El top management tiene que despertar
Es el momento de actuar y hacer que la innovación sea una prioridad organizacional para poder abrazar los cambios futuros
La norma ISO 56001, recientemente lanzada en Perú y que coloca a América latina como epicentro de la innovación, instaura un nuevo estándar global que está destinado a revolucionar la forma en que las empresas gestionan y escalan la innovación, estableciéndose como un componente vital para la competitividad y la sostenibilidad en el panorama empresarial moderno. Es una guía que permite integrar la innovación en el corazón de la empresa, asegurando no solo que las ideas fluyan sino también que generen valor real en los negocios.
Se trata de una herramienta clave para que las organizaciones dejen de improvisar y tomen la innovación de manera seria, ya que los procesos de innovación no son algo que se pueda manejar solamente con intuición. Las empresas necesitan estructura, procesos claros y una forma para medir lo que se está haciendo. En un mundo tan dinámico, tener esta norma disponible aporta una ventaja competitiva importante, especialmente para aquellos que quieren convertirse en líderes del sector.
Que esta nueva norma haya sido lanzada en un país latinoamericano tiene vital importancia ya que las empresas de la región cuentan con un potencial gigante, pero también es verdad que aún queda un largo camino por recorrer.
Si bien muchas de ellas están atravesando procesos de innovación que resultan interesantes, no todas están preparadas para hacerlo de manera sistemática y por eso el desafío más grande es que la cultura organizacional pueda abrazar la innovación como algo central y sea un proyecto a largo plazo. En las organizaciones de América latina aún falta inversión en I+D y mayor apoyo a las ideas disruptivas, barreras que con una herramienta como la ISO 56001 se pueden romper. Además, va a permitir argumentar la inversión en los tres horizontes de incertidumbre y reducir la ambigüedad para el inversor.
En este contexto, y frente a esta nueva oportunidad, los altos mandos tienen por delante mucho trabajo. Fomentar una mentalidad innovadora es cuestión de liderazgo: los directivos tenemos que ser los primeros en inspirar, capacitar y dar el espacio para que los equipos piensen de manera diferente. Esto implica generar un ambiente donde equivocarse no sea un drama sino una oportunidad para aprender. Es clave motivar la curiosidad y la creatividad. Esta mentalidad no se forma de la noche a la mañana, pero con un constante esfuerzo en la cultura organizacional y un ejemplo sólido desde la cúpula es posible que todos empiecen a pensar de forma innovadora.
Tenemos frente a nosotros una nueva norma que nos da la oportunidad espectacular para transformar el modo en que se manejó hasta el momento la innovación en las empresas. Su mayor ventaja es que aporta una estructura clara para sistematizar el proceso de innovación, lo que es fundamental para generar resultados concretos. El futuro de la innovación es estructurado, medible y escalable y la ISO 56001 es la clave para desbloquearlo. Sin embargo, como sabemos, no todo es sencillo.
Hay un desafío muy grande por delante: cambiar la mentalidad tradicional y quebrar las resistencias internas que hay en cualquier organización. Los líderes debemos estar listos para gestionar ese cambio, ser un ejemplo y comprometernos con el proceso. Implementar esta norma va a exigir dedicación, formación y medir continuamente cómo vamos.