ENFOQUE

El legado económico del Papa: crítica global al sistema y un llamado a la justicia social

Francisco se codeó con el poder económico y pidió reducir la desigualdad

ggranata

El fallecimiento del papa Francisco marca el fin de una época en el sillón de jefe de la Iglesia Católica, desde el cual realizó fuertes denuncias sobre las desigualdades derivadas del sistema económico, puso en el centro del debate el rol de la especulación financiera y planteó la necesidad de una economía solidaria

También fue un participante activo de los espacios relevantes donde se discute sobre economía y finanzas. En 2016 participó de forma presencial en el Foro Económico de Davos y envío regularmente su misiva. También estuvo en las cumbres del G7 y en las asambleas conjuntas del Fondo Monetario Internacaional (FMI) y el Banco Mundial (BM). 

En todas dejó en evidencia su preocupación por la desigualdad, un discurso esperable para un pontífice, aunque Francisco fue más allá y puso en tela de juicio el orden económico global y los negocios vinculados con dos temas que siguen siendo relevantes: la sustentabilidad y la inteligencia artificial.

La noticia de su muerte, luego de una larga internación en el Hospital Gemelli, convocó a la reflexión a diversas personalidades, aquellas con las que se codeó en reuniones bilaterales y en foros internacionales en los que fue hilvanando las ideas fuerza de su papado. La preocupación de Jorge Bergoglio estuvo centrada, además, en la idea de la pobreza y en el gran desafío de reducirla, "no solo en términos materiales sino también en cuanto a la exclusión social." "No hay un verdadero desarrollo humano si no se tienen en cuenta la dignidad de la persona y la justicia social", planteó Francisco.

En esos foros se codeó con Joe Biden, con el brasileño Luiz Inacio Lula Da Silva y con las autoridades del FMI. Ante la directora gerenta, Kristalina Georgieva, interpuso una carta en la cual le reclamó el cese de los sobrecargos para los países endeudados, como los que ostenta Argentina.

En febrero de 2020, durante un seminario sobre finanzas y solidaridad, Francisco destacó que "las personas empobrecidas en países muy endeudados soportan carga impositivas abrumadoras y recortes de los servicios sociales, mientras sus gobiernos pagan deudas contraídas que son insostenibles" y pidió tener en cuenta "conceptos como la justicia fiscal, los presupuestos públicos responsables de su endeudamiento y, sobre todo, la promoción efectiva y protagónica de los más pobres en el entramado social.

Antes, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP21), celebrada el 30 de noviembre de 2015 en París, sostuvo que "la economía no puede ser esclava de la especulación financiera". Un año antes, casi en el inicio de su papado, en el Foro Económico de Davos dio un mensaje contra los efectos de la apropiación de recursos: "La explotación de los recursos naturales sigue enriqueciendo a unos pocos mientras deja a poblaciones enteras, que son las beneficiarias naturales de esos recursos, en un estado de indigencia y de pobreza".

También apeló a las empresas para que se "guíen cada vez más no solo por la búsqueda de un beneficio justo sino también por elevadas normas éticas, especialmente con respecto a los países menos desarrollados".

Y en la Encíclica Laudato Si!, que se convirtió en un documento influyente a nivel global en 2015, propuso: "Es necesario un nuevo modelo de desarrollo económico que respete los límites ecológicos y que promueva una mayor equidad entre las naciones y dentro de ellas."

Todas estas conforman un compendio de definiciones de política económica que varios mandatarios del ala progresista de América, sin importar la religión, podrían suscribir.

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