Hoy se estrenan, al mismo tiempo, dos documentales sobre el triunfo argentino en el Mundial 2022. No sobre "el Mundial", sino específica, sólamente, sobre lo que hizo el equipo de Messi y Scaloni. Uno es "oficial", el otro, no. El oficial -auspiciado por la AFA misma, con entrevistas exclusivas a los jugadores y largo etcétera generoso en presupuesto- es Elijo Creer. El "no oficial", realizado por Pampa Films y Star+ (digamos, Disney), con texto en off escrito por Hernán Casciari, es Muchachos: la película de la gente. La primera está narrada por Ricardo Darín; la segunda, por Guillermo Francella. Van a llenar los cines y el lunes se hablará de cuál le ganó a cuál, una bobada intrascendente. Pero el lector quizás quiera saber -en estos tiempos en los que hasta una entrada de cine puede causar un quebranto económico- cuál elegir. Aquí van algunos apuntes para orientar tal inversión.

Elijo Creer, se dijo, tiene todo. Especialmente, plata y acceso a los jugadores. Un acceso único. El cine tiene la capacidad -porque la manipulación posterior al registro y el tiempo así lo permiten- de tomarse las cosas en serio y registrar aquellos gestos, aquellos puntos suspensivos que la televisión deja pasar por alto. Con todo lo que tenía, con la (enorme y visible) inversión realizada, Elijo... decide no hacer nada de eso y concentrarse en cosas completamente anecdóticas, incluso inútiles. No se hace ninguna pregunta (una de base: ¿qué motivó a esta Selección a convertirse en lo que se convirtió tras el fallido debut?), no descubre nada nuevo, no trae nada que no conozcamos. Bueno, sí trae: un texto en off que parece realizado a partir de sobrecitos de azúcar. Las imágenes de los partidos, obviamente, son espectaculares, pero ningún mérito: 2022 fue el Mundial mejor registrado de la historia.

Muchachos... es lo contrario. Las imágenes son todas de archivo, videos virales, los goles como los vimos mil veces. Bueno, eso tiene la Historia: queda fija. Pero hay un trabajo del montaje muy interesante que mezcla lo emotivo, lo cómico, lo patético y lo feliz en una ensalada bien pensada y equilibrada. No es una genialidad, pero le alcanza con eso para transmitir esa sensación de misterio que rodeó la tercera estrella. No sólo eso: en los créditos finales, un testimonio del Dibu Martínez vuelve todo un poco más complejo: pone el acento en la fugacidad, lo pequeñísima que es la diferencia entre victoria y derrota. Y muestra qué pasa "en la vida real" con gente real (un arquero) que ha protagonizado ese cuento de hadas. Eso le alcanza a Muchachos... para volverse otra cosa. Otra cosa mejor, aunque imperfecta.