Cine para el fin de semana: un poco de cada parte del mundo
Como corresponde a cualquier otro agosto, se estrenan muchas películas un poco al tun-tun, en pocas salas y sin demasiada prensa cada una. Es lo que suele pasar cuando finaliza la "temporada alta", aunque ahí siguen sumando Intensa Mente y Deadpool. Igual hay cosas para ver: aquí vamos con las novedades.
Todos los agostos pasa lo mismo: aparecen en tropel películas que por no ser "familiares" no encontraron sala en los ¡tres! meses anteriores. En fin, es lo que tenemos en un panorama de la exhibición en salas que no aprendió en 2020 y 2021 la lección de oro: la mejor forma de zafar de la tiranía de los blockbusters (que, si fallan, se llevan puesto el negocio, y pasó varias veces) es crear público para todo. En fin, eso no pasa. La otra cara de la moneda en este asunto es que aparecen algunas buenas películas que encuentran alguna oportunidad.
Alguna es de Hollywood, como Maxxxine, de Ti West. Es una película de terror slasher (asesino suelto enmascarado hace pedacitos a una serie de personas; chica valiente y/o traumada lo enfrenta) con algo de Dario Argento y, sobre todo, una larga reflexión sobre las relaciones (aquí sórdidas, pero no crea todo lo que ve) entre el entretenimiento adulto y el mundo del cine. En realidad es la tercera película en la trilogía "X": seguramente vio usted las otras dos (en plataformas, no en cine): X y Pearl. Lo divertido de esta especie de montaña rusa con entertainer sexual tratando de hacer sus primeros pininos en los suburbios del Hollywood industrial (gran trabajo de Mia Goth) es que encuentra el tono justo para causar efecto. Puede no gustarle, pero el juego está bien jugado.
Lo mismo pasa, en un tono completamente distinto, con la también americana Tuesday-El último abrazo. Es chiquita en cuanto a despliegue pero con corazón grande: una madre cuida a su hija, enferma terminal. Llega la Muerte -en forma de guacamayo, gran originalidad- a decir "bueno, señora, es hora". Y lo que sigue es esa despedida, tratada al mismo tiempo con el tono del cuento de hadas y enorme pudor. Lo que hace Julia-Louis Dreyfuss con esa madre es monumental, una actriz todo terreno (como lo son, ejem, los grandes comediantes) que le otorga a este melodrama íntimo un espesor emocional que lo aleja del telefilme trascendente, riesgo que la historia corre. Si quiere llorar, llore (con esta película; es mejor que con la factura de luz).
La tercera estadounidense es Harold y su crayón mágico, definitivamente infantil. Está inspirada, más que basada, en un cuento ilustrado clásico del gran caricaturista Crockett Johnson. En el libro hay un niño cuyo lápiz mágico da vida a cuanto imagina. En la película, el niño pasa al mundo real y vive, con el rostro de Zachary "Shazam" Levi, una serie de aventuras bastante previsibles. Pero a pesar de que el guión parece hecho por una inteligencia artificial con un poco más de ganas que de costumbre, el aspecto visual y el brío actoral hacen que la película no le falte el respeto a la inteligencia ni del espectador ni del adulto acompañante. No tema, no se aburrirá. No la va a recordar, pero le garantizamos sonrisa boba al final.
El campo internacional tiene algunas rarezas. Una es La Inmensidad, de un autor italiano más que reconocido, Emanuele Crialese. Acá está Penélope Cruz lidiando con enormes cambios, un poco como puede; una mujer sufrida, digamos. Cuya hija adolescente -porque así son los chicos de oportunos, vea- decide salir del clóset. Un poco lógico eso cuando la película involucra una mudanza. Funciona, la Cruz sabe de taquito cómo hacer el trabajo y la emoción surge de manera inteligente. Ergo, nada mal.
Otra es Salvajes, coproducción argentino-chilena. Qué decirles: está bien, está bien contada y perfectamente actuada (Beatriz Spelzini y Luis Gnecco son garantía). Hay un grupo de delincuentes que somete a una familia, uno de ellos cae y es capturado por el padre en plan venganza, y empieza otra ronda de perversiones. Problema básico: subrayado social por todos lados, sin ambigüedades. No está mal una película que muestra que la crueldad no es propia de un grupo en particular, ni una donde el mundo es horrible. Pero confía poco en el juicio del espectador: hay que pensar una cosa, nomás.
Por último, una locura total: Fumar provoca tos, de Quentin Dupieux. Don Dupieux debutó en el cine en 2010 con una película de monstruos donde la criatura maldita era un neumático que rebotaba en una ruta. Hizo una genialidad con Mandíbulas, que reventaba todo cine de horror con tiburones. Aquí toma del cuello el cine de superhéroes y lo parodia a un extremo al que ni Deadpool se atreve. Veloz, sarcástica, colorida y sumamente original, produce una felicidad feroz. No se deje llevar por los trajes onda Power Rangers, los monstruos de goma espuma o las ratas-títere con excesos hormonales. Dupieux va mucho más allá del chiste fácil incluso cuando lo usa a mansalva. Que la pase lindo.