Retrato de familia: Succession llega al final con su esencia intacta
La brillante serie comienza su última temporada con más juegos de poder y dinero, humor mordaz y personajes memorables
Como en el primer capítulo de la serie, emitido en 2018, esta temporada también arranca con la celebración del cumpleaños de Logan Roy (magnánimo como siempre Brian Cox), el patriarca de la familia dueña del conglomerado de medios Waystar Royco. Claro está que pasó mucha agua bajo el puente (y muchos millones de dólares por las cuentas): alianzas, traiciones, desgracias y crueldades varias. Y aún parece haber más. "¿Por qué están todos tan jodidamente felices?", se pregunta Logan mientras deambula entre sus invitados y murmura "monstruos". Algunas cosas, no cambian.
La serie dramática original de HBO regresa con su cuarta temporada de diez episodios este domingo 26 de marzo en HBO Max y HBO. Llega el final de esta historia sobre dinero, poder y pujas familiares. Las tres primeras temporadas de Succession, tira creada por Jesse Armstrong, cosecharon 48 nominaciones a los Emmy y 13 victorias, entre ellas la de Mejor Serie Dramática.
El capítulo final anterior dejó a la audiencia con la boca abierta: el puñal se clavó donde más duele. Ahora el relato se retoma dos días antes de la venta de la empresa por parte de Logan. Según se pudo ver en el primer episodio compartido a la prensa, los hermanos tratan de seguir adelante con proyectos innovadores. "Somos la nueva generación de Roy y tenemos una canción que cantar", se envalentona Kendall (Jeremy Strong). Pero tal vez la melodía termine siendo bastante parecida a la anterior. Los acontecimientos giran. El sismo lleva a luchas internas en un escenario donde también pesa el poder político. Todo es un juego de ajedrez, hasta los matrimonios.
Desde el principio de la temporada ya están todos los elementos que caracterizan a esta serie plagada de personajes adorablemente detestables: negociaciones ágiles por teléfono en medio de un enjambre de asesores, engaños, insultos tan crueles como hilarantes (tiene mucho humor), mansiones deslumbrantes, fiestas exclusivas, sentimientos contenidos y descarrilamiento emocional. Así mantiene su esencia intacta hasta el final, al menos en lo que se pudo adelantar. Se espera para los próximos capítulos un final brillante a la altura de toda la historia.
Las actuaciones son uno de los puntos fuertes de la propuesta. El Logan de Cox es imperdible. Cascarrabias, frío y aterrorizante, dice que las personas son unidades económicas y se queja de que ya nada es como antes. Lo vemos acá un poco más reflexivo por momentos, pensando en la muerte o el retiro. El actor le imprime al magnate una cadencia de teatro shakespereano (mientras habla de fusiones y adquisiones, por ejemplo) que funciona y es un hallazgo desde el principio. Todas las actuaciones conservan la frescura que le da cierta rienda suelta a la improvisación, como señaló alguna vez el director. La dinámica de los tres hermanos pródigos (además de Strong, Sarah Snook y Kieran Culkin) no tiene desperdicio. Otra gran dupla ahora son Greg (Nicholas Braun) y Tom (Matthew Mcfadyen). El reparto adicional de esta temporada incluye a Alexander Skarsgård, Cherry Jones, Hope Davis, Justin Kirk y Stephen Root.
Siempre es bueno retirarse a tiempo, pero ya estamos extrañando esta serie inteligente, una de las mejores de los últimos años.