Estrenos en el cine

Jockeys, terror, drama y el regreso del Hombre de Acero

Una producción nacional es el estreno más destacado del fin de semana cinematográfico. Se suman un drama histórico, tres ejemplos de cine de terror y el reestreno de la clásica Superman de 1978, aquella que nos hizo creer que un hombre podía volar. Mucho para elegir

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Siete estrenos siete esta semana en los cines. En realidad, seis estrenos y un restreno que merece ser visto con los ojos de hoy y con el casi medio siglo de historia que nos separa de él. En el fondo son muchas películas para lo que es actualmente la plaza cinematográfica, pero, como lo decimos casi siempre a esta altura del año, es lo que pasa cuando muchas películas debieron esperar que terminase la "temporada alta" para tener pantalla libre.

El estreno más destacado es El Jockey, nueva producción de Luis Ortega (Caja Negra, El Ángel) que lo muestra siempre talentoso para inventar y registrar imágenes. Aquí se acerca a sus primeras películas -la mencionada Caja Negra, Dromómanos- con el retrato de un personaje alucinado y casi fantástico en un contexto realista (aunque no hiperrealista). La historia de un jockey disoluto que debe ganar una carrera, sufre un accidente, desaparece y es buscado tanto por su novia embarazada como por sus mandantes en busca de venganza es la excusa argumental para que Ortega invente y vuele, para que incluya música de un modo original y trabaje sobre la identidad simple o múltiple. Es sobre todo una película interesante, un ovni en la cartelera.

En el otro extremo, aparece la alemana Stella, una vida, que cuenta cómo una joven cantante judía, para salvar la vida en la Alemania Nazi, se dedica a la delación. Es una película correcta, bien narrada, bien producida, con un tema "imporante" tanto histórica como moralmente. También carece de originalidad, de momentos que -por gusto o disgusto- nos presenten algún desafío. De esas que sirven para tomar un café y discurrir sobre qué habría hecho uno durante un rato y después cambiar de tema.

Quizás no haya sido una buena idea volver a intentar una adaptación a la pantalla grande de Hellboy, la gran historieta de Mike Mignola entre el humor y el horror. Ya las dos que hizo Guillermo del Toro son excelentes, y  el intento de hace unos años fue de una mediocridad dolorosa. Aquí se vira mucho más al terror, y aunque la intención de ir por ese camino es loable para despegarse de la comedia fantástica con aires de cuento de hadas que logró Del Toro, termina siendo un compendio de lugares comunes y sólo eso.

Lo mismo podría decirse de Carnada, aunque por lo menos su brevedad (casi hora y media, casi) y cierta concisión narrativa la hacen más llevadera. Hay cinco chicas, es la boda de una de ellas, como despedida de solteras van a nadar a una isla paradisíaca (la boda es en un lugar tropical carísimo) y hay un accidente abritrario y un tiburón hambriento. De paso, una de las chicas, la principal, tiene algún problemita de ansiedad. Por momentos parece una parodia, aunque no queda demasiado claro de qué. También, por momentos, funcionan el suspenso y el miedo. Usted verá.

Tercera de horror, Deep Web: Show Mortal. Un muchacho cuya hermana ha sido asesinada, descubre en la deep web (atención: nuevo dispositivo/lugar común/truco de guión a la manera del "multiverso" para ficciones perezosas) que hay una organización que subasta asesinatos. El que más bitcoins paga elige cómo se hace puré a la víctima designada. Lo que le hace perder fuerza es que no se decide en ser una acusación paranoica sobre los peligros de la tenología o un compendio de sustos. Ambas cosas, en ocasiones, se neutralizan. Cosas que pasan.

Hay otro estreno nacional, la amable Martín García, de Aníbal Garisto, que parte de una situación varias veces abordada por el cine: joven recién adolescente se muda a lugar poco amable hasta que logra, amor y naturaleza mediante, encontrar cierta armonía en ese lugar. Aunque no elude algunos elementos un poco trillados, el uso del paisaje como contraste con las emociones del protagonista y de la música hacen de la película algo cercano al espectador.

Y por último, vuelve a la pantalla grande -apúrese- Superman, de Richard Donner, esa en la que Clark Kent y el Hombre de Acero son protagonizados por el gran Christopher Reeve, donde Lex Luthor es un Gene Hackman con peluca de rulos, donde Lois Lane es la hermosa e inteligente Margot Kidder, donde Marlon Brando cobró un millón de dólares (de entonces) por actuar cinco minutos y donde Donner logra combinar la crudeza de cierto cine de los setenta con el mejor espíritu de los cuentos de hadas (el famoso vuelo de Superman y Lois entre nubes, el final con viaje en el tiempo). Reeve fue el mejor Superman (ojalá se restrene también Superman II, una perfecta comedia de rematrimonio) y la película, incluso si los efectos especiales son hoy millones de veces mejores, supera la prueba del tiempo y es emoción pura desde los títulos con la bella fanfarria de John Williams. Lleve a los chicos para mostrarles qué lindo era el cine.

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