Entre rulos, "apagones" y dólares prestados
La vedete de todas las variables, la más mirada en los últimos días, ya no es la inflación sino el dólar. Es que su volatilidad le hizo pasar malos ratos al Gobierno y parece ser que eso se mantendrá hasta las elecciones o incluso más allá.
Solo durante la semana pasada, la cotización del dólar en el Banco Nación subió $70; es decir, un 5%.
Esta dinámica sigue siendo conservadora si la comparamos con todo lo que sucedió en esos días, entre las medidas que tomó el Gobierno y el esfuerzo por setear expectativas positivas.
Controlar sin calmarLa proximidad de las elecciones y la incertidumbre tanto política como económica impulsaron un incremento de la dolarización de las carteras de los individuos, la cual adquirió un comportamiento ascendente en esta segunda mitad del año.
A la cobertura que buscan los ahorristas frente a este escenario electoral se le añadió una notoria brecha entre el dólar oficial y los dólares financieros que dio lugar al "rulo" (venta de dólar MEP y compra del oficial para sacar una tajada).
Por tal motivo, el BCRA resolvió restringir la adquisición de dólares financieros para aquellas personas que compraron divisas en el mercado oficial. Esto, si bien cortó la operación, generó mucha inquietud y una mayor intención a dolarizarse.
La intranquilidad se profundizó aún más cuando el BCRA "apagó" la venta de dólar oficial en las billeteras virtuales, aludiendo que eso nunca estuvo permitido, aun cuando se realiza desde hace meses.
¿Mayor poder de fuego?A sabiendas de la marea que viene por la divisa norteamericana se quitaron las retenciones para promover un mayor ingreso de dólares del campo, que de otra forma no hubiese sido posible adquirir. A su vez se concretó un canje entre el BCRA y el Tesoro, donde este último transfirió instrumentos vinculados con el dólar a cambio de que el primero le otorgue títulos en pesos, con la intención de que el BCRA tenga otro instrumento para intervenir sobre la cotización del dólar.
¿Es esto suficiente? La respuesta parecería ser que no dado que el Gobierno continuó interviniendo en el mercado de futuros para contener el valor del dólar. Y no solo eso: de acuerdo con los cálculos, el Tesoro llevaría vendidos unos USD400 millones en las últimas jornadas. ¿Los motivos? Evitar que el dólar perfore el techo de la banda de flotación. ¿El costo? Haberse desprendido de más de la mitad de los dólares que captó con la liquidación del agro.
Apoyo externoLa insuficiencia de las medidas internas provocó un giro al exterior, en el cual Argentina terminó siendo la niña malcriada de Estados Unidos, quedando a la espera de la ultimación de detalles para la aprobación de un swap. Esta jugada no será gratuita: Estados Unidos tiene claros intereses en el territorio y en los recursos naturales argentinos, aunque al Gobierno no le parezca un costo elevado a pagar en tanto pueda llegar de la mejor manera posible a las elecciones nacionales.
Este viraje político ofició como un shock positivo para las expectativas mejorando el índice de riesgo país. Sin embargo, el alivio financiero todavía no llega, los vencimientos y los intereses continúan acumulándose y los mercados no creerán eternamente en los espejitos de colores que le vendan. El Fondo Monetario Internacional hace tiempo que habla de reforzar las reservas, pero el Gobierno no hace más que desprenderse de ellas para sostener un tipo de cambio que es, a las claras, irreal y genera múltiples distorsiones.
La economía realA pesar de todas las maniobras para llegar a las elecciones nacionales con un dólar barato, casi por un capricho y para recibir palmadas entre ellos, en la calle se palpita otra cosa. Los salarios reales están deprimidos, los sectores más vulnerables continúan sufriendo el ajuste, el PBI se contrajo entre febrero y julio según consta en los últimos datos oficiales, el endeudamiento con tarjetas está en picos históricos y el crédito se paralizó debido al salto tanto de las tasas como de la morosidad. Además, ya se proyecta que la inflación crecerá en los meses venideros.
En definitiva, el Gobierno parece seguir corriendo detrás de los acontecimientos más que mostrarse preparado para anticiparlos. En un contexto donde las reservas se diluyen y la confianza escasea, la verdadera incógnita radica en la capacidad que tendrá el oficialismo para maniobrar después de las elecciones: cómo reconstruir una economía que ya está agotada de tantos parches y promesas.