La diferencia Milei: una comparación con el primer año de los gobiernos anteriores
La presidencia de Milei parece evocar un "shock de liberalización", mientras que las administraciones anteriores se movieron con más cautela para aplicar sus políticas económicas
El primer año de gestión siempre marcó el tono y la dirección de cada presidente argentino, y Javier Milei no fue la excepción. Sin embargo, si en algo se distingue de sus predecesores (Cristina Fernández de Kirchner, Mauricio Macri y Alberto Fernández) es la velocidad y la radicalidad con la que implementó diversos cambios estructurales. La presidencia de Milei parece evocar un "shock de liberalización", mientras que las administraciones anteriores se movieron con más cautela para aplicar sus políticas económicas. ¿Pero es esta radicalidad lo que realmente necesita Argentina o es solo otro giro arriesgado en una economía ya acostumbrada a vaivenes?
En 2007, Cristina Fernández de Kirchner asumió en un contexto de estabilidad y crecimiento económico. Su enfoque inicial fue consolidar el modelo de desarrollo con inclusión que había heredado de su esposo, Néstor Kirchner. En lugar de recortes, el gobierno expandió el gasto público y fortaleció los programas sociales, apoyado en las exportaciones agrícolas y en una economía global favorable. Sin embargo, este primer año también trajo consigo su primer gran conflicto con el sector agropecuario, que se opuso a las retenciones sobre las exportaciones. Desde allí, Cristina se posicionó como la defensora de los intereses populares y el Estado como un contrapeso a las élites económicas.
Comparada con Milei, quien promueve una reducción del Estado, Cristina siguió un camino de intervención económica. Su mandato de ocho años, en sus palabras, fue un esfuerzo por convertir el Estado en el "motor de la economía" (concepto que Milei calificó como desastroso para el desarrollo argentino). No obstante, esta política generó años de crecimiento económico, aunque también derivó en un salto de la inflación y en distorsiones que todavía afectan al país.
Mauricio Macri: gradualismo versus shockEn su primer año, Mauricio Macri llegó al poder con promesas de cambio y modernización. Si bien su administración también enfrentaba problemas de inflación y de déficit, optó por el "gradualismo" en lugar de las drásticas medidas que hoy implementa Milei. Macri buscaba atraer inversiones extranjeras y dar señales de confianza, aunque las políticas de apertura y endeudamiento externo fueron recibidas con escepticismo. No logró contener la inflación y el peso se debilitó rápidamente, lo que en última instancia limitó su espacio de maniobra. Milei criticó abiertamente esta estrategia, considerando que el gradualismo de Macri fue una de las razones por las cuales su administración no alcanzó los objetivos. Su enfoque actual apunta a una liberalización mucho más agresiva, a una reforma del sistema de subsidios y a la apertura de la economía para hacerla "competitiva" rápidamente. La diferencia aquí es clara: mientras Macri intentaba un cambio progresivo y manteniendo una red de seguridad, Milei busca reducir de golpe el tamaño del Estado, confiando en que el sector privado tomará el relevo sin una transición gradual.
Aunque el foco inicial de la gestión de Alberto Fernández estaba en la renegociación de la deuda y en la contención social, el impacto de la pandemia lo obligó a enfocarse casi exclusivamente en la crisis sanitaria. Sus políticas económicas durante el primer año de gestión estuvieron focalizadas en programas de ayuda de emergencia, una emisión de dinero sin precedentes y el fortalecimiento del control estatal. A diferencia de Milei, quien desde el comienzo promueve la austeridad y una reforma estructural de la economía, Fernández amplió la intervención estatal, confiando en que el gasto público sostendría la demanda y ayudaría a controlar la emergencia económica.
Milei, en cambio, comenzó su mandato rechazando estos controles y abordó los problemas relacionados con la inflación mediante un ajuste fiscal y medidas de blanqueo de capitales, que ahora extendido hasta abril de 2025 espera recaudar fondos sin recurrir a una emisión que complique todavía más la situación económica.
Milei: una liberalización radical y sus consecuenciasEl primer año de Milei fue un torbellino de reformas y nombramientos fugaces. Su equipo económico liderado por Luis Caputo intentó no solo contener la inflación sino también renegociar los términos de la deuda con el FMI. Las reuniones recientes con el organismo apuntan a mejorar las condiciones del financiamiento en medio de un entorno de reformas agresivas que buscan reducir el déficit y mejorar la competitividad. Milei supo promover la austeridad fiscal, eliminando subsidios y liberalizando sectores, al tiempo que impulsa un blanqueo de capitales que está diseñado para formalizar fondos no declarados y aliviar la carga fiscal del país.
Pero esta estrategia no estuvo exenta de críticas: la oposición denuncia la rotación frecuente de funcionarios, argumentando que esto es una señal de inestabilidad interna y falta de claridad en sus políticas. Asimismo, su enfoque abrupto y poco convencional generó cuestionamientos sobre si el país está preparado para una liberalización de este tipo sin un sistema de contención para los sectores más vulnerables. No obstante, sus seguidores ven en este primer año un intento genuino de cortar con las prácticas que frenaron el crecimiento argentino en décadas anteriores. En la antesala de los comicios legislativos, Milei enfrenta el reto de convencer al electorado de que este cambio radical es el camino hacia una Argentina más próspera y sostenible.
Comparar el primer año de Milei con el de Cristina, Macri y Fernández deja entrever diferencias no solo de estilo sino de fondo. Las administraciones anteriores buscaron integrar, aunque con distintas visiones, un Estado que pudiese sostener la economía, ya fuese mediante la intervención directa, la inversión social o el endeudamiento gradual. Milei, por el contrario, parece estar decidido a reducir el Estado a un rol mínimo, confiando en que la economía de mercado tomará su lugar. Sin embargo, el impacto de estas reformas todavía es incierto y su radicalidad plantea profundos interrogantes sobre los límites y la capacidad de adaptación de la sociedad argentina.
La comparación evidencia un cambio no solo de prioridades sino de paradigma. ¿Podrá Milei construir una Argentina sólida desde una economía liberal extrema o caerá en el riesgo de profundizar la brecha social y las tensiones políticas?