Películas no tan "para chicos" en HBO Max
Hablar de cine infantil es una trampa: siempre las buenas películas apelan a algo de nuestra infancia, del tiempo en el que creíamos en maravillas. Hay algunos filmes que se "disfrazan" de infantiles y son algo increíble para todos. Aquí, de la grilla de HBO Max, una selección con películas de toda clase.
Esta columna no cree en el "cine infantil". No señor: hay cine y hay películas que pueden ver los más chicos y disfrutarlas casi como un adulto. Aunque es cierto que se hacen películas especialmente para niños, pero las que valen la pena son aquellas en las que los adultos podemos recuperar las ganas de jugar y creer en lo fantástico que nos inundaba en la infancia. Así que hoy, en el mes del niño (sí, así, del niño), comencemos con algunas películas que deberían ver los chicos con sus padres, sobre todo para que los padres las disfruten, en la grilla de HBO Max.
Vamos a romper lanzas por uno de los grandes fracasos del último cuarto de siglo, Meteoro, la versión en cine de la clásica serie animada japonesa, a cargo de los entonces hermanos y hoy hermanas Wachowski. En principio, tiene un eleno monumental donde sobresalen entre otros John Goodman y Susan Sarandon. Que no están ahí "para pucherear" sino que actúan de verdad. En segundo lugar, el aspecto visual es decidido homenaje a la animación con sus colores, sus acciones desaforadas, sus personajes ridículos. Pero todo -absolutamente todo- está diseñado para el placer y está visto (desde la primera secuencia con su animación a mano de dibujos infantiles) desde los ojos de un niño. Que además sea una reflexión sobre la pasión deportiva (o artística) y sobre la familia le da otro peso. Es simplemente una gran película que tuvo mala suerte.
Sigamos con una ya clásica, la oscarizada La batalla de los vegetales, el primer largometraje de ese par de genios de la comedia animada que son Wallace y Gromit, creación de Nick Park. Aquí hay un monstruoso conejo que se come unas cosechas en el pueblito donde viven el inventor torpe Wallace y su perro inteligente -y sin boca- Gromit. Pero lo más divertido de todo es que el aspecto de todo es bien "de juguete retro", mientras en realidad se cuenta una historia de ambiciones, maldades varias y competencia despiadada. La animación con plastilina es preciosa y extraordinariamente dinámica. Por eso es que decimos "clásico".
De todas las Superman, la más extraña es Superman III, donde Christopher Reeve hacía dupla con el comediante Richard Pryor. Aunque es seguro que los efectos especiales quedaron atrasados por lo digital, es una joya absoluta de humor absurdo creada por aquel que le dio vida a los Beatles en la pantalla, Richard Lester. Ejemplo: la parodia de los videojuegos con la que se resuelve una difícil secuencia de acción. O que Clark Kent y Superman se separen. O que la chica tonta que ayuda a los villanos lea a Nietzche (y el Superman borracho es una de las creaciones más absurdas y al mismo tiempo lógicas que dio el cine). Aunque en su momento nadie le prestó atención, es una comedia de aventuras de primer orden. Primero comedia, después aventuras.
Happy Feet es una gran película y una gran curiosidad. En primer lugar, por cómo utiliza la música pop (de Elvis a Sinatra y todo lo que hay en el medio) para narrar una historia sobre un pingüino discriminado por no poder cantar que, en realidad, sabe bailar. Pero además, técnicamente, logra la hazaña de combinar bailarines reales con tecnología digital para que los pájaros bailen de un modo increíble sin dejar de ser pájaros. Sin contar con que la historia tiene momentos de enorme emoción y que las voces (Robin Williams, Hugh Jackman, Nicole Kidman, Brittany Murphy, Elijah Wood, Hugo Weaving y siguen las firmas) son perfectas, realmente actores dando vida a sus personajes a través de lo que dicen y de cómo. Aunque tiene su pequeño costado "ecológico", no deja de ser una diversión de primer orden. La hizo George Miller, que no sólo es responsable de Mad Max sino también de Babe (y de paso, es médico y científico, un tipo completo).
Vamos con una obra maestra que tampoco tuvo suerte, y que en la Argentina nunca llegó a estrenarse oficialmente en cines aunque se vio en ciclos. Se trata del primer largo de Brad Bird (Los Increíbles) después de dejar la producción ejecutiva de Los Simpson (de hecho, es el verdadero "papá" de la serie de la familia amarilla): El gigante de hierro. Adaptación de un clásico de la literatura infantil estadounidense, narra la amistad entre un niño sin papá y un robot gigante venido del espacio. Pero todo ocurre, además, en los años cincuenta, en plena Guerra Fría, lo que llega a complicar las cosas. Hay algo de Lassie y de Bambi en la película (la segunda está literalmente citada) y tiene su costado filosófico (qué es la vida, qué es la muerte, qué es la maldad: todas preguntas que se hacen en el filme). Pero sobre todo, es bellísima, tiene humor y está llena de aventura. No hay muchas películas así, y esta es de las mejores en animación tradicional.
Y finalmente una genialidad absoluta que varias veces recomendamos: Lego Batman-La película. No sólo es la mejor película de Batman, con todos y cada uno de los villanos del cómic y sátiras de todas las encarnaciones en la pantalla, sino que es una defensa de la imaginación y el juego como pocas veces se hizo en el cine. La media hora final, donde la imaginación de mil libros y series (de Sauron a Drácula, aparece todo villano posible) es una fiesta absoluta de creatividad y humor. Impresionante y siempre funciona.