio de la Academia, y de la aclamada Diarios de motocicleta (2004), Salles decidió adaptar el libro homónimo Aún Estoy Aquí y llevó a la pantalla grande la historia real de Rubens Paiva, un exdiputado que fue secuestrado y desaparecido por la dictadura brasilera a mediados de 1970. 

Un par de años antes, el cineasta y crítico de cine francés François Truffaut escribe en 1956 para la revista Cahiers du Cinema un artículo sobre una película en la que la cataloga como “la más noble y necesaria alguna vez hecha". Ese film era sobre Noche y Niebla (1956), un cortometraje documental dirigido por Alain Resnais que expone las atrocidades y crímenes de lesa humanidad que ejecutó el régimen nazi en la Alemania de la Segunda Guerra Mundial. 

"Noche y niebla borra todos los films de la cabeza por algunas horas: éste hay que verlo, absolutamente.
Cuando la luz se enciende, uno no se atreve a aplaudir; ante una obra así nos quedamos callados, confundidos por la importancia y la necesidad de estos mil metros de película", aseguró el director francés que, un par de años más tarde, fundaría la disruptiva Nouvelle Vague y pasaría a la historia con su inolvidable Los 400 Golpes (1959).

Con Aún Estoy Aquí pasa algo similar. Hay que verla, como dice Truffaut. A lo largo de dos horas, la historia muestra una Rio de Janeiro que baila al compas de Gilberto Gil, Caetano Veloso y Serge Gainsbourg, pero también de la dictadura que acecha a todos los brasileños. Detrás de la playa, los colores y los niños que juegan a la pelota en las calles, también hay desapariciones, represión y una herida que jamás podrá ser borrada. 

Aún Estoy Aquí, la historia de la lucha de una familia por no olvidarse del capítulo más oscuro de Brasil
Aún Estoy Aquí, la historia de la lucha de una familia por no olvidarse del capítulo más oscuro de Brasil 

La familia Paiva hace todo lo que hace una familia normal de la clase media-alta. Pasan incontables tardes en la playa juntos, salen de paseo al cine y a tomar helado, juegan juegos de mesa y no dejan que las adversidades rompan al núcleo familiar. Pero todo cambia cuando una noche un grupo de civiles ingresa a su hogar en Río de Janeiro y se llevan a Rubens, un padre de de familia que, además de haber sido legislador, también se dedica a la ingeniería civil. 

A partir de ahí, el film se paraliza y la estabilidad de los Paiva se pone en juego con una actuación de Fernanda Torres (Eunice Paiva) que guía al espectador hasta el final de esta devastadora historia. Aquí, la madre protagonista lucha por el paradero de su esposo, por la seguridad de sus hijos, y por la visibilidad y la justicia de un caso que no es aislado: Rubens es uno de los casi 500 desaparecidos políticos y miles de perseguidos durante la dictadura cívico-militar. 

Eunice entiende que, a pesar de los horrores de los militares, ella no está sola, y cada minuto de la película la acercan hacia la lucha por la memoria que la terminarán convirtiendo en una de las referentas más importantes sobre derechos humanos en su país. Irónica es pensar que, en su gran compromiso por no olvidar los crímenes y el fascismo que azotó a Brasil a mediados de los sesenta, es el Alzheimer el que le quita la vida en 2018 a los 89 años. 

 Fernanda Torres fue una de las actrices más destacadas de esta última temporada de premios con el papel de Eunice Paiva
 Fernanda Torres fue una de las actrices más destacadas de esta última temporada de premios con el papel de Eunice Paiva

Sin embargo, es la actuación de Torres la que mantiene intacta la lucha de esta mujer y le permite al resto del mundo conocer esta historia que vale la pena ser contada y que permitió que una familia se una en la lucha por la memoria en vez de ser aniquilada por el fascismo. Con historias así, los espectadores nos quedamos callados y confundidos, como bien dice François Truffaut. 

Y citando una vez más a su crítica en Cahiers du Cinema, definitivamente Aún Estoy Aquí borra todos los films de la cabeza, pero a diferencia de lo que dice el cineasta, cuando la luz del cine se enciende, no queda otra que aplaudir. 

Tráiler oficial de Aún Estoy Aqui
     

 

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