La depresión, una enfermedad del siglo XXI
La depresión constituye un trastorno que atañe a problemáticas que afectan la emoción negativa de las personas. Es la mayor causa de discapacidad crónica no infecciosa, así como también de ausentismo laboral. Entre las numerosas hipótesis sobre sus posibles causas, además de las genéticas, neuroquímicas, medioambientales y familiares, existe actualmente la inflamatoria.
En diversos estudios realizados sobre grupos de pacientes que utilizaron antiinflamatorios no esteroides se observó una significativa mejoría de los cuadros depresivos, no sustentables solamente por el alivio de los síntomas inflamatorios o el dolor crónico. Otros estudios muestran una hipótesis basada en la acción de la serotonina y del sistema inmunológico, donde ciertos tipos de estrés distorsionan la relación entre la actividad del sistema inmunitario y el sistema nervioso, afectando sustancias inflamatorias como las interleuquinas 6 y 1 Beta.
Muchos de los problemas psicológicos que se describen en la actualidad tienen su orígene en múltiples factores. Y la depresión, considerada un trastorno afectivo, no escapa a esta regla. No obstante, se piensa que a los factores ambientales y psicológicos de esta enfermedad se le agregan influencias genéticas de riesgo de bastante fuerza (es muy frecuente que algunos pacientes tengan familiares que padecen o padecieron un trastorno depresivo).
Existen investigaciones que estudian cómo cambia el sistema nervioso en la depresión. Una de las más interesantes es la realizada por Scott Langenecker, de la Universidad de Illinois de Chicago, quien describió a través de estudios de neuroimágenes que diferentes zonas cerebrales relacionadas con la depresión están desconectadas. También observó que la amígdala cerebral (una zona relacionada con la función afectiva) presenta una desconexión del sistema emocional en las personas que presentan o presentaron episodios depresivos, aún en si se encuentran en remisión.
Es así que existe una persistencia del riesgo de recidiva de este tipo de trastorno en los pacientes, que está asociado con una probable cicatriz en la conexión cerebral que produce una dificultad en el procesamiento emocional, generando un aumento de las emociones negativas ante ideas neutras. De este modo, aumenta la susceptibilidad a tener una recaída debido a la alteración funcional persistente. Además, este autor observó un aumento en las conexiones de otras áreas relacionadas con procesos conscientes, pudiendo ser la explicación de la concientización de las ideas negativas reiteradas, llamada rumiación.
La influencia del ambiente
Si bien existe una predisposición familiar a sufrirlos, los trastornos depresivos se ven a la vez influíos por un impacto tanto psicosocial como ambiental, ya que los genes pueden expresarse o no dependiendo del medio ambiente. La epigenética podría ser otro de los mecanismos claves de influencia en las enfermedades afectivas. En los últimos años se describió la "metilación del ADN" como base de la epigenética, incluyendo siempre una de las bases del ADN, la citosina (especialmente cuando se repite el dinucleótido citosina-guanina). Dependiendo de qué sector de ADN se metile, se activará o se suspenderá un gen, llamándose "promotores o interruptores genéticos".
Este mecanismo de metilación puede estudiarse y diagnosticarse, pero además genera algo revolucionario que altera las concepciones darwinianas de la evolución, ya que podría heredarse y generar situaciones repetibles en la descendencia.
Las afecciones depresivas contienen diferentes componentes biológicos. Uno de ellos es el relacionado con el tiempo (ritmo biológico), pues las depresiones comienzan, en su mayoría, en primavera (a diferencia de lo que podría creerse), presentando un componente circanual (cerca de un año). Y los síntomas de angustia y tristeza están mucho más presentes durante la mañana.
Asimismo, existe otro factor rítmico que es el sueño-vigilia, generando un insomnio asociado con el problema afectivo. Es decir, presentan claros ritmos que permiten realizar acercamientos diagnósticos certeros. Además de los síntomas emocionales, las depresiones contienen muchos problemas corporales, como por ejemplo la deficiencia de apetito, dolores de pecho o una disminución de la fuerza corporal.
Actualmente se le otorga gran importancia a la capacidad psicosocial de las personas con depresión y cómo pueden soportarla. En un estudio multicéntrico europeo liderado por Buist-Bouwman de Holanda se describieron dos de los aspectos claves para las dificultades psicosociales y laborales de las personas depresivas. Trastornos psicosociales como la pérdida laboral y las dificultades familiares pueden ser generados por la pérdida de voluntad, pero también se evalúan en este estudio dos circunstancias claves. Una de ellas es la vergüenza de padecer depresión y la otra son las dificultades cognitivas que genera. Así, se pudo observar que una vez recuperados los problemas emocionales casi la mitad de las personas continúa enlentecida, desorganizada y con alteraciones de la memoria de trabajo (que es la memoria inmediata relacionada con la función atencional). La continuidad de estas dificultades puede conllevar al riesgo de precipitar nuevamente a un nuevo cuadro de depresión. La reiteración de los síntomas afectivos, así como también su gravedad, lleva a situaciones de posibles agresiones. Probablemente el mayor fracaso de los tratamientos de la salud mental sea el suicido de las personas.
Existen grupos de personas depresivas con mayor riesgo, siendo los ancianos, los hombres solos y con estrés crónicos los que revisten un mayor riesgo de autoagresiones. Es tarea de los médicos aprender a descubrir estos problemas a tiempo y tratarlos adecuadamente, así como también reconocer las poblaciones de riesgo para prevenir estos fracasos y ofrecer una mayor posibilidad de rehabilitación psicosocial.
Diferentes causas inflamatorias que incluyen sustancias proinflamatorias podrían estar emparentadas con los procesos afectivos. Este actual concepto de impacto implica incumbencias de la metaboloma intestinal (flora intestinal) y el microbiota intestinal (el genoma de la misma). De hecho, se describió una posible afección alterando la absorción intestinal y generando un proceso inflamatorio consecuente. Entonces, los antibióticos, la alergia al gluten y el uso excesivo de analgésicos pueden ser parte de las causas de dichas alteraciones a partir de los cambios registrados en el intestino, también llamado segundo cerebro, claramente comunicado con el sistema nervioso central
Múltiples son entonces los procesos que pueden conducir a un trastorno depresivo, lo que genera un mayor acercamiento a un diagnóstico precoz y a un tratamiento correcto, evitando los grandes riesgos que conllevan estas enfermedades.
* Neurocientífico y profesor. Decano de la Facultad de Ciencias Médicas (UBA). PhD en Medicina y en Filosofía. Director @alzheimerargentina.