Películas felices del 2021: una selección salvavidas
Otro año terrible que (¡por suerte!) se va. A pesar de todo lo que pasó en esta década de 365 días, también hubo motivos para sentirse felices. Por ejemplo, los que nos deparó el audiovisual. Así que aquí, un puñado de sonrisas en video. ¡Salud!
No podemos decir que 2021 haya sido un buen año. Sí si lo comparamos -casi en cualquier terreno- con 2020, el año en el que la vida se nos dio vuelta campana. Probablemente cualquier nota/balance va a empezar con una variante de la frase que acaba de leer, así que disculpas. Como quien escribe es -básicamente- alguien que se dedica a pensar películas o entretenimientos audiovisuales en general, esa "mejoría" se manifiesta en que hubo mayor cantidad de películas en salas cinematográficas y que aquello que aparecía en las plataformas tuvo cierta mejoría. Básicamente porque lo que no pudo ir al cine, recaló en ellas. De todos modos, esta es una nota más bien festiva: recomendar (compartir, eso es) algunos contenidos que valieron la pena.
Lo mejor del año -lo dijimos no hace mucho- fue The Beatles: Get Back, el hipnótico documental de Peter Jackson que retrata, en diez horas divididas en tres episodios, los prolegómenos del célebre concierto en la terraza. La tecnología sirvió para que viéramos más vivos, más jóvenes, y más presentes a cuatro casi treintañeros en el preciso momento de crear. Todo es tan increíble que parece una ficción, y de paso es la mejor manera de usar efectos especiales y computadoras para hacer lo que el cine estaba llamado a hacer: revivir el pasado.
Un poco eso, revivir el pasado, es lo que hace La crónica francesa, la última película de Wes Anderson con elenco gigantesco que narra varios reportajes de un ficticio suplemento cultural hecho en Francia de un diario del Medio Oeste estadounidense. Es sobre periodismo, es sobre felicidad y, sobre todo, es sobre el sentido de contar historias. Aunque hay quien cree que no es tan buena, La crónica... es una de las pocas bocanadas de felicidad que nos dio la pantalla.
También es feliz Petite Maman, de Céline Sciamma. Hace muy poco, se había estrenado la película que la lanzó a la fama, Retrato de una mujer en llamas, un romance lésbico a fines del siglo XVIII. Esta es, otra vez, sobre el amor entre mujeres. Pero no erótico: son dos niñas de ocho años que, por arte de magia, resultan ser una la hija de la otra, en un mundo donde se viaja en el tiempo con solo recorrer un bosque. Discreta, bella, con muchísima ternura y pudor, la película habla de la pérdida, del duelo, de la maternidad y del paso del tiempo sin dejar de ser, a su manera, un cuento de hadas.
Otra buenísima del año se acaba de estrenar, Sexo desafortunado o porno loco, una sátira del rumano Radu Jude donde una maestra y su marido se filman teniendo sexo (escena súper explícita) y luego ese video trasciende, y esa "fuga" desnuda hipocresías, imposturas y estupideces varias de la sociedad que nos toca. Dicho sea de paso, es un golpe en la cabeza a tanta corrección política usada para tapar miserias.
Y como también hubo gran espectáculo, es menester hablar de ello. Hubo buenas películas (Shang Chi), malísimas películas (Eternals, de la "ganadora del Oscar" por la muy mediocre Nomadland Chloé Zhao), y películas más o menos (Sin tiempo para morir). Pero solo dos sincronizaron realmente con este tiempo: El Escuadrón Suicida, festival de humor negro que es, en realidad, parodia de Avengers, por el gran "papá" de los Guardianes de la Galaxia, James Gunn (la frase final del villano Starro es quizás lo más melancólico del año) y Spiderman: sin regreso a casa, que reflexiona no sobre el género "superhéroes" sino sobre la relación entre el cine y el fandom, entre el negocio la ética de la ficción; incluso sobre la existencia (real) de la maldad. Si ve todo esto, va a entender 2021. Feliz año nuevo.