Lo viejo funciona: el presente en clave belgraniana
Belgrano es considerado el primer economista argentino por varias razones. Si bien estudió derecho en España, su formación incluyó un sólido conocimiento de economía política que estuvo influenciado primero por la escuela fisiócrata y luego por las ideas de Adam Smith
Estamos en condiciones de afirmar que junio podría considerarse un mes belgraniano. El 2 se celebra el Día del Graduado y la Graduada en Ciencias Económicas ya que ese mismo, día pero de 1794, Manuel Belgrano asumió como primer secretario del Real Consulado de Buenos Aires, institución del virreinato del Río de la Plata de naturaleza mercantil, y el 20 nos enseñaron que es el Dia de la Bandera, en conmemoración del paso a la inmortalidad del general.
Belgrano es considerado el primer economista argentino por varias razones. Si bien estudió derecho en España, su formación incluyó un sólido conocimiento de economía política que estuvo influenciado primero por la escuela fisiócrata y luego por las ideas de Adam Smith.
Durante su gestión como secretario del Consulado de Buenos Aires impulsó medidas pioneras para fomentar la producción local, promoviendo la agricultura, la industria y la diversificación productiva para reducir la dependencia hacia España. Sus ideas sentaron las bases del pensamiento económico nacional al combinar proteccionismo estratégico, valorización del trabajo y soberanía económica, principios que más tarde retomaron economistas de corte heterodoxo y que mantienen relevancia en debates actuales.
Por otro lado, Belgrano es reconocido por la ciencia económica como precursor del seguro en Argentina debido a que impulsó ideas innovadoras para su tiempo, entre ellas la necesidad de organizar sistemas de previsión y de protección frente a los riesgos económicos.
En sus escritos, Belgrano planteó expresamente la importancia de crear instituciones que resguardasen a las personas frente a los peligros asociados con el transporte de mercaderías, en una época en la cual tanto comerciantes como navegantes sufrían graves pérdidas por naufragios y actos de piratería. Si bien hace más de dos siglos no existían las compañías aseguradoras tal como las conocemos actualmente, esas ideas sentaron las bases económicas y filosóficas de la actividad aseguradora en el país.
Belgrano es también considerado un vanguardista en materia educativa ya que, en pleno contexto colonial, defendió activamente el derecho de las mujeres a acceder a una instrucción formal, postura sumamente innovadora para comienzos del siglo XIX. Belgrano sostenía que la educación femenina no tenía limitarse a lo religioso o a lo doméstico: debía incluir lectura, escritura y matemática con el objetivo de que las mujeres pudieran desenvolverse en la vida con mayor autonomía. Cabe destacar que, en ese momento, la educación de las mujeres era prácticamente inexistente fuera del hogar o de los conventos. Sin embargo, Belgrano afirmaba con claridad que una nación ilustrada debía formar también a sus mujeres debido a que eran las que se encargaban de criar y de cuidar a las futuras generaciones.
Asimismo, el creador de la bandera fue un referente que reconoció el valor militar de las mujeres. Entre ellas destacó a Juana Azurduy, a quien nombró teniente coronel, y a María Remedios del Valle, a quien otorgó el grado de capitana por su valiente participación en el Ejército del Norte. Estos nombramientos fueron una muestra clara de la mirada moderna de Belgrano, ya que la guerra era exclusivamente asunto de hombres para muchos.
En lo que respecta a la industrialización de los países, la historiografía liberal ha sostenido con frecuencia que Belgrano introdujo las ideas de la fisiocracia, una corriente que consideraba a la agricultura como la única fuente genuina de riqueza, en el Río de la Plata.
Si bien Belgrano fue influido por algunos autores fisiocráticos y valoraba la agricultura como uno de los pilares del desarrollo nacional, su pensamiento fue mucho más amplio y complejo.
En sus escritos defendió activamente la necesidad de agregarle valor a los productos primarios a través de la transformación local de las materias primas. En otras palabras, no concebía que el trabajo humano se limitase a la producción primaria. Su visión articulaba el campo y la industria, anticipándose más de un siglo a los debates latinoamericanos sobre el desarrollo económico y la industrialización.
La gestión económica actual ha dejado de lado a los pensadores nacionales y asumió el gobierno bajo la promesa de dolarizar. Así, el primer presidente economista desde 1983 se referencia únicamente en autores como Hayek o Von Mises, exponentes del liberalismo europeo de principios del siglo XX, cuyas ideas fueron formuladas en contextos muy distintos al de los países periféricos.
Por eso, hoy más que nunca, resulta imprescindible retomar el pensamiento de figuras nacionales como Belgrano para proyectar un país con regulaciones económicas inteligentes, un campo dinámico, una industria que le agregue valor a la producción agropecuaria y educación pública para todos. Porque la reconstrucción de Argentina solo sucederá si se recuperan sus raíces.