Ripley: Andrew Scott fascina como el mítico personaje de Highsmith

En blanco y negro, con grandes actores y encantadores escenarios de Italia bien aprovechados por el lente, la miniserie se destaca en la grilla de Netflix

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Tom Ripley entra en una solitaria iglesia de Roma y se detiene frente a las pinturas de un altar lateral. Observa los rostros de las figuras de los cuadros, suplicantes, trágicos y, a veces, bañados de luz. Son obras de Caravaggio y él lo sabe. "La luz", dice un sacerdote a su espalda y lo saca de la ensoñación. "Siempre la luz", repite y deja al protagonista deambular entre ángeles y demonios, entre querubines y calaveras de mármol, adentrarse también en su oscuro laberinto personal en busca de alguna salida luminosa.

Patricia Highsmith creó este complejo y misterioso personaje que intriga, espanta y seduce desde hace décadas a legiones de lectores de las novelas y a espectadores de las películas que las adaptaron. Un hechizo que se extiende también a la propia escritora estadounidense que desplegó las andanzas de Ripley en más de un libro. Así lo describe en El Talento del Señor Ripley: "Era capaz de comportarse con una cortesía casi maniática durante toda una hora, hasta que llegaba un momento en que algo estallaba en su interior induciéndole a buscar apresuradamente la salida".

Es precisamente ese el libro que funciona como base para Ripley, la miniserie de ocho episodios que acaba de estrenar Netflix. El actor Andrew Scott (Fleabag, All of us Strangers, Sherlock) protagoniza la historia con carisma, precisión y sensibilidad. Su trabajo resulta hipnótico. Detrás de la propuesta hay además un experimentado director y guionista, Steven Zaillan, que tiene en algún estante de su casa un Oscar por el guion de La lista de Schindler de Steven Spielberg y que también escribió Pandillas de Nueva York y El irlandés, además de la excelente serie The night of, donde fue productor y realizador.

El relato transcurre en los años 60. Arranca en Nueva York, donde vemos a Ripley operar como un estafador de peso mediano, que falsifica cheques y se hace pasar por cobrador. Esa ocupación le permite obtener apenas lo necesario para vivir en una habitación diminuta entre los cables, las ratas y el sonido de sirenas de la gran manzana. Hasta que la oportunidad viene a su encuentro cuando un empresario le pide que viaje a Europa y traiga de regreso a su hijo, Dickie Greenleaf (Johnny Flynn, a quien vimos en Lovesick, Emma y el Sastre de la Mafia, entre otras producciones), oveja descarriada que vive en Italia intentando dedicarse a la pintura. Un pueblo de la costa amalfitana es el lugar del encuentro con este adonis que pasa los días entre  pinceladas, martinis, nado en el Mediterráneo o largas horas de descanso en la arena con su novia Marge (Dakota Fanning), aspirante a escritora. Dickie queda obnubilado por este mundo y, de alguna manera, busca adueñarse de él. 

 

Ripley es un personaje de varias capas y Scott encuentra la densidad necesaria para abordarlo con variedad de matices y giros de expresión. Del criminal violento y amoral, mentiroso empedernido, al hombre rápido con los números y capaz de emocionarse hasta las lágrimas con un cuadro o una canción. Quienes recuerden la película de 1999 "El Talentoso Sr. Ripley", dirigida por Anthony Minghella -protagonizada por Matt Damon como Tom, Jude Law como Dickie, Gwyneth Paltrow como Marge y el gran Philip Seymour Hoffman como Freddy que acá está interpretado por lx hijx de Sting- encontrarán tal vez en esta versión seriada un tono algo más sombrío y tenso. 

En esta diferencia incide también la elección del blanco y negro. Llama la atención, teniendo en cuenta los maravillosos escenarios donde transcurre la acción en Italia. Lejos de opacar los paisajes, la fotografía los realza dibujando líneas sutiles. Crea con ellos un ámbito ideal para que Ripley observe, contemple, espíe entre recovecos y callejuelas. Crea una atmosfera Hitchcockiana.

Esta decisión por el blanco y negro sintoniza con las referencias a Caravaggio, considerado el maestro del claroscuro. El pintor italiano es una referencia que recorre la historia. Dickie le cuenta a Tom que el artista cometió un asesinato, vivió como fugitivo por aquella región y fue en esos años donde logró algunos de sus mejores trabajos. Como una mamushka siniestra, Ripley engulle también ese relato, se sostiene en él, lo personifica como personifica a otros ensayando frente al espejo. Scott, que a lo largo de su carrera se entregó a personajes del bien y el mal, del sacerdote seductor en Fleabag a Moriarty, encuentra su Ripley. No necesita de los anteojos de Matt Damon para aportarle timidez. Sabe también sumarle una pátina de psicopatía que se desarma para el afuera con una sonrisa. Encuentra a Ripley y se para en su ambigüedad, hace equilibrio como si estuviera de pie en un barco acunado por el mar en un abrasador atardecer napolitano. 

 

Otros Ripley 
  •  A pleno sol (1960) de René Clément, con Alain Delon como Tom Ripley
  •  El amigo americano (1977), dirigida por Wim Wenders, con Dennis Hopper y Bruno Ganz
  • El talentoso Mr Ripley (1999), dirigida por Anthony Minghella, con Matt Damon, Jude Law y Gwyneth Paltrow
  • El juego de Ripley (2002), dirigida por Liliana Cavani, con John Malkovich
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