Cinco estrenos cuatro para el fin de semana: bichos malos y mujeres golpeadas
Llegan finalmente algunas películas más bien "adultas" (las comillas tienen variada intención) a las carteleras. Hay fanquicia de terror, un best-seller hecho postal, una "de familia" y una animación que no está del todo mal (ni del todo bien). Le contamos y usted decide ¿Le parece?
Agosto es el mes más cruel para la cartelera de estrenos cinematográficos. Hoy hay muchos en pocas salas, o hay pocos que monopolizan muchas, sin medias tintas. Es cierto que esta vez -curiosidades del calendario global- hay algún "tanque" para quien desee ir a por la gran sensación. Ergo, puede optar por lo -casi- seguro. Vamos por partes.
Alien: Romulus es bastante (por no decir "mucho") mejor que los dos últimos intentos en la franquicia del bicho cabezón del espacio, incluso si esas dos (Prometheus y Alien: Covenant) las dirigió el papá de la criatura, Ridley Scott. Aquí el botija uruguayo Fede Álvarez ubica la acción entre la primera (Alien) y la segunda (la magistral Aliens) de la serie, con jovencitos buscando un futuro en las estrellas. Pues bien, como adivinará el lector, será un futuro breve para unos cuantos de los personajes. Álvarez, con mucho amor por la serie, homenajea lo mejor de la misma, recrea el suspenso con muy buena mano, asusta genuinamente y -casi una novedad en el cine que nos toca ver por estos días- le importan los personajes. El viajecito extraterrestre lleno de monstruos vale la pena y casi es de lo mejor que dio toda la franquicia, cerquita de las obras maestras de James Cameron y David Fincher y a la par de la original de Scott. Quizás le sobren un par de minutos, pero se la pasa muy bien pasándola mal.
Ahora bien, tenemos otra de persona encerrada con un monstruo que no puede salir, aunque aquí la cosa es más (no "mucho más", aclaremos) pedestre. Romper el círculo es la adptación de un best seller sobre una mujer enamorada de un hombre abusivo y de un noviecito de infancia que viene a dar una mano. El relato funciona, todo marcha bien y, cuando salimos del cine, incluso si la película toca un tema de actualidad (no vamos a ponernos a decir aquí por qué, se lo pueden imaginar), sólo pensamos en lo que vamos a cenar (siempere y cuando vayamos a las funciones de la noche, no se me ponga literal). Todo es tan lustroso, tan prolijo, tan piola que nos preguntamos si al realizador -y actor- Justin Baldoni le importan realmente los personajes. Ilustración profesional de un libro, sin brío y sin imágenes que parezcan emocionalmente verdaderas. En fin...
Acá le pusieron Siempre juntos a Ezra, quizás porque con un nombre propio en el título no alcanza para que el espectador sepa de qué se trata. Le contamos: un comediante tiene un hijo autista, le recomiendan tratamientos bastante feos, y el tipo se embarca junto con el abuelo del chico en un viaje a través de los EE.UU. en busca de una solución, o al menos de que las cosas funcionen. No está nada mal y los actores -especialmente ese gran secundario que es Bobby Cannavale, tipo que merece mejor suerte- sostienen lo que es una historia familiar más o menos previsible con lo que podríamos llamar para el lector añoso "equilibrio Sandrini", cosas para reír y para llorar. Está muy bien de paso Robert De Niro. Es decir, nada decepciona.
Y hay una animación europea, Inseparables, que tiene lo suyo, también. Es una especie de cruza entre Toy Story con Don Quijote (el autor de esta nota, hace añares, escribió que Toy Story tenía algo del Quijote, disculpen el autobombo, pero por una vez que la pegamos...) donde una marioneta harta de su rol y llena de fantasía escapa del teatro y se hace amigo de un muñeco abandonado. Hay aventuras y muchas citas cervantinas. Hay animación funcional, por momentos bella, y hay algunos baches narrativos que se resuelven a las apuradas.
De paso: se estrena la argentina La culpa de nada, cuya fecha fue relegada por cómo Hollywood acapara salas. Hay una pareja en crisis, una fiesta sorpresa que se demora ante la ausencia del invitado, un partido de fútbol estúpidamente importante, un montón de adultos inmaduros (uno de los grandes temas del cine contemporáneo, uno de los grandes temas contemporáneos) y una especie de adaptación del grotesco nacional a los tiempos que corren. Dirigió con mucha pericia Victoria Hladilo.