EL FUTURO ES HOY

“Una riqueza sin estabilidad social puede ser poderosa, pero será siempre frágil”

Podemos inferir que el pensamiento y esas palabras de Juan Domingo Perón se anticiparon incluso a la Inteligencia Artificial y su velada amenaza al mundo del trabajo. La necesidad de la reflexión obligada para el cuidado y protección de los trabajadores y trabajadoras sigue siendo el desafío

Oscar Cuartango (*)

En octubre del 2021, publicaron en BAE Negocios, un artículo de mi autoría con motivo de cumplirse 47 años de la sanción de la Ley de Contrato de Trabajo 20.744: “La pérdida de derechos no es el camino a la generación de empleo”. A dos años vista, el debate sobre dicho tema, lejos de estar superado, se ve magnificado por la contienda electoral en curso, motivo por el cual, a más de ratificar “in totum” lo manifestado en aquella oportunidad y procuraré aportar algunos argumentos en el mismo sentido, pero relacionados con el impacto de los avances tecnológicos en el mundo del trabajo y la forma de morigerar sus aspectos negativos y potenciar sus bondades en beneficio del conjunto social.

Desde los orígenes de la vida animal, los humanos se diferenciaron del resto de las especies por poseer inteligencia, lo cual se fue potenciando a través de los siglos y generó avances tecnológicos que sustituyeron el esfuerzo físico, léase la “mano de obra”. Los primeros grandes descubrimientos que potenciaron la capacidad humana y la convirtieron en “Rey de la Creación”, fueron: 1) la palanca, 2) la rueda y 3) el control del fuego, en ese orden, y así posteriormente las herramientas en su más amplia acepción.

En los primeros siglos los avances fueron lentos, pero progresiva y paulatinamente, cada avance implicó una aceleración hasta que en las últimas décadas se produjo una detonación abrumadora en la dinámica y magnitud de los cambios. Se suman a ello, los cambios que la pandemia Covid-19 ha provocado a nivel mundial sobre las diversas dinámicas laborales y sociales, por ejemplo, el extenso incremento de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC) para sostener las exigencias de las continuidades laborales.

Estos cambios, dejaron en evidencia la enorme disparidad en los procesos de incorporación tecnológica, no sólo a nivel estructural, sino también de capacitación y formación en el uso de las nuevas tecnologías.

Desde las Naciones Unidas

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) en 2017 y con miras a su primer centenario en el 2019 convocó a una comisión interdisciplinaria de expertos para analizar el futuro del trabajo a la luz de los avances tecnológicos y el impacto sobre los empleos, con miras de comprender y responder eficazmente a las transformaciones del mundo del trabajo a fin de cumplir con el mandato de la OIT relativo a la justicia social.

Y en ese marco, la comisión global de expertos presentó el informe, un llamado a la acción que propone aumentar las inversiones en las capacidades de las personas, en las instituciones del trabajo y en el trabajo decente –entendido en sus 4 objetivos estratégicos: los derechos en el trabajo, las oportunidades de empleo, la protección social y el diálogo social-. El economista británico Robert Skidelsky en la apertura de las deliberaciones, propició políticas activas para lentificar y desestimular el ritmo de los avances tecnológicos, mediante agravamientos impositivos.

Imrraan Valodia, profesor y economista, propicio el pago de un ingreso universal a cargo de los estados a sus ciudadanos por el solo hecho de serlo y evaluó las experiencias latinoamericanas, especialmente en nuestro país, poniendo dudas de su eficacia en el mediano y largo plazo.

Guy Ryder, Director Ejecutivo de la OIT manifestó, descreer de la posibilidad de lentificar los cambios tecnológicos, graficando que era como “querer tapar los rayos del sol con la mano”. Sintetizando, en respuesta al interrogante se esbozaron propuestas conyunturales y estructurales, como reducir la jornada laboral, entre las primeras, el pago de un ingreso universal básico, entre las segundas.

Eramos pocos y llegó la pandemia

En torno a esas problemáticas giro el temario de la conferencia anual del organismo en su primer centenario en 2019, pero a poco andar, la realidad desbordó a los análisis teóricos y la pandemia en 2020 detonó todas estas evaluaciones. El teletrabajo, se generalizó por necesidad y echó por tierra las previsiones de que ello ocurriría en la segunda mitad de esa década, es decir para 2025, lo mismo ocurrió con las aplicaciones de autos para transporte de personas (Uber entre otras) y las plataformas de delivery como Globo, Rappi y otras.

Ryder entonces resumió los debates sobre el particular manifestando: “El futuro del trabajo debe estar inspirado por consideraciones de humanidad de justicia social y de paz. De no ser así, nos dirigimos hacia un futuro oscuro, peligroso. Es necesario responder a las preocupaciones de los jóvenes que se preguntan si hay futuro para ellos”.

Ante este escenario, la educación y la formación actualizada de las personas se posicionan como factores decisivos de inclusión social y laboral. El vínculo entre educación y trabajo constituye una herramienta de insustituible valor, tanto para la reincorporación al mercado de trabajo de aquellos que han sido desplazados por procesos de reconversión tecnológica como para la formación de nuevos trabajadores.

“Una riqueza sin estabilidad social puede ser poderosa, pero será siempre frágil”
Oscar Cuartango

Pero no todos piensan así. Las políticas neoliberales que adhieren a las bondades del mercado, apuntan en otro sentido y ya lo hemos visto en nuestro país en el período de gobierno del 2015 al 2019 donde términos como “meritocracia”, “emprendedurismo”, “trabajador autónomo económicante dependiente” u otros, dejaron librado al mercado el aprovechamiento de los beneficios de los adelantos tecnológicos.

Para los trabajadores y el conjunto de la sociedad las variables fueron la suerte y el destino. Toda innovación tecnológica debe estar al servicio de la comunidad en su conjunto y no en beneficio de unos pocos y a costa del conjunto. Por eso, la respuesta a los desafíos de estos nuevos tiempos debe darse desde la formulación de políticas públicas de inclusión sociolaboral de calidad, para que el trabajo del futuro redunde en beneficios para la sociedad en su conjunto y no en beneficio de unos pocos y a costa de las mayorías sociales más vulnerables.

Ganancias, sueldos y volver a Perón

En definitiva se trata de discutir la redistribución de la riqueza, para ello hay que comenzar por recomponer el poder adquisitivo de los salarios y revertir la actual situación donde hay pocos ricos cada vez más ricos y muchos pobres, cada vez más pobres.

Una reflexión e interrogante: Mientras los cambios afectaban mecánicamente al trabajo humano, cabía preguntarse y preocuparse por la expulsión de mano de obra que ello llevaría aparejado y como subsanar o paliar esa sustitución del quehacer humano por el tecnológico, pero a partir del desarrollo de los algoritmos y la “Inteligencia Artificial”.

Cabe preguntarse si los humanos pueden y deben ser reemplazados y sustituidos en los quehaceres inteligentes que los diferencian del resto de las especies del reino animal, para cedérselos a una máquina, y en tal caso si se debe limitar esa posibilidad y cual es el límite para esa IA. No tengo respuestas y lo dejo como interrogante, algunos establecen ese límite en la “Irreversibilidad” y a mí me parece, que como mínimo, debería ser el límite.

Concluyo transcribiendo un concepto de la Comunidad Económica Organizada, perteneciente al fundador del movimiento político en el cual milito desde mi primera juventud: "Mi idea central en materia económica es simple y clara. No he creído nunca que pueda hablarse de una economía patronal y de una economía obrera. Por esto, los problemas que afectan a cualquiera de los distintos grupos sociales no son exclusivos del grupo en que se manifiestan en un momento dado, sino comunes a casi todos los demás.

Y tal es la trabazón que entre sí guardan todos los factores que intervienen en la producción, distribución y consumo de la riqueza, que no puede articularse la vida económica de los trabajadores sin tocar los soportes fundamentales de la economía patronal. Ahí está, precisamente, el origen de la disconformidad de los ricos con los métodos usados en beneficio de los pobres: en que vengo sosteniendo que los ricos han de ser menos ricos y los pobres menos pobres. Y lo sostengo y lo aplico porque la experiencia viene dándome continuamente la razón acerca de la verdad de otro axioma que he procurado inculcar a mi Pueblo, formulado así: Una riqueza sin estabilidad social puede ser poderosa, pero será siempre frágil". lo escribió Juan Domingo Perón y tiene plena vigencia hoy.

 

(*) Abogado laboralista. Ex ministro de Trabajo Bonaerense. Conductor del Grupo Descartes

Esta nota habla de: