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Paul Auster, cineasta: un rescate necesario

Acaba de fallecer uno de los escritores contemporáneos más importantes y, de paso, de los más amables con el lector, el neoyorquino Paul Auster. Pero también fue un cineasta con un par de películas notables que vale la pena buscar y ver, así que aquí, a modo de recuerdo, hablamos de ellas.

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El escritor Paul Auster murió a los setenta y siete años. El cineasta Paul Auster, también. Es una pérdida para la literatura, pero sobre todo es una pérdida para quienes gustamos de leer. Esta nota no es un recuento biográfico de Paul Auster ni recomendará libros (el preferido del autor, si quieren saberlo, es Leviatán), sino hablar del costado cinematográfico de un hombre amable que se dedicó, sobre todo, a contar lo extraordinario. Aunque la mayoría de sus libros son novelas, en realidad es -siguen ahí los textos- un contador de cuentos, alguien que revela cómo detrás de lo que consideramos cotidiano y trivial se esconde lo fantástico que le otorga sentido a la vida. Primera aclaración importante: sus películas no están en plataformas. Así que el lector deberá bucear y disponer de las herramientas que prefiera para hallarlas. Pero vale la pena hacerlo porque son muy buenas. No sólo como cine, sino moralmente: pocas obras hablan de la bondad y la amabilidad como la de Paul Auster.

Empecemos por lo más conocido: Cigarros (o Smoke en el original). Aquí escribió el guión y la película fue dirigida por Wayne Wang, pero es una obra que trajo otra película, Humos del vecino (Blue in the face) que codirigió, las dos en 1995. La primera es la historia de la amistad entre dos hombres, Auggie -dueño de una tabaquería en Brooklyn, interpretado por Harvey Keitel- y un escritor que ha perdido a su mujer, Paul (William Hurt, también virtuoso). A partir de allí se cruzan varias historias (un joven negro que reencuentra a su padre, la aparición de un viejo amor de Auggie, los relatos sobre el arte del fumar) y las cosas que se conversan. Además, Auggie tiene un hobby: todos los días saca una foto en blanco y negro a la esquina de su local. No hay tiros, ni persecuciones, ni tragedias espantosas, pero cada momento implica una conversación notable o una resolución al mismo tiempo humana y sorprendente. Todos parecen gente común, de barrio, y todos tienen algo interesante. El final es una especie de película dentro de la película (sobre el relato "El cuento de Navidad de Auggie Wren") y la sensación final es de respirar aire puro y amable, aunque todo el mundo fuma.

Humos... es una especie de "addenda" de Cigarros. Aparecen personajes en la tabaquería de Auggie, aunque no hay una historia propiamente dicha. Es como un montón de amigos que se juntan, conversan y se divierten. Muchísimas caras conocidas: Jim Jarmusch, Lou Reed, Michael J. Fox, Rosseanne Barr, Mira Sorvino, Giancarlo Esposito y hasta Madonna, vestida con un traje ridículo y entregando un mensaje cantado. La alegría y la diversión que parecen tener los realizadores y los actores se contagia al espectador, y lo que se cuenta (y aquí está la grandísima virtud) es interesante: nos quedamos escuchando como si estuviéramos en la tabaquería. Es una película de una gran libertad que nos invita a formar parte, igual que Cigarros. Pocas -muy pocas- obras hacen eso.

Auster debutó "en solitario" como realizador con una película notable y muy poco vista que en la Argentina sólo se editó en video, Lulú on the Bridge (1998), que debutó en la sección Un certain régard de Cannes ese año. Hay muchísimo para hablar sobre esa película con un elenco de grandes actores (Keitel, Mira Sorvino, Willem Dafoe) y de algún modo habla del cine (hay una remake en curso del clásico mudo de misterio alemán Lulú o la Caja de Pandora, de W.Pabst). También del arte en general: Keitel es un saxofonista de jazz. Pero lo más interesante de este filme que se acerca a lo sobrenatural es que se trata de una reflexión sobre el costado religioso y trascendente de la vida. Izzy, el protagonista, recibe un disparo al principio de la película y eso lo lleva a una serie de aventuras, entre ellas encontrar una extraña piedra azul que brilla y levita, a cruzarse con una bella mujer y a ser capturado por unos malhechores de raras intenciones. Pero en el fondo se trata de revisar esos "cuentos", esos relatos que cada uno hace de su pasado y constituyen su mitología personal. El tono es menos amable que el de las películas anteriores, y por momentos se acerca a lo trágico. Y en última instancia, se trata de la crónica de un milagro o de una salvación. Quizás no sea tan "fácil" como Cigarros porque la trama tiene sus rarezas, pero es igualmente amable con las criaturas que pueblan ese mundo.

En 2007, Auster hizo su última película, La vida interior de Martin Frost (The Inner Life of Martin Frost) que es también parte de lo fantástico e incluye a un artista, nuevamente -como en Cigarros- un novelista que, en una casa de campo, encuentra a una bella mujer, se enamora, comienza a escribir y comprende que su nuevo texto tiene demasiado que ver con lo que sucede a su alrededor. Aquí tenemos un tono a medio camino entre la celebración y el drama, y el peso de la trama recae en una actuación notable del británico David Thewlis. Hay muchos relatos, además, y una celebración de la belleza y del amor (el interés romántico lo interpreta la gran Irène Jacob) desarrollada con mucha inteligencia y sin lugares comunes. Bueno, es Auster, difícilmente uno encuentre clichés.

Deberíamos además incluir adaptaciones (en la Argentina, el fallecido Alejandro Chomsky hizo hace pocos años El país de las últimas cosas) y colaboraciones varias. Pero con estos filmes notables por ser al mismo tiempo parte del cine y llevar lo mejor de la herramienta literaria a la pantalla, alcanza para lamentar, de paso, que Auster haya colgado la cámara. Un artista completo que se recuerda como a un amigo.

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