El idioma del cerebro, base de la inteligencia artificial
Si bien parece un lenguaje simple, cuenta con millones de variables
"Mientras el cerebro sea un misterio, el universo continuará siendo un misterio"
Santiago Ramón y Cajal
De todas las funciones de los órganos de la naturaleza que puedan describirse, las más complejas pertenecen al cerebro humano. Durante siglos se ha tratado de encontrar y conocer el funcionamiento de diferentes estructuras que puedan explicar cómo el ser humano es capaz de hablar o de conocerse a sí mismo (metacognición).
Otros procesos más simples que los anteriores aunque también de altísima complejidad, como moverse o percibir los sentidos, fueron estudiados durante siglos. Solo al finales del siglo XIX se empezó a conocer la base funcional del cerebro, tanto de su configuración macro (cerebro) como de la micro (celular y molecular) que interviene en estos procesos.
Luego se descubrió que esas estructuras se comunican entre sí (sinapsis) y que ese cablerío utiliza electricidad y sustancias como sistema de transmisión. Se sospechó entonces que esa estructura funcional era la base de las actividades que se generaban en el sistema nervioso, abarcando desde las más primitivas hasta las más complejas, siendo un lenguaje comunicacional específico.
Las neuronas del cerebro son aproximadamente 100.000 millones y cada una se puede comunicar con cerca de otras 50.000 células del sistema nervioso, siendo asombrosa la cantidad de variables que puede generarse, aún con pocos neurotransmisores como letras básicas de este lenguaje.
Este idioma, que parecería simple, aparece con una gama de millones de variables y genera un lenguaje parangonable al del material genético (ADN), en donde solo cuatro sustancias (pero combinadas millones de veces) pueden dar lugar a la conformación genética tanto de un ser humano como de una simple planta. Por eso, los dos idiomas más complejos descriptos en la biología (genético y neuronal) están basados en muy pocas palabras o letras que generan millones de mensajes diferentes al combinarse.
Análogamente, con las mismas letras se puede escribir desde la frase más simple hasta el Ulises de Joyce. Se sabe además que las neuronas son células que se activan eléctricamente (excitatorias) y que las señales que reciben (químicas o eléctricas) siempre terminan generando señales de activación o de desactivación de corriente, creando un sistema binario parecido al de la computación.
Idioma binarioDado que cada uno de los neurotransmisores detenta la posibilidad de estimular o de inhibir la función, se genera así idioma binario (0 o 1), cambiando si el mensaje es de activación o de inhibición entre las neuronas. Las señales tanto eléctricas como químicas pueden expresarse en distintos tiempos, cantidades y receptores agregando millones de variables. Y esta funcionalidad redunda a la base de la inteligencia artificial.
Es así que este idioma que se inicia con muy pocas señales puede multiplicarse millones de veces en zonas y tiempos, generándose de este modo diversas funciones tan elaboradas como la conciencia o el pensamiento abstracto. Se busca conocer el lenguaje neuronal, que es diferente al leguaje cotidiano de las personas y más parecido al de una supercomputadora.
En realidad, estamos lejos de poder copiar algo similar a un cerebro. Como dice Konrad Kording, de la Northwestern University de Chicago: "El cerebro produce en treinta segundos casi tantos datos como el telescopio espacial Hubble desde su puesta en Marcha". Sin embargo, existen proyectos recientes que ponen en competencia diferentes regiones centrales del mundo para encontrar la función de una supercomputadora neuromorfa. El Proyecto Cerebro Humano (Europa), el Proyecto Brain (Estados Unidos) y el Proyecto Brainnetome (China) buscan descifrar un idioma que hasta ahora estamos muy lejos de conocer en profundidad y mucho menos de imitar.